De Catar a la ostentación, lo que dejó el Mundial

De Catar a la ostentación, lo que dejó el MundialPor Patricio Caruso | Armó una selección con extranjeros, contrató hinchas y shows millonarios. En Argentina, hubo reparto discrecional de invitaciones. De Catar a la ostentación, lo que dejó el Mundial

Qatar 2015, el certamen de handball que agigantó la leyenda de Francia, fue mucho más que una competencia deportiva  para la organización del país árabe, que busca posicionarse a nivel mundial con una escalada de torneos de interés internacional que incluyen la llegada de la Fórmula Uno, el Mundial de fútbol y la aspiración a ser la sede de un Juego Olímpico. A base de petrodólares, los qataríes quieren demostrar su poderío económico en el mundo a través del deporte.

El presupuesto que destinó el país de los jeques para la competencia que ganó Francia multiplicó por 25 los 9 millones de euros que había utilizado España para celebrar el mundial de handball 2013. Se trató de una mega puesta en escena que incluyó shows de primera categoría a nivel internacional, la conformación de un nuevo plantel deportivo, la invitación a la última selección campeona del fútbol que no había clasificado y el reparto de membresías con gastos incluídos.

En total, con los fondos de la familia real que aportó el jeque Hamad Bin Jalifa Al Thani, los árabes desembolsaron más de 220 millones de euros para la organización del mundial, con los que trataron de darle una nueva imagen de modernidad y confort al mundo que hasta incluye una pequeña modificación en la escritura del nombre: a algunos periodistas invitados por la organización les recordaron que “Qatar” en español se escribe con “C” y no con “Q”.

Qatar multiplicó por 25 los 9 millones de euros que había utilizado España en 2013

Sorprendió a todos el despliegue cinco estrellas de los estadios. Sin embargo, no fue fácil para la organización llenar las canchas, con capacidad para 15 mil espectadores. El handball, que despierta pasión en los países europeos, no es un deporte masivo en el Golfo Pérsico.

Ese desinterés, los jeques lo atacaron por todos los frentes: contrataron a 10 jugadores de elite para que se nacionalizaran y compitieran con la camiseta qatarí. Además, sumaron al mejor técnico de la historia de este deporte, el multicampeón Valero Rivera. Todos ellos lograron que Qatar se consagrara como el primer equipo no europeo en llegar a la final de este certamen, donde cayeron 25-22 con el bicampeón olímpico. Algo histórico para su seleccionado.

Por otro lado, contrataron una nómina de 60 hinchas españoles, conocedores de los “códigos” del handball, para alentar a Catar. Hacían ruido y pedían “pasivo” en defensa, mientras que dejaban atacar tranquilo a Rafael Capote, el cubano que es estrella en el combinado árabe. Los hinchas llegaron desde Burgos y Cuenca y, según el relato de los cronistas, “mantuvieron viva la llama qatarí” aunque en otro idioma, cuando pocos alentaban a su selección.

El reparto discrecional en la CAH. La Confederación Argentina de Handball (CAH), conducida por Mario Moccia, se encontró ante una situación inédita: la organización le ofreció 10 invitaciones con gastos pagos para llevar periodistas que le dieran difusión a la competencia y a la pompa qatarí. Es una buena posibilidad de difundir el handball a nivel nacional, un deporte en franco crecimiento y que cuenta con la mejor generación de deportistas de su historia. Es la chance de generar el efecto contagio que logró el básquet con la Generación Dorada, o el rugby con los Pumas de bronce.

Cada invitación, estipulada en más de 100 mil pesos, incluía pasajes ida y vuelta, habitación en un hotel cinco estrellas y cuatro comidas diarias. Las membresías se repartieron a diferentes periodistas, productores y camarógrafos. Según confirmaron fuentes cercanas a la CAH a este portal, después llegaron casi una decena de invitaciones más aunque el reparto se hizo sin criterios claros. Tal es así, que nunca se informó oficialmente quiénes integraron la nómina de esas últimas invitaciones y bajo qué acuerdos de difusión.

Desde 442 se intentó en reiteradas oportunidades obtener oficialmente la lista de invitados al mundial, pero al momento de la publicación de este artículo, la CAH no había respondido los llamados y correos electrónicos. El reparto discrecional generó enojos en el entorno de este deporte a nivel local. “Entendíamos que ante un botín tan preciado aparecerían las miserias humanas”, sintezó en su sitio web el especialista Eduardo Gallazi, entrenador de cuatro jugadores del seleccionado y director de uno de los medios especializados de mayor difusión de esta actividad.

Otro de los los items que planificaron los jeques para atraer la atención del público fue la contratación de shows de primer nivel mundial. En el estadio multipropósito de Lusail, donde la Argentina logró un histórico empate con Dinamarca,  se presentó a mitad de la competencia la estrella pop Pharrel Williams, el mismo que cantó “happy” en los últimos premios Oscar. También de la nómina participó la cantante Gwen Stefani, que ofreció otro espectáculo a la altura de la final del Super Bowl norteamericano.

Los Gladidadores, que igualaron su mejor posición histórica (12º) al quedar afuera en octavos de final con el bicampeón olímpico, se vieron perjudicados por uno de los intereses de los árabes. Querían, bajo cualquier circunstancia, que toda esta zozobra sea vista por los propios ojos de los alemanes, últimos campeones del fútbol, y con importante peso en el Comité Olímpico Internacional. Sin embargo, su selección de handball no había logrado la clasificación.

En una polémica decisión, las autoridades decidieron bajar al equipo semi amateur de Australia, único representante de Oceanía en la competencia. En su lugar, Alemania, el creador de este deporte y cuartofinalista, ingresó al denominado “grupo de la muerte” donde había otros tres europeos, Arabia Saudita y Argentina. Otra hubiera sido la historia si el equipo de Eduardo “Dady” Gallardo no debía enfrentar a Alemania y sí, en cambio, a Australia.

(*) de la redacción de Perfil.com