La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que la depresión es una de las principales causas de discapacidad y estima que más de 264 millones de personas la padecen. Por tanto, una de las principales prioridades de los científicos es identificar los factores ambientales y de estilo de vida que las personas pueden cambiar para reducir el riesgo de desarrollar esta afección.
En esta línea, unos investigadores del Hospital General de Massachusetts en Boston se han convertido en el último equipo en descubrir avances en esta línea de investigación. Así, analizaron datos de más de 100.000 participantes en el UK Biobank, un programa de investigación que ha monitoreado la salud y el bienestar de medio millón de voluntarios en Reino Unido desde 2006.
El equipo se centró en 106 factores modificables que podrían afectar el riesgo de depresión de las personas y los dividieron en tres categorías: Estilo de vida, incluido el ejercicio, los patrones de sueño, el uso de medios y la dieta. Social, incluidas las redes de apoyo y el compromiso social. Ambiental, incluida la contaminación y el acceso a espacios verdes.
Los investigadores primero seleccionaron a los participantes que ya estaban en riesgo de depresión debido a su genética o trauma en su infancia. Después llevaron a cabo un “análisis de asociación de toda la exposición” de la base de datos para identificar cuáles de los 106 factores modificables estaban asociados con el desarrollo de depresión durante el periodo de seguimiento.
Finalmente, utilizaron una técnica estadística llamada aleatorización mendeliana para reducir aún más el campo a los factores que, más probablemente, causasen o previniesen la depresión en los participantes, en lugar de simplemente correlacionarse con ella.
La aleatorización mendeliana asume la herencia aleatoria de genes específicos, como los que influyen en el riesgo de depresión de una persona. Así, utilizaron esto para determinar qué tan probable es que otros factores causasen una enfermedad o problema.
A partir de ello, varios factores modificables parecen proteger contra la depresión. Según los autores, el más prominente de estos factores fue la frecuencia de la confianza en los demás, pero también las visitas a familiares y amigos. Todo ello destaca el importante efecto protector de la conexión social y la cohesión social.
De esta forma, según el estudio, confiar en los demás parece reducir el riesgo de depresión en un 24%. La conexión social incluso brinda cierta protección a las personas que ya tenían un mayor riesgo de depresión debido a su genética o trauma temprano en la vida.
Por otro lado, el estudio también encontró que tomar siestas durante el día y pasar mucho tiempo viendo la televisión parece aumentar el riesgo de depresión de las personas en un 34 y 9%, respectivamente. Sin embargo, los científicos señalan que se necesitan más investigaciones para determinar si mirar la televisión y tomar una siesta aumentan directamente el riesgo de depresión o si, simplemente, reflejan el estilo de vida sedentario de una persona. Suplemento Trendy