Festejan el giro al policial de Mis amigos de siempre y critican a los colegas que encaran los trabajos “de taquito”. El la convence en plena nota de incorporarla a su debut como productor cinematográfico: filmará el año próximo.
Leticia Bredice llega a la entrevista con la cara y la ropa ensangrentadas. Viene de cavar un pozo para que su personaje pudiera salir de una situación muy angustiante. En esos momentos, antes de que la escena visualmente la convenciera de que lo que había hecho quedó bien, piensa por qué tiene que pasar por eso. Después, siente que transportó magia y fantasía, que pudo contar una historia muy difícil y el mal sabor pasa y se convierte en lo opuesto. Gonzalo Heredia ya estaba ahí. El ex futbolista, el colectivero, se transformó en protagonista y héroe de la parte que rotó a policial en Mis amigos de siempre. “Estoy muy contenta y emocionada con lo que pasa, y creo que el haber sido tan distinto antes también hace que todo esto sume. La gente estaba enamorada, no estaba planteado para que fuera de esta manera y resultó”, dice la actriz que desde que se incorporó a la tira impulsó al rating del prime time de El Trece.
—¿Cómo viven el cambio y la aceptación que tuvo?
BREDICE: Es lindo cuando eso pasa, sobre todo para mí, que entro a un lugar que tenía todo armado. Es una caricia que recibo como actriz. En las tiras aprendés mucho de compañerismo. Esto lo hacemos porque hay muchos, porque nos emocionamos, porque tenemos una vida rara, porque se forma un grupo de gente talentosa que te ayuda.
HEREDIA: Eso revitalizó mi energía como actor. Fue una bocanada de aire fresco en un momento en que la tira tenía conflictos planteados
pero no tan fuertes. Me oxigenó tener que contar una historia desde cero.
—Tu personaje está atravesado por la violencia y la historia de trata de personas. ¿Investigaste el tema?
B: No me preparé de manera especial. Como cualquiera que quiere estar informado, con sólo mirar el noticiero lo conocés bastante. Vine a poner el cuerpo y a que suceda todo. Creo que eso es estar preparado.
—¿Piensan en qué les sucedería si en sus vidas les pasara algo de lo que viven sus personajes?
H: Me pasó que desde la llegada de mi hijo todo está más a flor de piel, entonces prefiero jugar a ser sin ponerme tan analítico de la situación ni de nada de lo que la rodea. Ese niño que llevo adentro es mi razón de ser para trabajar. Es sólo jugar.
B: Jamás pienso ese tipo de cosas, jamás. No tiene que ver con el método, con cómo encarar la profesión. Está bueno ser, estar y parecer en el momento. Claro que después se hace lo que se puede. No sería sano entrar a una historia así. Sería muy difícil.
—¿Pero nunca te tocó estar en ninguna situación, cualquiera fuere, como víctima o victimaria?
B: No sé si es lo que quiero contar en una nota, son cosas difíciles hasta para recordarlas. Desde muy chica en esta profesión trabajo mi vida paralela con una psiquiatra, para que me vaya ordenando lo que me sucede. Pero no, no me parece hablar de esto en una nota. Es algo mío, no creo que sea para compartir con los demás.
—¿Cómo es una manera saludable de encarar sus trabajos?
B: Creo que todo tiene que ver con uno, con la predisposición y la inteligencia del actor de poder trabajar donde sea sin subestimar a nadie. Los buenos laburos se ven en todos lados. Tal vez eso no pasaba tanto antes. Mirá lo que pasa con las series, con toda la gente que está fanatizada con ellas. Tiene que estar todo buenísimo. Mirá lo que pasa con Avenida Brasil. Hasta las novelas son buenísimas, porque en definitiva lo importante son las historias. Me predispongo igual para todo. La gente que me ve merece mi respeto porque está dándole de comer a mi hijo y a toda mi familia. Los grandes trabajos no tienen que ver con el lugar donde son realizados. Por más que el cine me haya devuelto cosas muy importantes en mi carrera, también hice grandes trabajos en televisión.
H: Depende mucho de los actores. Hay personas que se ocupan de sacar productos como chorizos, pero si vos pretendés dejar de ser una naranja más para ser un jugo, eso corre por tu cuenta. Es muy difícil ser actor. Si vos laburás sin subestimar, sin hacerla de taco, eso se nota.
—Decían que se nota cuando se subestima al público. ¿Alguna vez sintieron que la estaban haciendo de taco?
