Una foto, sangre, huellas, testigos y un disparo en la noche fueron indicios que incriminaron a Matías Rodríguez y Alan Ávalos, acusados de matar al chofer Marcelo Cabeza. Investigarán la presunta participación de más personas.
Los dos detenidos por el asesinato de Marcelo Cabeza estarán los próximos 45 días en la Unidad Penal N° 1 de Paraná, mientras avanza la investigación cuya imputación los podría llevar a permanecer allí el resto de sus vidas. Las evidencias expuestas por la fiscal Melisa Saint Paul permiten ubicar a ambos relacionados con la víctima en los días previos, en las horas previas y en el lugar del crimen, y señalan circunstancias violentas que los comprometen.
Los acusados son: Matías Gabriel Ramón Rodríguez, de 20 años, quien trabaja en la construcción. Dice vivir en calle Churruarín al final, pero testigos lo señalan residiendo en la casa del barrio Santa Rita donde presuntamente ocurrió el homicidio; y Alan Joel Ávalos, alias Chino, de 22 años, ayudante de albañil, y domiciliado en calle de Echagüe y Santa Fe, de San Benito. Por la mañana, la fiscal los imputó por el delito de Homicidio agravado por la participación de dos o más personas y por uso de arma de fuego. Ambos se abstuvieron de declarar.
El hecho imputado, según pudo ser reconstruido por la fiscal, es: “Aproximadamente entre las 20 del lunes (1º de febrero) y las 2 del martes, en el interior de vivienda de calle Gianelli, habitada por Rodríguez, actuando en connivencia y común acuerdo con Ávalos, dieron muerte a Cabeza con un disparo de arma de fuego cuyo calibre no pudo ser precisado, que impactó en la zona cráneo facial y ocasionó su fallecimiento.
Luego procedieron al corte de las manos de la víctima, sin poder saber ahora si fue antes o después de la muerte, y las arrojaron en un contenedor municipal. Trasladaron el cuerpo de Cabeza en el vehículo en el Renault Clio propiedad de la hermana de Cabeza, que estaba en poder de la víctima, hasta calle Virrey Vértiz entre Los Jacarandaes y Los Yaros, iniciaron un foco ígneo que provocó la destrucción del total del rodado y la carbonización del cadáver”.
Luego, Saint Paul refirió cómo fueron los pasos de la investigación para llegar a los imputados. En medio del desconcierto de las primeras horas, los efectivos de la División Homicidios fueron relacionando fotos y testimonios, con los datos que tenía la causa.
Primero, un familiar de Cabeza mostró una foto de una red social de la víctima publicada el 25 de enero. Se observaba a Cabeza junto a dos jóvenes (uno de ellos con un vaso de plástico en la mano y otro con una gorra con las letras NY, propiedad del chofer) en una playa, con el hashtag #VillaUrquiza. A la familia le pareció extraña esa publicación, por lo que trabajaron para identificar a esos dos muchachos.
Dos oficiales buscaron cámaras de vigilancia en la zona de Anacleto Medina, y encontraron una vivienda con tres dispositivos de seguridad en calle Selva de Montiel. La dueña les permitió observar los videos y pudieron ver el paso del auto por calle Gutiérrez, a la 1.25 del martes 2 de febrero. El hijo de la dueña de casa, al ver las grabaciones, les comentó a los policías que había visto ese vehículo pocos días antes. Les dijo que el 31 de enero estaba en su casa con unos amigos, fue a un kiosco en calle Montiel y mientras compraba vio pasar a gran velocidad un auto Renault Clio color crema y se detuvieron en el kiosco.
Luego, los investigadores entrevistaron al kiosquero, quien recordó a aquellos clientes, uno de los cuales mencionó: “Esos locos se merecen un corchazo”. Además, esos mismos jóvenes habían ido a comprar unos días antes y le comentaron que estaban cansados porque habían ido a la playa de Villa Urquiza. Al ver la mencionada foto, el testigo reconoció a los jóvenes que aparecen junto a Cabeza como aquellos clientes.
