En el mediodía de este viernes el Tribunal de Concepción del Uruguay que integran María Evangelina Bruzzo, Fabián López Moras y Melisa Ríos condenó al sacerdote Marcelino Moya a 17 años de prisión de cumplimiento efectivo por considerarlo autor de los delitos de promoción de la corrupción de menores agravada y abuso sexual.
En el adelanto de sentencia donde no estuvo presente el imputado, se explicitó que el cura permanecerá en libertad bajo medidas de coerción hasta tanto la condena quede firme, pese al pedido de la Fiscalía y la querella de sostener una prisión preventiva por el peligro de fuga. Los fundamentos de la sentencia se conocerán el próximo 15 de abril a las 8.30 horas. Además, el Tribunal no hizo lugar al planteo de prescripción de la acción que promovió la defensa de Moya. Luego de dos jornadas intensas de testimonios, en las que pasaron 17 testigos, en los alegatos el cura se había manifestado “inocente” e intentó desestimar las denuncias en su contra, no sin antes recurrir al recurso de la prescripción de los hechos. Esta postura es muy importante, teniendo en cuenta que en Gualeguaychú se sustenta un juicio contra el abogado Gustavo Rivas por promoción de la corrupción y de la prostitución de menores de 18 años de edad, reiterada. En el juicio los abogados Florencio Montiel y Juan Pablo Cosso actuaron por parte de la querella, mientras que Mauro Quirolo y Juan Manuel Pereyra lo hicieron en representación del Ministerio Público Fiscal. Ambas partes habían solicitado una pena de 22 años de prisión de cumplimiento efectivo para el cura. Moya es el tercer cura católico juzgado y condenado por abusos en Entre Ríos. En la primera jornada del juicio, los denunciantes Pablo Huck y Ernesto Frutos relataron las situaciones vividas que los convierten en víctimas de los abusos del sacerdote, quien estuvo presente en esa etapa del debate oral, no público, pero que luego decidió no presenciar el resto de las instancias de testimonios ni de adelanto del veredicto conocido hoy . Luego de dos jornadas intensas de testimonios, en las que pasaron 17 testigos, en los alegatos el cura se había manifestado “inocente” e intentó desestimar las denuncias en su contra, no sin antes recurrir al recurso de la prescripción de los hechos. En el juicio los abogados Florencio Montiel y Juan Pablo Cosso actuaron por parte de la querella, mientras que Mauro Quirolo y Juan Manuel Pereyra lo hicieron en representación del Ministerio Público Fiscal. Ambas partes habían solicitado una pena de 22 años de prisión de cumplimiento efectivo para el cura. Y no obstante que el Tribunal lo condenó a 17 años, la parte acusadora como las dos víctimas se mostraron satisfechos con la pena. En las audiencias celebradas en Concepción del Uruguay, los denunciantes Pablo Huck y Ernesto Frutos relataron las situaciones vividas que los convirtieron en víctimas de los abusos de Moya, quien estuvo presente en esa etapa del debate oral, no público, pero que luego decidió no presenciar el resto de las instancias de testimonios y del adelanto de veredicto producida ayer. Marcelino Ricardo Moya fue denunciado en junio de 2015 por dos jóvenes que, en su niñez y adolescencia (años 1995-1996), formaron parte de un grupo que asistía regularmente a la parroquia Santa Rosa de Lima y que eran alumnos del Colegio La Inmaculada, de Villaguay.
“La verdad nos hace libres”
Ni bien se conoció el adelanto de veredicto sobre la condena a Moya, la sala de Tribunales de Concepción del Uruguay estalló con expresiones de una emoción contenida durante años para evitar que prevaleciera la impunidad. Pablo Huck reflexionó acerca de una frase de la Biblia que reza: “La verdad nos hace libres”. Al respecto, sostuvo que “es una frase muy representativa, porque es el más claro ejemplo de alivio y de sentimiento. En parte ya lo veníamos sintiendo cuando se hizo el debate y el alegato. Ahora, con la condena ya dictada, alienta a seguir trabajando en estas cuestiones. Que la Justicia de esta señal ante una denuncia en esta clase de delitos y que se llegue a una condena, es muy importante; porque antes ni siquiera las víctimas se animaban a dar el paso para una denuncia”. “Lo peor que nos podía pasar era que siguiera la impunidad. Pero ahora la Justicia dio una posición clara frente a estas conductas. Las víctimas hemos superado la soledad”, expresó Huck visiblemente conmovido y rodeado de sus seres queridos.