Walter Herrmann estuvo retirado, pero volvió para brillar y sueña con el Mundial. Su historia.
Muchos pensaron que estaba acabado, que jamás volvería a jugar al básquet. Que su talento esparcido en cada cancha era algo que pertenecía al pasado. Pero no. Walter Herrmann volvió recargado y con ganas de volver a ser aquel inmenso jugador campeón olímpico que dejó su marca en todo el mundo.
El Gringo fue el más laureado en los premios de la Liga Nacional de Básquet, al ser elegido por la prensa especializada como el Jugador Más Valioso de la temporada (22.4 puntos de promedio en Atenas), el mejor jugador nacional y el alero del quinteto ideal de la competencia. Arrasó con la cantidad de votos (31) y dejó en el camino a un fuera de serie como Facundo Campazzo.
Herrmann fue claramente el más desequilibrante de la Liga y, pese a quedar fuera de competencia tempranamente, demostró que le sobra talento para jugar en Argentina. Hasta recibió la felicitación de Julio Lamas, quien seguramente lo tendrá en cuenta para el Mundial de España. “Es una alegría que hayas recuperado el interés y las ganas por jugar”, le escribió el DT en su cuenta de Twitter.
Es que Herrmann estaba (increíblemente) retirado. En 2010 dejó el Caja Laboral de la prestigiosa Liga ACB de España, donde fue campeón, y abandonó la práctica profesional. Incluso se hicieron esfuerzos para que jugara el Mundial de Turquía aunque nada pudieron hacer dirigentes y hasta Sergio Herández para convencerlo de que vuelva a vestir la celeste y blanca, con la que vivió momentos gloriosos como el Oro en Atenas 2004.
Su nombre vuelve a los primeros planos y eso es una gran noticia para el básquet argentino.
Pero la historia de un campeón, con pasado NBA, no podía terminar mal. El amor por la pelota naranja, aquella que Herrmann puede agarrar sin dificultades con una sola mano, pudo más y el regreso a las canchas fue en el patio de su casa: Venado Tuerto. Allí jugó en 2011 con sus amigos en el club Unión Deportiva Chanta 4 y los ayudó para salir campeón de la liga venadense.
Hasta ese entonces, era todo muy casero, relajado, amateur. Hasta que en mayo de 2012 recibió una llamado fundamental que volvió a encender la llama interior del gigante de 2.06 metros. Un seleccionado argentino con mayoría de juveniles, dirigido por Néstor García, realizaba una gira por Angola para jugar algunos amistosos y Herrmann estaba en esa nómina. Con 32 años volvía a vestir la camiseta que no lucía desde el Mundial de Japón en 2006.
“El básquetbol me sigue gustando y mucho más ponerme la camiseta de la Selección. Cuando volvamos de Angola, voy a definir si vuelvo a jugar profesionalmente”, había dicho Herrmann antes de la gira en 2012. Atenas de Córdoba, equipo más ganador en la historia de la Liga Nacional, donde el Gringo fue campeón en la temporada 2001/02, lo estaba esperando con los brazos abiertos, con la intención de recuperarlo. Y vaya si lo hizo.
En el año del Mundial, Herrmann pide pista para volver a la Selección. Lamas lo tendrá en cuenta. Por presente, experiencia, físico y talento, el alero santafesino puede ser el recambio del Chapu Nocioni y pelear un puesto con Marcos Mata. Si bien hay tiempo para pruebas, su nombre vuelve a los primeros planos y eso es una gran noticia para el básquet argentino.
La vida le puso duros obstáculos en su camino. En 2003 perdió a su madre, hermana y novia en un accidente automovilístico y un año más tarde, a su padre, luego de la final del Sudamericano en la que le marcó 37 puntos a Brasil. Pero supo dar vuelta la página haciendo lo que más le gusta. Hoy, el básquet lo vuelve a recuperar y lo premia. Quizás no sea el último galardón y seguramente haya alguna sorpresa más.
(*) Redactor de 442