El flamante director del Instituto Nacional del Teatro explica por qué se pasó del FpV a Cambiemos. Asegura que no se siente un militante sino alguien que piensa en rendirle cuentas a los ciudadanos.
Cuando se comunicó que Marcelo Allasino sería el nuevo director ejecutivo del Instituto Nacional del Teatro (INT), todos conocían este nombre como el de un teatrero del país. Lo que extrañó fue que alguien que acaba de terminar su gestión como funcionario en la Municipalidad de Rafaela –gobernada por el Frente de la Victoria– aceptara integrar un equipo del partido de Cambiemos.
Su historia se inició como actor y director. Asegura que su maestro fue Alberto Félix Alberto y que tuvo la suerte de ganarse una beca para estudiar en el Actors Studio, a principios de los años 90. Pero decir Allasino es asociarlo con el Festival de Teatro de Rafaela, su ciudad, en la provincia de Santa Fe. Desde hace once años, durante una semana en el mes de julio, se transforma en una capital teatral. Espectáculos gratuitos conviven con otros a bajo costo ($ 60 y $ 30), y siempre ostenta una programación que incluye a todas las teatralidades.
“Vamos a revisar todo en el Instituto Nacional del Teatro –anticipa Allasino–. Trazaremos un plan de mediano y largo plazo con el foco no sólo en el apoyo sino en promocionar el teatro. Debemos levantar la vara profesional, ser más rigurosos, y esto no pasa por lo económico. Este es el desafío: ayudar a la formación. Hago teatro desde mucho antes que existiera el Instituto y hoy hay jóvenes que no inician un proyecto si no hay subsidios. El Estado debe dar la pala a quien está usando las manos para abrir la tierra. La urgencia es que el presidente de la Nación firme mi designación, así poder gestionar los $ 38.000.000 que el gobierno saliente dejó un día antes de irse. Debemos ejecutar esa partida antes del 31 de diciembre. No es que se pierda, pero es complejo que vuelva. Hay 500 expedientes que deben ser firmados. Intentaremos que estos subsidios, becas y otros temas lleguen cuanto antes”.
—Cuando asumiste como secretario de Cultura en Rafaela lo hiciste dentro del partido del Frente para la Victoria. ¿Por qué cambiaste?
– Nunca tuve una gran vocación por lo partidario. No fui militante y lo puse como condición al aceptar el cargo de secretario. Mi lugar de militancia siempre fue mi grupo La Máscara, donde hay pluralidad de voces, disenso y discusión. Observo que en los partidos políticos esto no ocurre. Hay una exigencia hacia la militancia y la verticalidad: no cuestionar pareciera ser una necesidad para los proyectos. Para mi modo de ver, es la vieja manera de hacer política. Me sumé al FpV porque coincidía con muchas ideas, pero siempre viví la fricción interna entre los independientes –que sólo pensamos en la gente– y los otros, los militantes. El intendente de Rafaela, Luis Castellano, fue reelecto, pero yo había decidido alejarme. Creo que los espacios de poder deben rotar.
—¿Qué sentiste cuando te llamaron desde el PRO?
—Fue el secretario del área de Cultura y Creatividad, Enrique Avogadro, quien me convocó. Sentí contradicción, porque apoyé el modelo de Cristina Fernández de Kirchner. Me subrayaron que querían formar un equipo con los mejores, sin importar a quiénes habíamos votado. Tuve durante mucho tiempo una mirada crítica hacia el Instituto Nacional del Teatro, por eso sentí que debía ponerle el cuerpo y que era una oportunidad. El presupuesto sale directamente de un porcentaje del Comfer, por lo cual estoy tranquilo que lo tendremos. No se negocia: lo establece la ley.
—Terminaste tu gestión en Rafaela publicando un balance: ¿por qué?
—Desde el equipo de trabajo de la Secretaría tuvimos muy en claro que debíamos optimizar al máximo nuestros recursos y transparentar todo. Hicimos un gran esfuerzo por democratizar los espacios y debíamos mostrarlo, así se puede ver quiénes fueron los docentes, qué espectáculos se trajeron a la ciudad y cuánto se pagó. Trabajamos para el Estado, que es la gente.
—¿Qué falencias ves hoy en el Instituto Nacional del Teatro?
—El INT no ha logrado en sus veinte años de creación equilibrar la vara profesional en todo nuestro territorio. Hay zonas débiles, y el público que se acerca por primera vez asiste a propuestas no profesionales. Existe una intención política de dar teatro gratis, pero nosotros queremos que sean los mejores. Buscamos lo accesible, pero dándole valor a la tarea artística. Siempre hay teatro en Rafaela para quienes no pueden pagar y para los que pueden también, pero todo de alta calidad.
—Hay nombres que nunca dejaron el INT, rotaron en sus cargos…
—Eso está a la vista de todos. Hay siete personas que trabajan desde el inicio de la institución y esto da una señal de que se han ido captando algunos espacios. Esto despierta desconfianza.