El personal de Homicidios siguió recorriendo la zona y hablando con vecinos. Una joven dijo que conocía a esos pibes de la foto, y que uno de ellos vivía en Anacleto. Conocía a la novia de uno de ellos, y al revisar la página de Facebook de esa chica pudieron finalmente identificar a Matías Rodríguez en una foto. Era el mismo que aparecía en la otra imagen junto a Cabeza. En otras fotos ubicaron también a un muchacho con los mismos tatuajes que el de la foto publicada por la víctima, a quien luego identificaron como Ávalos.
Además, establecieron que la casa de Rodríguez se encontraba a 200 metros de la casa de una mujer en cuyo porche habían arrojado documentación personal de la víctima.
Las pruebas
La Justicia autorizó los allanamientos a las viviendas de los apuntados. La fiscal mencionó como resultado el “secuestro de elementos de trascendental interés”, y entre lo hallado en la casa de Rodríguez mencionó anillos de acero quirúrgico de similares características a los que usaba la víctima, muestras de sangre del interior de la vivienda (de la mesada, la cocina, el piso, el tapial del patio trasero), calzados, remeras, pantalones con manchas de sangre, objetos como una tapa lavarropas, Lisoform, tapa de Coca Cola, guantes de hule, todo con manchas aparentes de sangre.
También secuestraron cuchillos, vainas de balas calibre 22 y 16, plásticos color crema que guardan vinculación con el Renault Clío y un botiquín de plástico y un compresor portátil de neumáticos, que serían del auto de Cabeza.
En la casa de Ávalos incautaron una mochila con una gorra con las letras NY, ropa con manchas de sangre que llevaba puesta Ávalos al momento del allanamiento, un celular y zapatillas.
Otra prueba incrimina seriamente a Ávalos: una huella en la puerta trasera derecha del vehículo, que obtuvo correspondencia dactiloscópica con su índice derecho.
“Un disparo seco”
El testimonio de una mujer terminó de darle sentido a la pista que venían siguiendo. Una vecina de calle Gianelli se acercó a declarar pero resguardando su identidad por temor. Dijo que el lunes a la tardecita observó un auto color “flancito”, que le llamó la atención, que estacionaba en la casa de Rodríguez y se bajaba un hombre, muy serio, quien se quedó esperando con el celular en la mano. Luego salieron Matías y otro que conoce por Chino. Matías se subió al asiento del conductor, el hombre como acompañante y Chino atrás, y se retiraron del lugar.
En horas de la madrugada la testigo estaba viendo televisión y escuchó un ruido de frenada de auto, pero no le dio importancia. Luego escuchó “un disparo seco”. Refirió que conoce de armas por experiencia de vivir en ese barrio. Le pareció que había sido en un lugar cerrado, porque sino hubiese sonado como un silbido. Se asomó y vio el mismo auto y que la luces de la casa de Rodríguez estaban prendidas. Después no escuchó más nada y al rato oyó que sus vecinos hacían ruidos con el portón.
Para la fiscal estas evidencias “permiten sospechar con grado de probabilidad que los imputados han sido los autores del hecho investigado”. El querellante Rodríguez Allende agregó: “Entendemos que hay elementos claramente suficientes que han sido excelentemente reconstruidos por la Fisc alía, también debemos resaltar la tarea de la División Homicidios”.
Respecto de Rodríguez y Ávalos, mencionó: “Las responsabilidades de los hoy dos imputados se encuentra seriamente comprometida. Le cortaron las manos para obstaculizar el proceso. Nos encontramos con elementos contundentes para obstruir y desviar la investigación”, y luego agregó: “Queremos avanzar en posibles otras responsabilidades, porque cuando la autoridad policial allanó al casa de Rodríguez había otras personas. En el devenir de la investigación tenemos que ver qué tipo de participación pudieron tener”.
Ahora, la causa avanzará con otras averiguaciones y a la espera de informes, como el entrecruzamiento de llamadas y mensajes de la línea de Cabeza y de los análisis de Laboratorio de numerosas muestras.