Con Juan José Campanella dentro del proyecto se hará la versión yanqui de El secreto de sus ojos con Julia Roberts. Se estrena Elsa & Fred con Shirley MacLaine y Un novio para mi mujer tiene versiones coreana, italiana y mexicana.
En los días dorados de la TV del primer mundo y de crisis creativa de las grandes (y no tanto) industrias cinematográficas, el mercado de las remakes está en pleno auge: cómics, novelas y clásicos pasados se agolpan cada temporada en las carteleras mundiales y en ese contexto, los derechos para recrear films argentinos se venden por todo el globo. A las versiones hollywoodenses de El secreto de sus ojos y de Elsa & Fred, se le suman una coreana de Un novio para mi mujer, una Corazón de León colombiana o la mirada rusa de Buena Vida Delivery. Y, aunque todavía no tienen confirmada fecha de rodaje, ya hay fichas puestas en Estados Unidos, Brasil y México por un par de comedias protagonizadas por Adrián Suar: Dos más dos e Igualita a mí. En el caso de la última argentina ganadora del Oscar, El secreto de sus ojos, la apuesta es grande y lo que pasaba en el universo de los tribunales porteños se trasladará al mundo de los espías. El que llevará adelante el proyecto es Mark Johnson, que viene del éxito de Breaking Bad, y para los roles principales ya están confirmados Chiwetel Ejiofor (protagonista de 12 años de esclavitud), Gwyneth Paltrow y Julia Roberts. Axel Kuschevatzky, productor asociado en la versión original dice que “en la compra de derechos de la original te reservas hacer lo que se te ocurra, salvo que el autor ponga condiciones muy específicas. El secreto de sus ojos es particular, porque la compra se hizo antes del estreno de la película y Campanella está dentro del nuevo proyecto”.
Juan Vera, guionista de Dos más dos e Igualita a mí, destaca que las que se ciñen muy estrechamente al guión original carecen de sorpresa y faltas de carácter, pero que “en general nos envían el guión como un mero acto de cortesía”. Marcos Carnevale, que verá como su Elsa & Fred anglosajona llegue en noviembre a los cines argentinos, se guardó la potestad para opinar. “Depende del trato que uno haga. Siempre está el miedo de que te destruyan la obra. En este caso, me mandaron para que leyera un primer guión, que se rechazó por muy americano. Hasta Shirley Mac Laine lo objetó, afirma el también responsable de Corazón de León.
“Esto aleja todos los fantasmas de cuando uno se pone a pensar cómo se entenderá un personaje en otro país –cuenta Valeria Bertuccelli– porque no hay nada que me parezca más local que la Tana Ferro.” Los productores de All About my Wife la versión oriental de Un novio para mi mujer cuentan que la adaptación del guión llevó un año y que el film consiguió meter 4,6 millones de espectadores.
Pero así como hay éxitos, hay grandes fracasos. La suerte está echada hecha en México pasó casi desapercibida por los cines de su país, pero el más resonante fue cuando en 2004 la productora de George Clooney transformó una vibrante Nueve reinas en una anodina Criminal, protagonizada por John C. Reilly y Diego Luna. La película ni siquiera fue estrenada en nuestro país. Según Ricardo Darín, en Hollywood hicieron una lectura equivocada de la ópera prima de Fabián Bielinsky. “Creo que una actriz americana puede contar mi personaje, pero el de Ricardo no sé. El es como Discépolo”, opina Leticia Bredice, que decidió no ver la remake. “Es que está tan buena la nuestra, que no sé… Que Clooney esté en la búsqueda de películas argentinas dice algo. Sé de muchos directores extranjeros que miran nuestro cine para buscar talentos para renovarse”, asegura.
Las ventas crecen, los bolsillos no tanto. Para quedarse con los derechos originales de una película hay que pagar entre un 2,5 y un 4% del presupuesto, menos lo destinado a actores, ya que en algunos países el costo del “talento” podría hasta duplicar los números. De ese porcentaje, se abona una décima parte como reserva, lo que implica ponerle un candado a la obra por un tiempo determinado, y cuando se empieza a rodar se paga el 90% restante. La “seña” puede renovarse indefinidamente, pero si la remake decide no realizarse, se pierde. Algo que le pasó a Adam Sandler que tomó por casi 10 años la opción para hacer El hijo de la novia y nunca la rodó. Si consideramos que los presupuestos de los films locales en general no superan el millón de dólares, lo que le costaría a los nuevos dueños reservarse el copyright sería 3 mil dólares en promedio.
Según Alejandro Cacetta de Patagonik, el negocio “puede ser más o menos importante dependiendo del territorio y de quiénes estén involucrados. No es lo mismo que Hollywood compre los derechos a que lo haga Europa, Latinoamérica o Asia”. No obstante, si se mira el acumulado, resultaría más rentable ofrecer una versión rusa, brasilera, mexicana o italiana, porque son industrias autodependientes y pueden generar taquillas muy atractivas. Para Kuschevatzky “hay una gran cantidad de mitos, como creer que una remake americana implica la salvación económica de alguien. Son montos chicos, a los que hay que descontarle abogados o lo que percibe un agente de ventas”.
Dependiendo de los contratos, lo que ingresa a las productoras en la mayoría de los casos se reparte en partes iguales con los guionistas, y el director queda al margen. “El autor y la productora tienen los derechos. Como director contratado para Un novio para mi mujer intenté tener el mío, pero no tuve suerte”, cuenta Taratuto que también vio de lejos el enorme éxito de la versión mexicana de No sos vos, soy yo sin que le reditúe nada en lo económico (ver recuadro). Marcos Carnevale dice que “el porcentaje que se paga es pequeño. El negocio que una película americana puede hacer es muy diferente al que hace una argentina. Millonario no te vas a hacer, pero podés asociarte a un porcentaje de las ganancias”. Juan Vera asegura que “todo depende a qué llamemos grandes ganancias. En el cine no las hay en general, pero el negocio de remakes está creciendo y ya casi supera al de las ventas de películas originales al extranjero”.