El invierno y la guerra se acercan

El invierno y la guerra se acercan Mañana, en simultáneo con los Estados Unidos, se estrena la serie favorita de la presidenta Cristina Kirchner. Con millones de seguidores en el mundo, en esta cuarta temporada, la Madre de los Dragones y Jon Nieve disputarán el Trono de Hierro a los Lannister. El invierno y la guerra se acercan

A paso lento, cautelosa, la diminuta Daenerys se animó a atravesar la horda silenciosa que no le quitaba los ojos de encima. Pronto, todos comenzaron a estirar sus brazos queriendo tocarla con la delicadeza que corresponde a una deidad. Y así la alzaron y ella giró, y dio vueltas y pudo sonreír con toda su blancura, arrimándose al cielo, sintiendo que por fin se va acercando hacia donde la Madre de los Dragones tiene que llegar: a dar batalla y recuperar el Trono de Hierro, ese que le usurparon a su familia tiempo atrás. La chiquilla albina, casada a la fuerza en los primeros capítulos, aprendió a convertirse en una poderosa guerrera. Así, con ella reinventada en poderosa líder en esta escena épica, cerró la tercera temporada de Game of Thrones, la serie más colosal que al día de hoy mostró la televisión. Y ahora, con millones de seguidores arañando las teclas y las pantallas de sus computadoras, llenando blogs y comentarios sólo con conjeturas, escudriñando los libros de George R.R. Martin en busca de alguna pista, por fin llegó el día: mañana por la noche es el estreno mundial de la cuarta temporada. Para nosotros, a las 22 por HBO.
El muro que se ha erguido a su alrededor cuidando que no se filtre información alguna fue implacable. Para el screening, la semana pasada, donde se proyectó el primer capítulo exclusivamente para la prensa, HBO decidió enviar a Latinoamérica una única copia a través de una de sus empleadas en persona, quien tomó varios aviones cargando de ciudad en ciudad el material cual si fuera la verdadera espada de Hielo forjada con acero valyrio. Para el resto, apenas un tráiler y algún que otro comentario acerca de los nuevos personajes fue todo lo que quisieron dar. Cierto que no se trata de un capricho: Game of Thrones trabaja sobre una estructura impredecible, donde todo se puede, incluso decapitar a sus protagonistas (ya se ha visto en el noveno episodio, La boda roja, del año pasado, donde hicieron desaparecer a varios de la cúpula de los Stark); y ése es uno de sus grandes atractivos: la sangre y la sorpresa. Las espadas entran y salen de los cuerpos constantemente y, hasta el momento, treinta de los personajes principales han dejado de existir.

Entonces, para la cuarta temporada sabemos poco. Que los Stark que quedan andan desperdigados, con Ayra todavía en el bosque pero más crecida y ya con un muerto de su autoría. Los Lannister se mantienen en el trono y el despótico y absurdo pequeño rey –Joffrey– ha encontrado, por el momento, el bastón perfecto: su prometida Margaery Tyrell, quien con sus gestos caritativos logra acercarlo al pueblo que lo despreciaba. Todos continúan mirándose de reojo, siempre alertas para descubrir de qué lado vendrá el sablazo. El Norte, el Este y el Sur les avanzan amenazantes. A Daenerys Targaryen sólo le falta conseguir los barcos y llenarlos de sus obedientes Inmaculados. Los ejércitos de Salvajes. Los Caminantes Blancos. Oberyn Martell, la Víbora Roja. Nadie puede quedarse quieto en esos universos de decapitaciones, degüelles, traiciones, de políticas descarnadas. Un descomunal surtido de personajes y tramas que se enzarzan a la perfección y buscan el mismo objetivo: hacerse con el poder. Y aunque los haya en distintas gamas, no hay ninguno que no esté limpio, que no haya traicionado para convertirse en el mandamás de los Siete Reinos. La guerra se acerca. Lo que hemos visto hasta ahora apenas fueron batallas.

Otra de sus grandes incógnitas, fuera del ámbito del contenido, es cuánto cuesta la serie. HBO no da cifras, sólo deja jugar asegurando que es una de las más caras de la historia. Sesenta millones, se dice, costó la primera temporada y que se incrementó el presupuesto en las siguientes. Sin embargo, esos supuestos números se muestran alejados de los 150 millones de dólares que pusieron para The Pacific… Aquí trabajan alrededor de cien utileros, y otro tanto de vestuaristas, repartidos en las dos unidades que ruedan a la vez. Es que los escenarios pertenecen a distintos países: Irlanda, Islandia, Croacia, Marruecos (hoy se ofrecen tours turísticos por esas mismas locaciones). Con todo esto, más importantísimos fondos computarizados, se arma el fantástico continente de Westeros. Un mundo fantasioso, desbordado, donde todo es posible. Sólo hay una línea certera: “La muerte marcha sobre el Muro. Y otra línea más: “Todo hombre debe morir”. Los dragones han crecido.

