Por Alejandro Fabbri | Algunos creen que la Academia tiene menos títulos de los que realmente posee. La importancia del amateurismo.
Alejandro Fabbri
El título conseguido por Racing dio lugar a una polémica que no terminará de saldarse nunca, porque casi todos los que intervienen disponen de una cuota de verdad y otra que puede interpretarse o no, de acuerdo al cristal con que se lo mire.
Algunos medios consideran que Racing ganó ocho campeonatos argentinos. Es decir, el trío de 1949/50/51, los torneos de 1958 y 1961, el impresionante equipo de José de 1966, aquel con Mostaza Merlo de 2001 y el Transición 2014. Grueso error: Racing ganó nueve campeonatos en el amateurismo: desde 1913 a 1919 se quedó con siete primeros puestos, repitiendo en 1921 y 1925. O sea, son 17 títulos de primera división, sin contar Copas locales, ni torneos veraniegos, ni las competencias internacionales.
Nunca quedó claro establecer la razón de ese “olvido”, aunque mucho tuvo que ver el periodismo de los primeros años durante el profesionalismo, que recordaba los campeonatos pero no los sistematizaba. Es más, eran escasísimos los medios de prensa que tenían datos fehacientes y estadísticas recopiladas con esmero y rigurosidad sobre los años anteriores.
A través de las décadas, tomó fuerza la idea de que al fútbol había que contarlo y medirlo desde que se convirtió oficialmente en profesional, el 31 de mayo de 1931, cuando dieciocho clubes decidieron crear la Liga Argentina. Así dieron existencia a una entidad que no fue reconocida por la FIFA y jugaron sin cobertura reglamentaria seria, hasta que tras la Copa del Mundo de 1934 se resolvió fundar una nueva institución: la creación de la AFA se produjo el 3 de noviembre de 1934.
Quiere decir que los cuatro primeros torneos profesionales fueron “ilegales” porque no existía la AFA y ni siquiera la FIFA los reconocía. Desde la temporada de 1935 se comenzó a jugar el torneo de Ascenso (llamado Primera B o Segunda, depende el momento) y paralelamente se creó la Primera C (llamada Tercera también), dejando la formación de la Primera D para 1950.
Sin embargo, el fútbol argentino tiene una historia enorme dentro del amateurismo. Los clubes de origen británico fueron mayoría absoluta hasta fines de la primera década del siglo XX. A partir de allí, la historia cambió. Entre 1908 y 1915 ingresaron a Primera o Segunda casi todos los equipos populares que hoy se conocen y algunos más: como Alumni había sido el gran campeón entre 1900 y 1911, pero resolvió disolverse.
La posta la tomó Racing, que ganó siete campeonatos seguidos entre 1913 y 1919, lo que le valió su apodo: la Academia. La popularidad del fútbol, la atracción que provocó en el pueblo y en sectores adinerados, lo hizo indispensable y las ambiciones de poder sirvieron a su división. Ya entre 1912 y 1914 hubo una efímera Federación Argentina de Football, que regresó al redil de la Asociación Argentina para 1915 y nuevamente se produjo una duplicidad de entidades cuando se creó la Asociación Amateurs para 1919.
Entre 1919 y 1926 convivieron dos Asociaciones, la Amateurs y la Argentina, que tenía el aval de la FIFA. En esta última fue donde Boca Juniors y Huracán consiguieron sus títulos, mientras que Racing, San Lorenzo, River e Independiente militaban en la Amateurs. Recién en 1927 y por la decidida intervención del Presidente Marcelo T. de Alvear, se aprobó unificar los campeonatos y nació la Asociación Argentina Amateurs de Football, que tuvo existencia hasta 1930.
La AFA, en realidad, nunca fue la AFA: fue la Asociación Metropolitana de Fútbol, bien a tono con la impronta unitaria y centralista de nuestro país. Fueron invitados a jugar los cuadros santafesinos (Rosario Central y Newell’s en 1919 en la A, sumándose Unión, Colón, Central Córdoba, Tiro Federal y Argentino de Rosario en los años cuarenta en la vieja Primera B) y llegó Sarmiento de Junín en 1952 por cuestiones políticas del momento. Lo curioso es que nunca más ocurrió algo así, con equipos del interior que quedaron afiliados directamente.
Sin embargo, se dio el ridículo caso de Tiro Federal que dejó de participar tras disputar la Primera C de 1962 y fue readmitido, pero como “afiliado indirecto”. En esa condición llegó a la Primera A hace una década y cuando descendió, debió retornar al Torneo Argentino –ahora llamado Federal- cuando los equipos de su misma ciudad (Rosario Central, Newell’s, Central Córdoba y Argentino) siguen afiliados directamente.
Este entuerto y muchos más, solamente han servido para demostrar la pobreza de argumentos de quienes se niegan a darle difusión al amateurismo donde jugaban muchísimos de los mismos equipos que hoy participan de los torneos en primera, B Nacional o B Metropolitana. Las opiniones contra el amateurismo tienen poco fundamento.
A saber: la FIFA consideraba Oficial el torneo de la Asociación Argentina, donde jugaban Boca, Huracán, Argentinos Juniors, Chacarita y muchos cuadros que no adhirieron al profesionalismo como Sportivo Barracas, Alvear, All Boys, Temperley, Sportivo Dock Sud y Nueva Chicago, entre otros. En la poderosa Asociación Amateur (la AFA rebelde) militaban River Plate, San Lorenzo, Independiente, Racing, Estudiantes y Gimnasia, Platense, Ferro, Atlanta, Banfield y Lanús, etc.
Lo cierto es que cuando la mediación del Presidente de la Nación Marcelo de Alvear fue clave para unificar a las dos entidades, se jugaron cuatro campeonatos mezclados entre 1927 y 1930. La supuesta mejor calidad de los “Amateurs” quedó puesta en duda: San Lorenzo (Amateur) ganó el primer torneo unificado en 1927, Huracán (Argentina) logró el de 1928, Gimnasia venció en la final a Boca para 1929 y el último campeonato se lo llevó, justamente, Boca. O sea que el mito de la supuesta superioridad de la Amateur no se verificó en los hechos.
A quien descalifica con un argumento como “el amateurismo era poco serio, una antigüedad sin competencia seria” habría que recordarle que Argentina jugó los Juegos Olímpicos de 1928 y el Mundial de 1930 con un equipo amateur, sumando que también en 1934 se debió viajar a la Copa que organizó Italia con un plantel formado por jugadores del interior del país y de la AFAP, que era la entidad reconocida por FIFA, seis meses antes de la creación de la AFA.
Los mismos clubes, las mismas canchas (después ampliadas o derrumbadas para construir moles de cemento), los colores del principio, muchísimos jugadores que actuaron en las dos épocas, todo confluye para darle entidad al Amateurismo.
Eso sí: con documentación, con rigurosidad. No es solamente la cuestión de contar títulos ganados, sino corregir y ampliar los historiales, sumarles el ascenso amateur, porque todos los clubes pasaron por las categorías Segunda o Intermedia o Intermedia Extra o Primera B o Tercera, en algún momento. En la época antigua, todos jugaron en la B. Nadie se salva. Y algunos ganaron más que otros. Así es la historia.