Cumbia pop, el secreto mejor guardado

En 2015 la música continuó viviendo un momento de bonanza en Argentina, producto del aluvión de espectáculos en vivo –nacionales e internacionales– y la buena performance de la industria discográfica. Esta última atravesó un cóctel interesante de consumo digital, discos compactos, y el modesto,  pero ya notorio auge de los discos de vinilo.
Durante

En 2015 la música continuó viviendo un momento de bonanza en Argentina, producto del aluvión de espectáculos en vivo –nacionales e internacionales– y la buena performance de la industria discográfica. Esta última atravesó un cóctel interesante de consumo digital, discos compactos, y el modesto,  pero ya notorio auge de los discos de vinilo.
Durante este año la oferta de shows fue amplia en calidad y cantidad. Desde Kiss a Serrat, de Romeo Santos a Abel Pintos –destacable récord de 21 shows en el Teatro Opera–, de Ed Sheeran a Queen y de Violetta al Lollapalooza, todos tuvieron posibilidad de ver a sus artistas favoritos. Si bien no todos los shows fueron un éxito comercial, la mayoría dejó ganancia. En los últimos años cambió el paradigma del espectáculo musical, queda claro que hoy los artistas editan discos como un pretexto para seguir saliendo de gira, cuando antes hacían costosas giras que siempre daban pérdidas solamente para promocionar sus nuevos álbumes.

En cuanto a las producciones discográficas, como viene sucediendo, la música digital –en sus distintas etapas– continúa su ascenso imparable, y muchas veces supera las ventas de discos físicos. El formato actual que predomina, el streaming, reconoce un liderazgo: Spotify. La empresa sueca monopoliza hoy el streaming global en los 55 países en los que está presente. En Argentina tiene una gran penetración con una característica destacable: a pesar de que ofrece el servicio gratis (con publicidad y algunas restricciones), el 20% de los usuarios optó por el pago. Este es un porcentaje muy elevado, comparado con el de países de mercados musicales más desarrollados.
Este año, la música pop en español, en sus diferentes vertientes, dominó los rankings radiales y televisivos. Latinos como Enrique Iglesias, Ricky Martin, Maná, Arjona, Alboran, J. Balvin y Alejandro Sanz, alternaron con las creaciones de artistas locales como Abel Pintos, Lali Espósito, Maxi Trusso, Ciro, Axel, Calamaro y Tan Biónica, entre otros.

Por el lado anglo hicieron lo suyo Justin Biever, Clean Bandit, One Direction, Ed Sheeran, David Guetta, Rihanna, Major Lazer y Robin Schulz. Hubo mucho DJ reciclado músico metiendo hits en los rankings (Guetta, Diplo, Schulz, Calvin Harris) porque este año no hubo lanzamientos de los solistas y bandas más grandes. Recién en estos días llegaron dos de los tanques anglo que mueven la aguja: Adele y Coldplay.
Pero muchos de estos artistas que dominaron los rankings de difusión, no tuvieron su compensación en los de ventas. Es más, el fenómeno de 2015 fue la instalación de un híbrido musical, llamado en sus comienzos cumbia cheta y luego cumbia pop o pop tropical. El género ya tiene su años, pero fue un secreto bien guardado en la industria musical. Sus primeros exponentes fueron dos grupos formados en La Plata, Agapornis y Los Totora. Grupos amateurs que empezaron animando todo tipo de fiestas haciendo versiones cumbieras de canciones de éxito de diferentes estilos, y terminaron asaltando los rankings.

El fenómeno explotó, se expandió subterráneamente a través de YouTube y las redes sociales para terminar monopolizando los primeros puestos de Spotify. Alejados de los rankings de difusión, pero con millones de vistas en YouTube, nombres como Marama y Rombai se alternan con varias canciones en los primeros puestos del streaming. Estos dos grupos ya constituyen en sí mismos un fenómeno surgido en Uruguay, que viralmente desembarcó en nuestro país, y al que ahora se suma Toco para vos, también orientales y cumbieros. Pero, tampoco puede decirse que está dicha la última palabra, que el mundo de la innovación musical se terminó con el streaming. Aún hay muchos artistas que prefieren no ofrecer sus contenidos a través del streaming y continúan utilizando el formato físico o las descargas digitales. Y tienen resultados impactantes, como en el caso de Adele y su flamante álbum de estudio 25. Adele y su  discográfica desestimaron poner a la venta su disco  en streaming. En cambio lo lanzó a través de las –ahora– tradicionales descargas de iTunes y en formato físico.
La estrategia funcionó y 25 fue número uno en más de 77 países, sumando más de 2,5 millones de álbumes vendidos, un récord histórico.

La moraleja es que, si bien es cierto que  la revolución digital se está comiendo todos los manuales, todavía hay muchos recursos y estrategias que permiten sostener formatos que se supone deberían desaparecer.
Por ahora, el sentido común dice que los diferentes formatos pueden convivir y que de acuerdo al artista, estilo musical y condiciones del mercado, se van dando las condiciones para que cada uno elija su camino al consumidor.

 * Periodista especializado en música.