El mundo interior de Teo

El mundo interior de Teo La palabra de Pekerman, las charlas con su padre, el buen clima de River: razones que alumbraron la nueva personalidad del colombiano. El mundo interior de Teo

Hay click. Y hay crack. Hay ruidos internos. Y los otros ruidos. ¿Cuándo cambió Teo? ¿Cuándo tuvo su momento bisagra para llegar a esta versión zen? ¿Fue cuando Soner Ertek lesionó a Falcao? ¿O cuando entendió los consejos de Pekerman? ¿O cuando aceptó los consejos de sus nuevo asesores? ¿O quizás cuando se sintió el referente de los más jóvenes del plantel de River? Ese ejemplo que siempre quiso ser.

Teo habla de Dios: “Jehová es mi pastor, nada me faltará”, tuiteó el 14 de septiembre. El jugador místico es el tótem de Boyé, el pibe al que aconseja. Teo es popular. El coro de la tribuna no lo invoca en vano.

El superhéroe de River responde con goles: es el máximo anotador del campeonato. Su padre es el coprotagonista secreto: “Lo llamo después de cada partido y le marco los errores. Y me escucha”, le dice a PERFIL. No sólo por ser su hijo. Teófilo padre atajó en la segunda división del fútbol colombiano: “Sé lo que le molesta a un arquero de un delantero. Teo tiene una tranquilidad natural para definir. Le enseñé que tiene que ser más rápido y práctico. Ha cambiado”. Teo cambió.

Animador infantil. Del entorno del futbolista surgen los neologismos del diccionario Teo: madurez y tranquilidad. La nueva faceta tiene flechitas que apuntan a un hombre: José Pekerman. El entrenador de la selección de Colombia “tuvo varias charlas a solas con él”, le cuenta a este medio alguien que conoce bien a Teo. Su padre refuerza la idea: “José mira al ser humano antes que al jugador”.

Pekerman le quitó a Teo la mochila de Falcao. Le habló mucho. Y lo convenció de no  vivir perturbado por la sombra del emblema de Colombia. Si no podía ganarle como delantero, al menos tenía que empatarle como persona. Teo, como ejemplo. El Mundial le trajo reconocimiento y la convicción de que era importante en el grupo. Eso. Teo necesita sentirse importante.

En River los compañeros ya le aceptaron las mañas y le respetan sus soledades. “Si todos están tomando mate y él está por otro lado escuchando música, nadie lo cuestiona”, aporta un allegado al plantel. Teo es el referente de los jóvenes y como una especie de ratón Mickey con los chicos, el polo de atracción. Cuenta la misma fuente: “A Boyé le indica cómo moverse en el área”. Igual que Teófilo con Teo.

Ser el mejor. En el plantel no tiene amigos. El único era Carbonero, que se fue luego de coronarse campeón en el torneo Final de este año. De todos modos, respeta al grupo. Y en especial a Barovero, el capitán. No sólo porque es arquero, como su papá.

También respeta al entrenador. Después de que Gallardo lo retara por alguna actitud, Teo entró al vestuario y puso música. Desdramatizó, no se tiró contra el técnico. Teo escucha. Ahora, escucha.

De a poco también emprolija la cáscara que, según considera, debe tener un futbolista de elite. Su aspiración es jugar en las grandes ligas de Europa. Por eso, afinó la puntería también en los detalles: su cuenta de Twitter ahora es manejada por profesionales. Desde octubre pueden leerse consignas marketineras, en las que Teo agradece el millón de seguidores y sortea botines. Antes, era enteramente él: “Qué lindo es ser negro”, señaló en agosto. El maquillaje ya se le nota hasta en los 140 caracteres.

El responsable. “Este es el Teo real”, dice Teo. Es el que vive tranquilo porque pasa buena parte de sus días con su mujer y sus hijos, en Puerto Madero. Y cuando su familia no está, viajan amigos desde Colombia. Y cuando no, su padre. Y su madre. Y tal vez, su abuela: “Las empanadas de mi abuelita me hacen más goleador”, dijo después de que River le ganara a Vélez 1 a 0 con un gol suyo, en el semestre anterior.

La última vez que estuvo cara a cara con su padre fue en Bogotá, antes de partir a Estados Unidos de gira con su Selección. Ya en New York, les deseó suerte a sus compañeros de River, que debían jugar un partido del torneo local sin él. Todo un gesto. Aunque a veces díscolo, a veces solitario, Teo cambió. Teo es Gutiérrez.

 

El turno del torneo local

El tema es el espacio. La cancha. Esa Bombonera chiquita que es la casa de Rafaela. Eso sí, los 97 por 62 metros son las medidas del campo de un estadio conocido como el Nuevo Monumental. Un nombre que a River le suena familiar, más allá de las dimensiones.

Marcelo Gallardo señaló ayer que su equipo no debe generarse “ningún trauma” por el terreno de juego. “Este equipo sabe jugar en espacios reducidos. Tenemos jugadores de buenas características técnicas y veloces para hacerlo”, argumentó ayer el entrenador en declaraciones al programa radial América & Closs.

Sobre los esquemas y cómo imagina el partido, no aventuró cambios: “Entiendo que los rivales te quieren ganar, no creo que ellos cambien, nosotros tampoco”. La otra cuestión para tener en cuenta es la rotación. River volverá a jugar por Copa Sudamericana este miércoles ante Estudiantes. Será el comienzo de una saga de tres partidos en ocho días contra el mismo rival.   

Gallardo indicó: “Estamos trabajando con un grupo de jugadores que vienen rotando y lo más importante es que, juegue quien juegue, el estilo no cambia. Por ahí las características de los jugadores no son las mismas, pero la forma no cambia y no se resiente la estructura”.

De todas maneras, no quiso adelantar si repetirá el equipo para jugar la Copa. “Tenemos que focalizarnos en Atlético de Rafaela, no mirar más adelante. El objetivo es el partido que viene. Estamos pasando por un buen momento, vamos por buen camino, pero todavía nos falta la recta final”, analizó.