La relación de Pedro y Guillermo en Farsantes nació por el interés que generaba contar una disyuntiva en dos personajes hombres, donde uno no tenía recuerdo de haber tenido una experiencia homosexual en su vida (y estaba a punto de casarse) y el otro había establecido una especie de pacto intrínseco con su pareja donde cada uno hacía lo que quería
La relación de Pedro y Guillermo en Farsantes nació por el interés que generaba contar una disyuntiva en dos personajes hombres, donde uno no tenía recuerdo de haber tenido una experiencia homosexual en su vida (y estaba a punto de casarse) y el otro había establecido una especie de pacto intrínseco con su pareja donde cada uno hacía lo que quería. En ese sentido, las leyes que regían narrativamente a la pareja eran las mismas que se aplican a cualquier pareja de ficción, pero pasadas por la piel de Julio Chávez y de Benjamín Vicuña tomaron relevancia y ayudaron a un verosímil muy posible. No quise tratarlos como una caricatura de mariquitas sino como dos personas en una disyuntiva amorosa: como si fuera Claudio García Satur y Soledad Silveyra. No había una valoración de la condición sexual. Cuando hice Verdad/ consecuencia me tocó laburar con Damián de Santoy; él hacía de un gay que no sólo lo tenía que blanquear en su familia sino que su mujer estaba embarazada. Fue un quilombo importantísimo en su momento: mostramos el beso y todo. Ahora cambiaron mucho la legislación y la manera de tratar los temas. Para mí son historias de amor y no tienen que ver con la genitalidad de los personajes. Es problema del que lo recibe si lo siente de otra forma. Nunca tuvimos miedo con Pedro y Guillermo: no se podía hacer con miedo, ya que éste era el tronco de la historia. Esta era esa historia, y debía ser tratada de esa manera. Depende de la historia a veces: en Resistiré creé un gay perverso que tenía relaciones con su tía. Lo que sí era diferente en Farsantes era la mirada de los otros de esa pareja. Era muy menor la mirada del rechazo sobre dos hombres que se aman socialmente. Después cada uno lo vive como puede, pero hoy está aceptado.
Creo que en cuanto a series norteamericanas tiene que ver más con una cuestión de mercado que con una cuestión narrativa: cambió el trazo del espectador. La gente del mismo sexo hoy en muchos países se puede casar y formar familias: dejan de ser un tabú y pasan a ser un personaje más. Un foco de audiencia más.