Es válido juzgar lo que ocurre dentro del Colegio desde «afuera» y desde miradas subjetivas y convenientes pero lo es más escuchar otras voces, las que transitan, viven desde sus aulas, la de los otros docentes, los que no sólo se comprometen con su labor, trabajan sino también bregan por el crecimiento de nuestro histórico Colegio.
Tenemos que reconocer que la institución que legó la dirección de la destituida rectora (medida unilateral, lamentable y poco ética), es producto de años de acefalía: así es que heredamos un establecimiento con falta de gestión, de conducción, de genuinas acciones en pos de un óptimo manejo desde y hacia lo institucional, con falta de controles, de seguimientos. Males devenidos a vicios. Muchos de ellos muy difíciles de abolir pues están instituidos.Todo cambio, toda intensión en él, en reencausar nuestro Colegio, bregando por el progreso conlleva riesgos; se evidencia esto en conflictos que involucran a un gran espectro de diferentes actores que lo viven. Tensiones que se agudizan cuando se confunden las realidades, de ese Colegio y el de ahora.
El rol directivo demanda un posicionamiento frente a estos problemas. Hasta en esto nos hemos olvidado, es otro mal. No es grato que nos marquen errores, detalles a mejorar o que nos sugieran que solamente trabajemos. Lo que se está viviendo en nuestro Colegio es producto de esas licencias, de «querer seguir haciendo en muchos casos – lo que nos place». Y no es así. El espíritu de ser «el heredero» del Gral. Urquiza con los años devino a forzarnos a ser herederos involuntarios de una universidad donde se imparten directivas, que tienen que ser acatadas, así fue tal última decisión en apartar a nuestra rectora. Esa es la realidad. UADER demanda que en un tiempo ya estipulado nuestras cátedras salgan a concurso, corriendo el riesgo de que nuestros puestos puedan ser ocupados quizá – por personal ajeno a todo espíritu de compromiso, personal que quizá – diste de ser idóneo.
En vez de responder a fortalecer el prestigio institucional- educativo, ellos se ocupen- quizá- de tan solo cumplir horarios y dictar consignas. Ningún rol -se demuestra- escapa a esta futura realidad. Posiblemente estemos viviendo esto disfrazado bajo el marco de víctimas y victimarios. Y estaremos sumidos a esta parcial mirada hasta que una verdadera mano justa evalúe y dictamine verdaderas y no subjetivas responsabilidades. A la luz de la verdad y no a la madrugada. Pensamiento ambiguo si los hay, y es nuestra pregunta que esperamos alguien pueda contestar: ¿A que lógica responde que un docente haciendo práctica de su mérito, siendo miembro activo del Colegio desde hace muchos años, teniendo como objetivo reencausar el mismo como institución de prestigio, sea el mismo que en tan poco tiempo actúe con acciones contrarias, desacreditando su institución, socavando su figura?. Tenemos que aprender a mirar la realidad con otro cristal. Cristal que, parece ser, está empañado por otros intereses solapadamente encubiertos que, por desgracia, atraviesa nuestro Colegio, distorsiona nuestra labor y carcome su alma.
Grupo de docentes del Colegio Superior del Uruguay J.J. de Urquiza