Por Úrsula Ures Poreda | Arreciaron los adjetivos para resumir y celebrar la apretadísima victoria sobre la selección helvética. También sobraron minutos a un drama interminable.
Una victoria merecida, casi heroica. Difícil, eso sí. Después de todo, es un Mundial y son los octavos de final. Si el resto llegó, por algo será… Algo de cierto hay en eso. Tanto como que todavía, horas después, no sabemos qué hacer para bajar el corazón de la garganta.
“Dejamos la vida, hicimos un gran esfuerzo”, festejó Di María, el Ángel nuestro de cada encuentro, vilipendiado durante todo el partido hasta que, de una, nos dio el triunfo ante Suiza. Dice que el equipo no se desesperó. La hinchada, tampoco. Bueno, algo. Sí, un poco. Bastante. Nuestra angustia, lejana, cómoda, condensó la bronca, reacciones, faltas cobradas -y las otras, ante un árbitro, por lo menos, digno de ser discutido- y todo el drama que rodeó a un partido que no debía ser tan difícil (o eso decían).
Para Sabella, Argentina “hizo un buen partido, fue sólida, jugó bien”. El DT está convencido de que la Selección “hizo un partido inteligente, como equipo”. Habrá autocrítica, prometió, pero será dentro del equipo.
“Por suerte pudimos ganar en los 120”, reconoció. Nadie quiere llegar a los penales. “No queríamos ir a los penales. Cualquier detalle nos podía dejar fuera”, reflexionó Messi, poco antes de volver a los vestuarios. Si La Pulga no quiere, nosotros, menos.
De momento, el equipo festeja y piensa alternativas para enfrentar a Bélgica. Cómo lo hará es, por ahora, pura especulación.
Pero vamos a lo otro. Sí, tranquilas… El Pocho Lavezzi volvió a alegrar a la Patria futbolera, dentro y fuera de la cancha. Para quienes piden deporte, hagan click aquí. Para verlo sin camiseta, vengan para acá. Con cuidado: la “ilusión” viene con Di María y Messi.