Se fue el creador de un personaje que desde la
historieta militó incansablemente contra la injusticia,
la hipocresía y la discriminación. La eterna
rebelde se transformó en un emblema anticapitalista
que desde el humor objetó los déficits del
sistema y retrató las tensiones de una sociedad
pacata atravesada por prejuicios.
El dibujante y humorista mendocino
Quino, que falleció a los 88 años tras haber
sufrido un ACV hace unos días, será
recordado siempre por el fenómeno de
Mafalda, la niña de clase media, intelectualizada
y rebelde que hace 56 años
comenzaba a enredarse en la memoria
social y política argentina a través de una
mítica historieta surgida en la revista Primera
Plana que hoy revalida su vigencia
cuestionando totalitarismos y mandatos
familiares, sexistas y generacionales.
¿Quién es Mafalda? Quizás sea la pregunta
más frecuente que le hayan hecho
a este hombre que nunca perdió el encanto
de la inocencia: “Es una persona que
se interroga sobre el mundo y los males
que no se corrigen. Hace las preguntas
que me sigo haciendo ahora de adulto,
yo quería decir a través de ella lo que veía
mal y había que corregir. Hablo poco, por
eso elegí el dibujo para expresarme”, tuvo
que contar tantas veces.
Joaquín Salvador Lavado Tejón, tal su
nombre completo, había nacido en la región
andina de Mendoza (Argentina) el 17
de julio de 1932, aunque en los registros
oficiales, fue anotado el 17 de agosto. Desde
su nacimiento fue nombrado Quino
para distinguirlo de su tío Joaquín Tejón,
apreciado pintor y diseñador gráfico, con
el que, a los tres años de edad, descubrió
su vocación.
A los trece años se matriculó en la Escuela
de Bellas Artes, pero en 1949 “cansado
de dibujar ánforas y yesos”, la abandonó
y decidió convertirse en dibujante
de historieta y humor. Y a los A 18 años
se trasladó a Buenos Aires en busca de
un editor dispuesto a publicar sus dibujos,
pero pasaría tres años de penurias
económicas antes de ver su sueño hecho
realidad.
M de Mafalda
En 1960 se casó con Alicia Colombo y
en 1963 apareció su primer libro de humor,
“Mundo Quino”, una recopilación de
dibujos de humor gráfico mudo con prólogo
de Miguel Brascó, quien lo presentó a
Agens Publicidad, que buscaba a un dibujante
para que creara una historieta “mezcla
de Blondie y Peanuts” para publicitar
el lanzamiento de una línea de productos
electrodomésticos llamados Mansfield,
razón por la que el nombre de algunos de
los personajes debían comenzar con la letra
M, de ahí Mafalda.
Finalmente, Agens no hizo su campaña,
pero Quino se quedó con unas pocas tiras
que le serían útiles unos meses después,
cuando diera vida al personaje que lo haría
famoso.
La tira que lo inmortalizó bosqueja las
tribulaciones de una niña que entremezcla
un mapa de afinidades y rechazos acordes
a su edad -el odio a la sopa, el amor
a los Beatles- con una menú de temáticas
asociadas al mundo adulto, donde tienen
lugar sus apreciaciones sobre la paz, los
derechos humanos y la democracia.
“Mafalda vive en un continuo diálogo
con el mundo adulto, mundo al cual no
estima, no respeta, hostiliza, humilla y rechaza,
reivindicando su derecho a seguir
siendo una niña que no quiere hacerse
cargo de un universo adulterado por los
padres”, la definió alguna vez el semiólogo
y ensayista Umberto Eco.
Militante incansable contra la injusticia,
la hipocresía y la discriminación, la eterna
rebelde supo resumir las contradicciones
de la época: por un lado el descontento
frente al rumbo de la economía pero al
mismo tiempo la expectativa latente de
un cambio social impulsado por los coletazos
del Mayo francés y los movimientos
revolucionarios que se replicaban por entonces
en distintas regiones de América
Latina.
Mafalda se publicó por primera vez en
la revista Primera Plana el 29 de septiembre
de 1964 y se transformó rápidamente
en un emblema anticapitalista que desde
el humor objetó los déficits del sistema y
retrató las tensiones de una sociedad pacata
atravesada por prejuicios atávicos,
librada a los desatinos políticos e inmersa
en un clima de beligerancia impuesto por
la guerra de Vietnam y el fantasma de la
Guerra Fría.
No solo eso: la tira, que fue traducida a
30 idiomas y lleva vendidos en la Argentina
más de 20 millones de ejemplares, se
hizo fuerte en la representación de distintos
arquetipos sociales consustanciales a
los 70, desde el ama de casa confinada a
la vida familiar y absolutamente indolente
con las problemáticas del mundo exterior
hasta la rebeldía multipropósito de los jóvenes.
El gran éxito y fama internacional no
impidieron que Quino, el 25 de junio 1973,
tome una decisión para algunos desconcertante:
no dibujar más tiras de Mafalda,
pues ya no sentía la necesidad de utilizar
la estructura expresiva de las tiras en secuencia.
”A veces siento que la gente me
reprocha como a un criminal de guerra
que hace 26 años mató a nueve personas:
los nueve personajes de la historieta. Yo
digo que Mafalda es un dibujo, no una
persona de carne y hueso. Qué raro eso,
¿no? Porque a veces me tratan como si
fuera un asesino”, indicó el dibujante en
una entrevista otorgada en 2004.
Quino publicó también los libros de
historieta “Mundo Quino”; “Quinoterapia”;
“A mí no me grite”; “Yo que usted?”;
“Gente en su sitio”; “Potentes, prepotentes
e impotentes”; “Sí, cariño”; “Yo no
fui”; “Humano se nace”; “Bien, gracias,
¿y usted?”; “Hombres de bolsillo”; “A la
buena mesa”; “Ni arte ni parte”; “Déjenme
inventar”; “¡Qué mala es la gente!”;
“¡Cuánta bondad!”; y “Cuentecillos y
otras alteraciones”. En 2014, fue distinguido
con el Premio Príncipe de Asturias de
Comunicación, el primero que se le otorga
a un dibujante en toda su historia. “Mafalda
diría que soy un traidor a mi personaje
yéndome a reunir con los reyes”, bromeó
días antes de recibir el premio en España,
un reconocimiento casi paradójico
para el personaje de una niña rebelde que
defendió sus consignas antisistema y la
igualdad de derechos, entre otras batallas
cotidianas.
Ese mismo año, el humorista gráfico
tuvo a su cargo el acto inaugural de la 40
edición de la Feria Internacional del Libro
de Buenos Aires, ante una sala colmada
y en coincidencia con los 50 años de la
creación de Mafalda, lo que provocó numerosos
homenajes en el mundo.
Además, en un gesto inédito, pocos
días después de la inauguración, brindó
una conferencia de prensa en el marco
de la feria, en la que se mostró locuaz y
divertido, y en la que aseguró que siempre
se tomó el dibujo “como una religión ortodoxa
particular”.
“Me pasaron por el costado muchas cosas
buenas que no me enteré. Incluso, mi
adolescencia fue ausente de chicas, me
gustaba mirarlas y después si quería hablarle
a una era como Felipe, me costaba
muchísimo. Me he perdido muchas cosas
interesantes de la vida, por tarado, bah”.
En ese entonces, Quino dijo sorprenderse
de ver sus propias tiras de hace 30, 40
años y “la vigencia que tienen”…