La estrella adolescente más famosa del mundo llega el 6 de noviembre para dar sus shows, rodeado de absoluta confidencialidad. Informe exclusivo del astro canadiense y el Z Festival con sus artistas invitados. Ya agotó el primer River y quedan entradas para el segundo.
Es el cantante adolescente más famoso del mundo. Esa es una de las razones por las que Justin Bieber exige siempre y bajo contrato, estricta confidencialidad. La empresa que lo contrata, en este caso Fénix Group, está comprometida a no revelar detalles de sus pedidos, nombres de sus acompañantes, salidas nocturnas y demás. Pero se pudo saber que estará alojado en el Faena de Puerto Madero, donde ocupará la Imperial, y varias habitaciones del Porteño para su gente. En el hotel, y para evitar problemas con sus fans han armado un operativo que impedirá a los menores de edad ingresar allí, y habrá vallas de contención para que las guardias que se instalan en el lugar no hagan tanto escándalo como para no dejar dormir a los vecinos.
Justin aquí. Llega en avión privado a la Argentina la estrella internacional que tiene 57 millones de fans en Facebook, 45 millones en Twitter y que tardó apenas 22 minutos en vender un Madison Square Garden. Llega Justin Bieber, y hay 1.500 personas trabajando para sus shows, con lista de pedidos en los que abundan agua y frutas. Los argentinos tendrán la oportunidad de estar cara a cara con el jovencito de 19 años que sumando música efectista y escándalos en los medios ha logrado la fórmula perfecta para llenar estadios en todo el mundo y vender casi 13 millones de discos. En Buenos Aires hubo una reacción inicial poderosa: en cinco días se agotaron las entradas para el show del 9 de noviembre (50 mil tickets). Para la segunda fecha, la del 10, queda bastante lugar disponible: hasta el momento se vendieron 20 mil entradas, la misma cantidad que en Córdoba, donde el canadiense se presentará el 8. Bieber no permanecerá mucho en el país: llegará sobre la hora a Córdoba, previa escala cortísima en Buenos Aires, y el 11 rumbeará para Chile, paso previo a México en el Believe Tour, segunda gira internacional de su carrera que arrancó el 29 de septiembre de 2012 en Glendale, Arizona (Estados Unidos) y terminará en Perth (Australia), el 8 de diciembre de este año. Son, en total, 154 shows.
El operativo de seguridad que rodeará a Bieber será importante, con gente que viene con él del extranjero y personal local. En total, son más de cien personas las que integran el staff que trabaja con el artista en esta gira. La seguridad no es un tema menor para alguien que se especializa en inventar escándalos como estrategia de promoción. El último –hasta el momento– es una pelea con la seguridad de una discoteca de Corea del Sur. Bieber pretendía que el DJ pinchara hip-hop, la negativa lo puso nervioso y terminó empujado a la salida junto con su séquito de guardaespaldas. Pero también usa maneras más tradicionales de impulsar su carrera: hace unos días, lanzó una nueva canción, titulada convenientemente All That Matters (Todos estos problemas), en el marco de los #Music Mondays, un programa de regalo semanal a sus fans. Durante diez semanas habrá una nueva canción que sus seguidores en Twitter podrán descargar sin costo. Y la plataforma es aprovechada para anunciar el próximo estreno de Believe 3D, una película que llegará a cines de todo el mundo el 25 de diciembre de este año. Ya hay un teaser de 35 segundos que revela el tono del film, un seguimiento bastante convencional de los primeros tramos de esta gira, con apariciones de mamá Pattie y de Usher, músico exitoso, dueño del sello US Records y socio fundamental. Antes de All That Matters, Bieber había mostrado Heartbreaker, una balada sobre la pena amorosa que, todos dicen, está dedicada a Selena Gómez, una de sus ex novias más célebres. Los dos temas estuvieron en el Top Ten de canciones más vendidas de iTunes (All That Matters fue número uno).
Escándalos y negocios. Este año, Bieber también publicó a través de Instagram una imagen en la que se lo podía ver con lo que parecía un guión de Batman vs. Superman, un film de Zack Snyder que los fans de DC Comics esperan ansiosos, y que generó mucho revuelo en internet. No son muchos los que están conformes con la elección de Ben Affleck para encarnar al popular hombre murciélago, y menos los que aceptarían que Bieber se calce el ajustado traje de Robin. Al rato, el propio Justin aclaró que era una de sus habituales bromas en las redes sociales y se puso a pensar en otra idea para atraer la atención de los medios, siempre bien dispuestos a concederle espacio. Comentó entonces en Twitter que había cenado con una ex pareja, Jacque Rae Pyles, y rápido la prensa recordó que en los últimos meses Bieber tuvo otras tres novias: Selena Gómez, Ashley Moore y Jordan Ozuma. Selena salió esta semana al cruce de los rumores alrededor de la canción Heartbreaker con una declaración diplomática: “Creo que es buena música. Justin es talentoso y capaz de interpretar sentimientos a través de la música. Es lo que te hace crecer como artista, lo que yo hice y mucha gente está haciendo. Creo que es dulce”, dijo sobre su ex, símbolo del éxito planetario de la era de internet con el récord en YouTube de 300 milllones de reproducciones del video oficial del tema Baby, con el que superó al famosísimo Bad Romance de Lady Gaga. Bieber es, según la revista Forbes, la tercera celebridad más “poderosa e influyente” de la actualidad, un estatuto logrado en apenas cinco años. El espectáculo que trae a la Argentina está apoyado en un fuerte despliegue técnico. “Hay más pirotecnia visual que fundamento musical”, aseguró el diario La Vanguardia de Barcelona este año. La gira tampoco estuvo exenta de polémicas: un desmayo en Londres, un show cancelado en Lisboa, rigurosa impuntualidad y comunicados atacando a la prensa que lo critica fueron parte del menú de una estrella del show biz para la que todo suma. Durante los conciertos, Bieber recuerda su infancia, aparece en las pantallas gigantes caracterizado como una especie de James Bond y canta la balada Fall montado en una grúa y acompañado únicamente por una guitarra acústica, uno de los pocos momentos donde se lo puede observar y escuchar sin aditivos.
Junto con Bieber, en el marco del Z Festival, serán parte de la jornada el australiano Cody Simpson y la canadiense Carly Rae Jepsen, famosa por su hit adolescente Call Me Maybe). Bieber vuelve al país después de dos recordados –por su exitosa convocatoria–recitales en octubre de 2011, también llevados a cabo en River. El Z Festival, dicen sus organizadores, está destinado a “la generación post Y” (la generación Y, sucesora de la X, criada al calor de MTV, es la de los jóvenes nacidos a partir de la década del 80). La idea central de cruzar música con nuevas tecnologías y moda.
Está claro que el fenómeno Bieber excede largamente lo musical, lo mismo que ocurría con Michael Jackson, quizás su modelo más obvio. Está claro también que Bieber tiene menos talento que Jackson, aunque en términos de negocios vaya por un camino parecido. Mientras soporta el asedio de sus fans en cada lugar que pisa, Justin cuenta billetes y suma gastos suntuarios. Es un apasionado de los autos caros como el Fisker Karma, un modelo deportivo híbrido fabricado en Finlandia cuyo precio asciende a los 100 mil dólares. El Fisker Karma puede alcanzar velocidades de hasta 200 kilómetros por hora, pasando de cero a cien en 6.3 segundos. Hace unos meses, Bieber fue detenido en una autopista cercana a la casa donde reside en California y recibió una multa por conducir ese automóvil a 160 kilómetros por hora. Naturalmente, no tuvo muchos problemas para pagarla