PorMarcelo Rodríguez | Cinco mandatarios aportan dinero a equipos de sus provincias. El fútbol como propaganda y la ilusión de subir a Primera.
Hay una frase que no es una perla literaria pero define el pavoneo de los hinchas: “local o visitante, yo te vengo a ver”. En tiempos donde sólo se puede ir a la cancha propia, José Alperovich hace culto del aguante vip y sigue a Atlético de Tucumán a todos lados. Cuando su equipo viajó hace dos semanas a Mendoza, alquiló un avión privado y armó la hinchada con sus tres hijos.
Gabriel, uno de ellos, alguna vez fue tentado a ser candidato a presidente del club, pero su madre lo conminó al perfil bajo. Ahora es amigo de algunos futbolistas del plantel y fue quien acercó al mánager, Diego Herroz.
Los Alperovich siempre estuvieron vinculados con el Decano. Incluso antes de ser gobernador de Tucumán, José fue dirigente. En aquella época ochentosa todavía simpatizaba con el partido radical.
“La plata llega, no sabemos cómo pero llega”, le dice a este medio un allegado a las entrañas del club que anoche defendía la punta de la zona B de la B Nacional, ante Sarmiento.
En términos oficiales, Atlético recibió dos millones de pesos entre junio de 2013 y el pasado semestre. Sin embargo, sus números galácticos necesitan de otros ingresos. Con aspiraciones de Primera A, tiene un presupuesto mensual de 1,7 millones de pesos; sus jugadores cobran con religiosa exactitud del 1 al 15 de cada mes.
La cáscara también sirve para revisar la esencia de un club con caja asegurada. Por ejemplo, en la pretemporada realizada en Salta, el club gastó 400 mil pesos en dos semanas. Aunque el lujo es vulgaridad, el club vive con un estilo de vida en sintonía con las que podría arrogarse un gobernador. El plantel se concentra en hoteles 4 o 5 estrellas. Nunca menos. En el torneo pasado, cuando jugó contra Sportivo Belgrano se hospedó en Rafaela, a 50 kilómetros de San Francisco. En esa ciudad cordobesa el estándar de la hotelería no encajaba en el gusto de un equipo con paladar fino.
La Mesopotamia. “En cien años hubo muchos hitos en la historia de Patronato, pero en los últimos cinco o seis hay dos de gran importancia, como la clasificación a la B Nacional y la participación con las inferiores en el torneo de AFA”. El gobernador de Entre Ríos estaba eufórico y reivindicaba esa especie de patria chica de su provincia. Era noviembre de 2013 y dirigentes e hinchas escuchaban las endulzadas palabras que se sumaron a un deseo: “Quien dice que con la modificación o con el ascenso por mérito deportivo no lo tengamos a partir de junio del año próximo a Patronato en Primera División”. Urribarri se ganó la ovación.
José Gómez, el presidente de Patronato, no quiso romper el clima y extendió la comunión entre el club con las altas esferas del poder: “Es invalorable el apoyo del gobierno provincial, del sector privado y sobre todo de la persona del gobernador Urribarri. Si no hubiera sido por él seguramente algunos proyectos, como es el de las inferiores, no estaría siendo una realidad como lo es hoy”.
Pato Urribarri es uno de los hombres de la política que aspira a la presidencia en 2015. A diferencia de Alperóvich (ya no cuenta ni siquiera con chances de ser releecto como gobernador) un presidenciable como él tiene en cuenta hasta el mínimo detalle para propiciar escenarios exitosos. El fútbol siempre puede ser un buen punto de partida.
Sin que importen los colores políticos, cada gobernador juega sus fichas dentro y fuera de la cancha. Ricardo Colombi, que no está alineado con el Gobierno Nacional, también hace de Boca Unidos una cuestión de estado. “Hay que llevar a Boca Unidos a Primera”, dijo hace tres meses el gobernador de Corrientes, el primero de esa provincia en ser releecto en su cargo de manera consecutiva.
Con uno de los presupuestos más altos de la B Nacional, el plantel cuenta con mayoria de futbolistas titulares que pasaron por la máxima categoría del fútbol argentino.
Entusiasmado por el atajo que puede significar jugar en la A a partir de la reestructuración de los torneos, Colombi dijo: “Hay que aprovechar esta oportunidad. Y que la Provincia, no sólo Boca Unidos, adquiera renombre nacional a través del fútbol.
Cuyo y Norte. “San Martín es San Juan”. Incluso para José Luis Gioja, hincha de Unión de esa provincia. El gobernador que el año pasado sufrió un accidente áreo soltó esa frase cuando el equipo verdinegro jugó la Promoción contra Central, en junio de 2012. Gioja y Jorge Miadosqui, ex presidente y actual vice segundo de San Martín, tienen lazos estrechos.
Del presupuesto de la provincia sale el dinero para auspiciar la camiseta: “San Juan Minero” se impone en el pecho de los jugadores. Aunque el contrato no es público y casi nadie conozca la cifra, el monto que paga la gobernación por esa publicidad representa el mayor ingreso de dinero para el club.
Bien al norte, Gimnasia de Jujuy añora sus dorados años 90, en los que se mantuvo en Primera durante seis años consecutivos. La cifra, de todos modos, no significa ni un tercio de los 20 años que lleva Raúl Ulloa como presidente de la institución.
Eduardo Fellner es hincha de River. Sin embargo, es políticamente correcto: mantiene un vínculo por conveniencia con el Lobo jujeño. El gobernador entiende la importancia del club como epicentro de la popularidad.
Gimnasia tiene impresos en su camiseta los logos de Viva Jujuy, un eslogan turístico de la provincia, y Banco Macro.
El equipo dirigido por Mario Sciacqua marcha primero e invicto en su zona, en la que también asoma por la punta Argentinos Juniors.
Si hoy terminara el campeonato de la B Nacional, cuatro de estos equipos estarían en situación de ascenso. Sólo Patronato se quedaría en la categoría, por un punto. De todos modos, ya lo dijo Urribarri: “La aspiración de todos es jugar en Primera”.
Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil
(*) Colaboró en esta nota Claudio Gómez