Nuevos personajes. Entre las escuetas novedades, sabemos que en esta cuarta temporada se verá La boda púrpura con más muertes que en La boda roja, y se incorporan algunos personajes. Pedro Pascal es “el talento latino”, como les gusta decir, que se suma: actor chileno con aires de Liam Neeson quien interpreta a Oberyn Martell, la Víbora Roja. Y viene con amante: la británica Indira Varma. Otro personaje importante, parece, es Daario Naharis, interpretado por el holandés Michiel Huisman, quien será el ladero de Daenerys. Por su parte, los Salvajes tendrán su líder: Yuri Kolokolnikov (sí, ruso) en el rol de Styr. Y sabemos de dos más: Roger Ashton-Griffiths, reconocido actor inglés que ha trabajado en cine con grandes directores como Scorsese, Greenaway, Allen, Polanski; y el gigante islandés Hafþór Júlíus Björnsson, elegido en 2011 como el hombre más fuerte del mundo.

Como puede verse, las renovaciones de elenco parecen ser escogidas para todos los gustos. Alguna de ellas podrá hacerle sombra al extraordinario Tyrion Lannister? Porque hoy, más allá de la trama, el poderío lo sigue conservando Peter Dinklage.

 

“El ‘Matarreyes’ me cambió la vida”

Gustavo Méndez
Uno de los personajes más seductores de Game of Thrones es Jaime Lannister. Un apuesto y excelente guerrero defensor de La Casa Lannister, interpretado por Nikolaj Coster-Waldau, quien durante las primeras tres temporadas tuvo escenas de incesto con su hermana Cersei, intentó suicidar al pequeño Bran de La Casa Stark empujándolo por un balcón, después fue secuestrado por los Stark, torturado y le cortaron su mano derecha –la más hábil, de las que todos en Poniente temían– y sobrevivió gracias a Brienne de Tarth, una guerrera huérfana de su Rey Renly de La Casa Baratheon. “Encontrar a Brienne y entrar en contacto con ese tipo de inocencia pura –además de la enorme creencia de ella en la importancia de hacer las cosas correctas y ser honrado– hizo que recordara quién era y tal vez quién todavía quiere ser, y de lo que él cree para poder cambiar”.

En la cuarta temporada que estrena mañana (a las 22 por HBO), Jaime atraviesa una transformación intentando recuperar su lugar en Desembarco del Rey como Comandante de la Guardia Real. “Encuentra a su familia en problemas y debe lidiar con su hermana. Quiere desesperadamente reconciliarse con ella, pero muchas cosas cambiaron. Se nota que hay amor verdadero entre ellos”, adelanta Coster-Waldau.

“El Matarreyes” –así lo apodan en todo el reino por haber asesinado al monarca Aerys II Targaryen– tendrá una mano de oro hecha por un orfebre, deberá aprender a manejar su espada con la izquierda, recibirá constantes ninguneos de su hijo-sobrino, el rey Joffrey, y su padre le ofrece dejar la Guardia Real ante su imposibilidad y enviarlo lejos para hacerse cargo de Roca Casterly. El no acepta. “Fue un desafío muy grande –asegura Coster-Waldau–. Me molestaba mucho el guante porque soy diestro de verdad y nunca fui bueno con la mano izquierda, entonces fue un doble aprendizaje para el personaje y para mí. Conversé mucho sobre eso con los creadores Dan (Weiss) y con David (Benioff) porque él no podía ser completamente torpe con una espada en la mano porque es un soldado que entrenó toda su vida”.

—¿Cómo afectó tu personaje y el éxito de Game of Thrones a tu carrera?
—Soy actor desde hace más de veinte años y siempre tuve suerte en el trabajo, pero hacer una serie como ésta es muy distinto por la popularidad. Un trabajo así abre puertas. Sobre todo porque las personas miran la serie y de repente los directores o productores que querías que conocieran tu trabajo están viendo tu actuación. Dejas de ser una apuesta a ciegas. Te conviertes en real. Entonces, desde el punto de vista comercial, es fácil que ellos piensen que deben llamar a ese sujeto. Algunas oportunidades que surgieron para mí en los últimos dos años seguramente están relacionadas con Game of Thrones. Y estoy muy agradecido por ello.

—¿Qué has hecho?
—El año pasado hice una película con Juliette Binoche, que me encantó. Después, hice la comedia A Thousand Times Goodnight y The Other Woman, basada en una obra de teatro de Broadway, con Cameron Diaz, que se estrena ahora en abril. Fue muy distinto. No sé por qué el director Nick Cassavetes me eligió, pero estoy muy agradecido porque fue muy diferente. Hice una película en mi país (Dinamarca) que no la habría hecho si no fuera por Game of Thrones. Fue muy interesante, con Susanne Bier. ¡Ella se hizo una gran fan de Game of Thrones! Y ahora me estoy yendo a Australia para hacer una película norteamericana con un gran presupuesto llamada Gods of Egypt.