H: Lo ligo con lo que te decía antes. En el caso de Mis amigos de siempre, lo que me pasó con la llegada de nuevos compañeros, sobre todo con las ganas que entraron, fue muy motivador para que eso no tuviera lugar, me dio mucho ánimo. Y también hay que estar cómodo.
B: Al contrario, me doy cuenta por los demás. Jamás me pasó y de verdad me asusta mucho que me pueda suceder. Claro que también me permito reírme, pasarla bien, si no sería todo muy solemne.
Gonzalo Heredia canaliza el deseo de generar sus propios trabajos con la adaptación al cine del policial negro Un publicista en apuros. El actor compró los derechos de la novela de Natalia Moret y protagonizará el film, que comenzaría a rodarse a mediados de 2015. “Ya le dije a Leticia que quiero que esté, así que con esto le meto presión. Que quede escrito y grabado”, dice Heredia entre risas. “Dale, me encanta”, responde Bredice.
—Es difícil, más cuando tenés ganas de hacer comedia…
B: ¿Dije eso? Bueno, seguro, pero lo que toca toca, y está bien si los demás están contentos. A mí me gusta contagiar. Hace muchos años que no me dan comedias. Me tocan cosas difíciles, dramáticas, casi perversas también.
—“Un publicista en apuros” tiene mucho de eso.
B: Qué suerte, la haremos entonces.
—Hay un momento fuerte en la novela donde un niño le practica sexo oral al protagonista. ¿Pensaste en cómo mostrarlo?
H: Claro que lo pensé, es la escena más fuerte.
Creo que retrata más una relación de poder, donde se mide el poder de cada uno, que un problema de “mirá la sociedad adónde nos empuja”. También el personaje toma cocaína todo el tiempo, y si tenés una visión moralista es un adicto de mierda. Para mí, las veces
que el protagonista toma cocaína son muy divertidas.
Hay muchas escenas así, y si te ponés en un lugar de bajada de línea, es una cagada. También es un libro que tiene mucho humor, humor negro, claro.
B: Nosotros como actores no podemos ponernos a pensar en eso, si no, nos limitaría mucho la cabeza y los sentimientos. Todos tenemos hijos y una vida, pero si moralizamos jamás podríamos hacer a una asesina o ponerle un arma en la frente a alguien. Te quita algo que nosotros tenemos que contar. Lo más feo de la vida, lo que no se debe ver, es para lo que nosotros vinimos al mundo. Para que nos pase por el cuerpo contar esto. Si no empezamos a limpiar todo, no contamos nada y que la gente vea noticieros.
El arte de elegir un trabajo
—¿Qué es lo que más los motiva, lo que los lleva a elegir un trabajo?
H: La autogestión. Hacer un proyecto de cero, sacar el libro de mi biblioteca y llevarlo a cabo. Me gusta darle vida a algo que estaba inerte, buscar nuevos autores y encontrarme con cosas con las que puedo fantasear.
B: La historia, quién la cuenta y los compañeros. También esto es un trabajo y hay que laburar donde sea. Pero si la cosa no funciona, si el cuerpo no responde, está la opción de decir “me bajo”. Somos actores y trabajamos con los sentimientos. Es muy complicado, si no.
—¿Por eso es mejor tomarse un tiempo entre trabajo y trabajo?
B: Siempre necesito un tiempo para vivir, si no, ¿qué contás? Me gusta tomármelo, aunque no sé qué sucederá ahora.
H: Yo necesito proyectos propios, me estoy volviendo adicto a eso. Me gusta buscar nuevos autores y encontrarme con cosas con las que puedo fantasear.
—Leticia escribe, podés pedirle algo a ella.
H: Seguro, me encantaría (sonríe).
B: Siempre pienso en gente que no conozco, que esté empezando. Aunque todo lo que hago es escribir sin detenerme en mucho más. Escribí una obra de teatro que va a dirigir un amigo, pero no puedo decir nada porque todavía no la inscribí.
—¿Con el teatro te pasa igual? Estás ensayando Venus en la piel con Mike Amigorena, una obra con escenas de sexo muy fuertes. ¿Eso no afecta tu mirada?
B: Por ahora no me pasa nada con eso. Recién lo estoy transitando. Hay que ver qué le pasa a la directora. Yo soy fanática de los directores. Mis trabajos los hago bien o más o menos dependiendo de quién me ayude.