El fútbol (el mundo) como supermercado

autorEl fútbol (el mundo) como supermercado La televisión como una góndola: de Ramón Díaz y Mauricio Macri a Robertito Funes y Cuggini.   El fútbol (el mundo) como supermercado

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Hugo Asch

“Nunca ha sido tan fácil como ahora situarse en una ‘posición estética’ frente al mundo: basta con dar un paso al costado (…) apagar la radio, desenchufar el televisor, no comprar nada, no desear comprar”
Michel Houellebecq (1958); de ‘Aproximaciones al desarraigo’ (1997)

Televisión sin sonido, internet, la radio y yo tecleando, todo al mismo tiempo. El hombre dominado por el ente, diría Heidegger. Sólo una mujer es capaz de hacer todo esto a la vez sin marearse, pienso, mareado.
Me siento como frente a la góndola de un supermercado. A ver: Mauricio y Ramón sonríen, como cuando apostaban camionetas importadas en cada superclásico. Ah, aquellos dorados años del uno a uno, único empate que se festejaba, y cómo. Ambos están en La Rioja. Un no sé qué hace que uno intuya lo que Mauricio tiene ganas de hacer, y el tipo va y lo hace, claro. Lo postula a Ramón Angel Díaz para gobernador; como Carlitos, el que supo ser el riojano más famoso pero ya no, porque ahora el famoso es él, je, el más ganador de la historia en River, nada menos.
Ramón, que estudia una jugosa oferta, tiki taka, para dirigir el Al Ittihad, un club árabe, sonríe algo turbado y agradece: por ahora no, je, pero quién sabe, ¿no? Promete trabajar “para que Macri sea el gran presidente para 2015”. Qué lindo momento. “Yo sólo quiero ayudar”, susurra Ramón, humilde hasta el asombro. “Es un hombre prudente y acá la gente lo quiere muchísimo”, se relame Mauricio, banderitas amarillas y click, fotos. Alguien desliza: ojo que tiene en carpeta al Burrito Ortega para Jujuy, eh. Sonrisas incrédulas. Bah. Lo mismo pasó con Miguel Del Sel y ahí lo tienen en Santa Fe, firme, con el sueño trunco del Soldado Chamamé como bandera. Ay.

Zapping. Gerardo Morales posa con Massa y la fórmula da desbande general, miradas de reojo, amagos, furia. UNEN, qué nombre tan exótico, diría Jorge Luis. Epa. Una tal Iglesias Fernanda lo saca de quicio a Chiche Gelblung en el programa de Doman. Con la sutileza de un mamut en una cristalería, balbucea sobre un tema delicado, muy personal. Gelblung deja el estudio, el panel se queda chapoteando en el barro y pienso que nada podrá superar la animalidad de ese desdichado momento televisivo. Me equivoco.
Aparece, oh no, un video de Robertito Funes Ugarte, el cronista cool de C5N, mientras cubría la internación de Sofovich. Allí en la vereda, fuera de cámara, aburrido, se hace el gracioso en los cortes, payasea, dice barbaridades. Nada grave, salvo que a un vivo bárbaro se le ocurre grabarlo y subirlo a internet. ¿Entonces? Entonces la tele huele sangre, lo reproduce entero, con subtítulos por si no se entiende bien; y estira la cosa con estúpidos debates sobre moral y buenas costumbres. Un asco, y no me refiero a Funes ni a su bizarro sentido del humor.

Deberían haberme grabado hace años, en algún cierre tardío de Clarín –el viejo, no éste, que Dios me libre y Sabatella me adecúe–, página en blanco, sin noticias, rogándole al tipo de la cablera: “¿Che, ¿no tenés algún muertito para mí?”. Y cosas peores. Si merezco cepo por eso, ok: tortúrenme junto a Funes. Te banco Robertito, seas quien seas.

Ops. El peluquero Cuggini hace malabares para explicar qué quiso decir cuando bramó en el programa de Mauro: “¡Dictadura no es mala palabra!”. Es inútil. Desbarranca. “Soy bruto”, confiesa y es lo último que alcanzo a oír. Cambio a una señal deportiva: necesito tema para la columna.

“Nunca fuimos candidatos al título, pero sí estamos para pelearlo”, dice uno ¿de Racing? ¿de Independiente? ¡Santo Bragarnik!, no pude darme cuenta de quién hablaba. No importa: todos dicen lo mismo. “Pelearlo y perderlo”, deberían decir si quisieran ser precisos. Pero nadie quiere ser preciso. Hablan SuperMancuello y el Increíble Bou, los héroes menos pensados. “¿Boca se quedó afuera?”. Escucho esa letanía desde los turbulentos tiempos de Bianchi. Que sí, que no, que mientras haya chances matemáticas… ¿Todas las semanas lo mismo? Y, sí.

Pero… Por fortuna no todo es hastío y frases hechas, muchachos.
Allí está el Cholo Simeone, que cruza el océano para ver jugar a su hijo Gio con la 9 de River, en San Juan. El chico pega una en el travesaño y yerra dos más, pero nada importa. “Está creciendo y eso me pone muy feliz”, dice el técnico metrosexual que además de gastar sus muchos euros en impecables Armani negros, puede volar, literalmente, sólo por amor.

Y acá Juan Sebastián Verón, ya presidente de Estudiantes, los ojos vidriosos, nudo en la garganta, buscando con la mirada en las filas altas del gimnasio a su papá, la Bruja original, prócer, mito, el cantito de la escoba, años 60, zurda mágica. Verón, lo he escrito más de una vez, jugaba de sí mismo y valía mucho más que la suma de sus virtudes, que no eran pocas. Eso es un líder. Que a los 31, y entero, renunció a los millones y volvió a su lugar en el mundo. “Todo por un color”, cantaba Spinetta. Es eso, exactamente. Uf. Amo a esos tipos.
Otro canal. ¿Y eso? Una bestia –empresario, leo– tira abajo dos casas del plan ProCreAr del barrio Etcheverry, en La Plata, montado en una topadora. Bla, bla y una palabra: usucapión. No hay video. Lástima. ¿Será sólo por eso que este caballero motorizado no se convirtió en otro Gastón Aguirre, la Ira de Dios? Mmm…
Basta.
Recuerdo un texto de El mundo como supermercado, el libro de Houellebecq. Lo busco. Acá está. Leo. Habla de la “revolución fría” que cada individuo es capaz de producir para situarse, por un instante al menos, “fuera del flujo informativo-publicitario”. Basta con dejar de participar –dice–, dejar de saber; suspender temporalmente cualquier actividad mental. Basta, literalmente, con quedarse inmóvil unos segundos.

Ah… Gracias, Michel. Eso hago, mientras una lágrima gorda como de Botero me recorre la mejilla ahora que recuerdo la escena con los dos Cholitos, las dos Brujas, mismo ADN; el padre y el hijo.

(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario PERFIL.