Los rosarinos debían ganar para meterle presión a San Lorenzo, pero a los 35 minutos ya perdían por goleada. Hoy pueden quedar fuera de la pelea.
La última versión es impostora. Lucas Bernardi piensa, duda, se traba y no suelta el pase que podría poner en el partido a su equipo, que cae por goleada. Maxi Rodríguez es la sombra; un jugador que no puede ser ésa figura de la primera parte del torneo. Dos símbolos. La dimensión exacta de un candidato que se boicoteó. Como un castigo autoinfligido, Newell’s no volvió a ganar después de perder el clásico ante Central. Pecado imperdonable en Rosario, la capital del fanatismo. Pasaron seis fechas desde aquella herejía. Y anoche la evidencia se materializó en goles rivales que sentenciaron un destino. Newell’s hizo el partido perfecto para no ser campeón.
Baile. Sesenta segundos para una muestra de 90 minutos. Alejandro Barbaro insinúa la noche cuando Newell’s todavía no pone los pies en el partido. El jugador es punzante y obliga a Nahuel Guzmán a salvar a su equipo. De ese córner quedará la anécdota del gol anulado a Ferrari. Nadie revisará qué pasó en el área porque lo otro, lo que vino después, derrumba el chiquitaje. All Boys fue una máquina perfecta ante un equipo zombie. Y en 60 segundos, otros, quebró a su rival. El exquisito pase de Nicolás Cabrera fue correspondido por Maxi Núñez, que se filtró y picó la pelota ante la salida del arquero. El segundo gol fue otra perla: unipersonal de Espinoza, que clavó un zurdazo al ángulo.
Newell´s no encajaba en la escena. Si se repasa la primera hora, esos 60 minutos, no hay nada. O peor: hay desidia y una sola jugada. Trezeguet remata y tapa Cambiasso con el pie; la acción fue anulada por off side. Newell’s no era real. Lo único que generó en ataque no valió y el resto fue un artopello a su memoria. El hasta acá escolta se olvidó del libreto.
Ilusión óptica. Quizás el gol de Grana fue el que le quitó gracia a la noche. Esa conquista desterró a Newell’s para siempre del partido. Sin embargo, el equipo rosarino tuvo algunos pasajes de control más adelante y llegó al descuento con un gol marca registrada. Una sucesión de toques terminó en pase atrás de Bernardi y definición sin arquero de Pablo Pérez.
De a poco, Newell’s salió de su propia vergüenza y asomó la cara por Floresta, aunque nunca tuvo la ambición de revertir la historia. Con movimientos previsibles fue dueño de la posesión del último tramo. De todos modos, la decisión fue también del equipo ganador, que se retrasó para evitar riesgos. Acaso el nuevo All Boys fue demasiado para Newell’s. Ese equipo que perdió la receta para ser campeón