Segura entregó las llaves del club, Borghi el equipo y el cocinero, sus convicciones. Los detalles del acuerdo más insólito.
Augusto Do Santos
Muchos se preguntan cómo hizo Argentinos Juniors, que descendió de categoría, para incorporar como refuerzos a los mejores jugadores de los equipos más grandes del país: Cristian Lobo Ledesma de River y Juan Román Riquelme de Boca. En cuanto al volante central, no hay mayores misterios: es un hombre de códigos y, al irse del club de Núnez el futbolista volvió al primer amor, el club que le dio la posibilidad de demostrar su talento.
Con respecto al diez, la clave pasó por el increíble contrato que le ofrecieron el presidente, el entrenador y el encargado de la cocina de la institución de La Paternal, Luis Segura, Claudio Bichi Borghi y Sergio Abuela Menéndez, respectivamente. La cláusula más sencilla pero no por eso menos escandalosa es la que tuvo que aceptar el mandamás: buscar alguna excusa, como la de la necesidad de asumir el cargo máximo en la Asociación del Fútbol Argentino, y dejar el poder y las llaves del club en manos de Riquelme.
Por su parte, el director técnico también tuvo que firmar algo por demás complicado: en primer lugar, comprometerse a no darle ningún tipo de indicación que se vincule al fútbol; podrá hablar con él del juego, pero de ninguna manera como una autoridad sino como un amigo, y siempre y cuando haya sido el propio jugador quien haya propuesto el diálogo. La única indicación permitida (más aún, exigida) es la de decirle, en cada charla técnica antes de los partidos y a viva voz para que escuche el resto, lo siguiente: “Vos hacé lo que quieras, genio inmortal”.
Pero, más aún, entre las reglas que debe seguir el bueno de Borghi figuran: asegurar que, al menos una vez por partido, un compañero lo habilite a Riquelme sobre el costado izquierdo de la medialuna rival, dejándolo con máximo un defensor enfrente y en clara posición de remate; prometer que, en todos los encuentros, jugará un lateral izquierdo con proyección y lograr que, en cada cotejo, los atacantes prioricen ser derribados cerca del área para conseguir un tiro libre antes de intentar hacer un gol o avanzar hacia el arco; castigar con la mayor severidad a aquellos compañeros que recibieran una asistencia de Juan Román y no convirtieran (aparentemente, el contrato de Mariano Guerreiro ya fue rescindido y su representante fue obligado a colocarlo en un club de Medio Oriente).
Finalmente, resta dar a conocer las pautas que debe seguir el cocinero de la institución, el entrañable Sergio Abuela Menéndez: para el resto del plantel, la dieta exigente y acorde al fútbol profesional; para Juan Román, de desayuno, una mesa de jamones y quesos, un plato surtido de diferentes galletitas dulces, un canasto con tostadas y platos con manteca y dulce de leche, una bandeja con facturas (dos cañoncitos, una de crema pastelera, dos tortitas negras y una medialuna de manteca), mate (sin azúcar, para cuidarse). Al almuerzo, asado todos los días; nutrida entrada de achuras (chinchulín, chorizo, morcilla, molleja, riñón, salchicha parrillera, provoleta); y luego, día a día, rotar el plato principal (vacío, bondiola, asado, matambre a la pizza, entraña), siempre acompañado de papas fritas (más bien crocantes) y vino tinto. Asimismo, en casos de que hubiese doble turno o concentración, Abuela Menéndez deberá repetir en la merienda el desayuno y en la cena el almuerzo.
*IN TEMPORE: Esta investigación y este compromiso con la verdad no se detiene acá. Próximamente, en este mismo espacio, los increíbles y escandalosos contratos que firmaron los clubes para convencer a sus grandes refuerzos; Milton Caraglio (Vélez), Hernán Fredes (Arsenal), José Fuenzalida (Boca), Claudio Corvalán (Newell´s), Nicolás Cabrera (Quilmes) y más.
(*) especial para 442