Dejar las armas para empuñar los arados

p2 11-5-14El 11 de mayo de 1974 Carlos Mugica fue emboscado cuando se disponía a subir a su auto Renault 4 azul, estacionado en la puerta de la iglesia de San Francisco Solano, en el barrio porteño de Villa Luro, donde acababa de celebrar misa.

En los días posteriores se plantearon dos hipótesis acerca de quiénes habían ejecutado el crimen. Algunas versiones señalaban a la organización Montoneros y se apoyaban en las diferencias políticas entre ellos. La organización difundió de inmediato un comunicado, publicado en los periódicos del 13 de mayo de 1974, en el cual reconocía que había tales diferencias pero negaba la autoría del hecho e imputaba el mismo a «las bandas armadas de derecha».

 

Desde las páginas de medios de prensa enrolados en la posición de López Rega, se insistió en esa versión y poco después el propio Ministro de Bienestar Social bautizaba Presbítero Carlos Mugica un barrio recién construido en Ciudadela. También Antonio Cafiero afirmó que el cura villero fue asesinado por Montoneros. A diferencia de otros sacerdotes tercer mundistas Mugica se alejó de la justificación teológica de la violencia armada, lo que también lo alejó de mucha militancia que veía ese camino como el único posible. Mugica prefería los arados a los fusiles. En las últimas horas, el aniversario de aquel asesinato sirvió para que muchos sobreactuaran la ocasión solapeando referencias, que poco tienen que ver con las ideas y el contexto en el cual se registró la muerte del cura.

 

Como muchos de su generación, se había formado con las ideas residuales del mayo francés y adscripto al movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo. Pocos, sin embargo, erraron tan feo a las referencias como el Ministro de Defensa, Agustín Rossi, quien esta semana le entregó al gobernador, Sergio Urribarri, una copia de los archivos secretos de la dictadura que planeó y ejecutó crímenes políticos a lo largo del país. Es triste saber que para el funcionario esos crímenes políticos hayan comenzado en 1976. Rucci y el propio Mugica, por mencionar dos de los más notorios, desmienten a los funcionarios de luz baja.

 

La bestia magnífica
El avance de Daniel Scioli en las encuestas y el temor al péndulo de la próxima ola, han hecho que Cristina Fernández oriente las operaciones mediáticas a deslizar infidencias de algún encuentro con Mauricio Macri. Verdadero o falso, la cuestión es que el progresismo cercano al gobierno no gana para sustos en los últimos tiempos. Si la ola que aparece en el horizonte cercano, ha cambiado de signo y suponiendo que el progresismo de hoy deba desensillar hasta que aclare, no será sencillo para algunos encontrar cueva después del terremoto que se avecina. Michel Foucault define al poder como una bestia magnífica, conjunto de dispositivos que hay que analizar para ver cómo funcionan, qué producen, cuáles son sus discursos y sus prácticas. Nada es tan sencillo y la Argentina ha dado ya sobradas muestras de complejidad en su entramado político. Cómo baje ese gesto presidencial a la provincia, será la clave para entender a los que anticipan la jugada varias movidas antes del final.