Muchos se preguntaban esta semana, si es probable que con Sergio Urribarri fuera de competencia, sería posible que el peronismo entrerriano deje al segundo elector, para las encuestas de la Rosada, en el camino.
Las cifras responden a una elección general, no a las pujas dentro del partido de gobierno, donde los números son bien diferentes. José Laurito, de él se trata, ha ratificado en estos días su idea de fortalecer el proyecto local, dejando en manos de otros, a quienes no identificó, alguna chance para la gobernación.
Es ésta una etapa donde se pone precio a las cosas. Ocurre habitualmente en la arena preelectoral, cuando cada cual muestra sus aspiraciones y el resto le explicita de cuánto estamos hablando. No se trata de dinero, se trata de política. En ese terreno son pocos los que transitan sin peludear, pero hay sólo un puñadito que, en ese ínterin, se siente todavía más cómodo. En este instante, precisamente, una cosa es lo que se dice y otra, a veces muy distinta, la verdad. Daniel Scioli, que esta semana suspendió su visita a Entre Ríos, por ejemplo, no querrá convertirse en candidato del peronismo de la mano de un candidato que cierre hacia adentro, pero que no sume afuera. Deberá recordarse que la gran electora, Cristina Fernández, no será de la partida, al menos en el territorio nacional.
Razón de más para afinar el lápiz, puesto que, aún subiendo a la Presidenta al carro del candidato que ella misma elija, las cosas no están fáciles para nadie hoy. Además, como ya se ha dicho, el peronismo necesita mantener la hegemonía aplastante en ambas cámaras, porque de lo contrario los acuerdos territoriales no alcanzarán para sostener la ola denunciadora de opositores y grupos de poder. La UCR, una tranquera abierta Desde que Jorge Busti logró arrebatarle a la UCR el tercer senador, luego de haber trazado el camino de Sergio Urribarri a la Gobernación, no hay grupo en la interna del peronismo, oficialista o no, que no tenga en agenda alguna visita a algún amigo radical. Adrián Fuertes, socio de Busti en el sector massista entrerriano, colgó una foto del encuentro que mantuvo en Sauce Montrull con el dirigente capitalino Roberto Sabbioni.
Aclararon que no hubo «acuerdos definitivos», aunque el fuertismo aseguró que es «otra fuerte señal de la voluntad de articular un frente de sectores entre la UCR y el Frente Renovador». Fuertes ya mostró fotos con el precandidato del bustismo, Gustavo Zavallo y con el dirigente del nuevo Espacio, Emilio Martínez Garbino, ambos hoy enrolados en el Frente Renovador que comanda Sergio Massa. Según informó el espacio del oriundo de la localidad del centro entrerriano, el encuentro fue para «analizar la situación política provincial y evaluar la posibilidad de un acuerdo que permita canalizar la voluntad de cambio de la mayoría del electorado entrerriano». Sabbioni es dirigente del Frente Radical Independiente, miembro del Comité Provincial e integrante del Comité Paraná de la Unión Cívica Radical. Según el fuertismo, el radical «coincidió con el villaguayense en la necesidad de buscar consensos para sacar a la provincia de la profunda crisis que atraviesa».
Desde el espacio de Fuertes en Paraná aseguraron «que un acuerdo con el radicalismo de esa ciudad aseguraría el triunfo de un frente opositor en Paraná y consolidaría las chances de iniciar una nueva etapa en la provincia, caracterizada por la transparencia, la austeridad y el equilibrio». Todo esto sin mencionar las aspiraciones de socialistas y macristas que, con cierto apoyo interno, han acercado la idea de una convergencia, que sume por uno u otro lado. Todos parecen dar por terminadas las horas del centenario partido y pretenden ahora quedarse con votos y estructura. Debe decirse también que, puertas adentro, es todavía muy difícil llenar el hueco que ha dejado en la UCR la hegemonía montielista de los últimos treinta años. La mayoría de sus dirigentes, aún los llegados precisamente, por la existencia de Sergio Montiel, no han desarrollado la capacidad de aglutinar voluntades, que tenía el veterano caudillo. También es cierto que las nuevas generaciones no han traído consigo más que algunos nombres, las más de las veces, enredados en la interna de aspiraciones, pero sin mucho sustancioso, como para arrimar apoyos.