Fue un emblema por su cantera de cracks. Pero entró en reformas y, por la crisis económica, desde 2010 no tiene localía. ¿Volverá el Club Parque a ser lo que fue?
La fachada de la calle Marcos Sastre, tapiada y con pintadas en aerosol, es, además de una representación de abandono, una imagen metafórica: como si estuvieran dejando morir a la gallina de los huevos de oro. Ahí está el Club Parque –o lo que queda de él–. Ahí se construyeron cracks que después triunfaron en el fútbol argentino: Juan Pablo Sorín, Diego Placente, los hermanos Esteban y Nicolás Cambiasso, Fernando Redondo, Juan Román Riquelme, Leonel Gancedo, Carlos Tevez y Diego Cagna, entre muchos. Ahí, ya no hay chicos que se preparan para deslumbrar hinchadas. La obra de remodelación está parada desde mediados de 2010, y los nenes se entrenan en dos sedes que se alquilan. El buffet del club, con posters de los que después de pasar por allí se erigieron en futbolistas de elite, son recuerdos que hoy tienen forma de escombros.
Cómo empezó todo. Parque tenía un convenio con Boca. Por cada jugador que iba al club de la Ribera y después era vendido, los xeneizes le reconocían un cinco por ciento del monto. Ese vínculo se extendió durante 15 años, desde la presidencia de Mauricio Macri, que a fuerza de billetes logró que Club Parque rompiera con el acuerdo que tenía hasta entonces con Argentinos Juniors.
Hasta que a Boca llegó Daniel Angelici, a quien todos miran con mala cara en el barrio: el hombre que rompió el vínculo gracias al cual el semillero recibía un canon mensual que le servía para cubrir gastos. Y eso pasó hasta 2011. Con esto, Ramón Maddoni, uno de los detectores de talentos más reconocidos del país, dejó de ser parte del que era su búnker estratégico (ver aparte).
Para entonces, las obras de remodelación ya habían empezado. En un principio se dijo que el club iba a estar cerrado por tres meses. Ya van 37.
El presidente del club, Alejandro Hermida, le explicó a PERFIL: “Nosotros contábamos con un ahorro para tratar de hacer la obra en su totalidad. Por estatuto no se puede usar ese dinero para otra cosa, por eso avanzamos en la compra de la casa de al lado. Pero una de las inspecciones de la AFIP nos dijo: ‘O invierten o pagan Ganancias’. Entonces, cuando hicimos el proyecto y se empezó a hacer la losa, que ahora está montada, se dieron cuenta de que había estructuras que no estaban en orden, que podría inclusive haber riesgo de que se desplomen y hubo que avanzar también por ese lado”.
Hermida contó que, en parte, lo que les hizo daño fue la demora de Boca en pagar la venta de Nicolás Gaitán: cuotas durante cinco años.
Historia. La institución de Villa del Parque es, a esta altura, mítica. Un pedacito de historia del fútbol nacional, con un rol de permanente captación de talentos en la Capital Federal y sus alrededores. En 1995, por caso, fue suspendida por la AFA para participar en competiciones oficiales, en todas sus categorías, porque empujaba a que los rivales pensaran en quedarse con el segundo lugar. Algunos acusaban a la institución de maniobras poco claras para quedarse con promesas de cracks. Lo cierto es que primero en las posiciones quedaba el Club Parque. Así, durante dos años consecutivos: dos temporadas en las que fue campeón en todas las divisiones.
Actualmente, los chicos practican en dos sedes que alquilan. Una, el club Pacífico, a pocas cuadras de Parque. Otra, el club Añasco.
Hernán Cerdán tiene 26 años, es socio y entrenador de las inferiores. Es uno de los tantos que confían en que el club vuelva a existir en su sede original. “Hoy nos estamos manteniendo. Y si se terminan las reformas, vendrán los clubes grandes: Vélez, San Lorenzo, River. El club es viable, Parque es un semillero. Los chicos siguen viniendo porque el entrenamiento sigue siendo muy bueno.”
El club tiene seis categorías infantiles, con setenta pibes cada una. Son casi 420 chicos que pagan 20 pesos cada uno. Y están aquí desde los cinco años.
Gustavo, socio vitalicio y primer vocal, expresó que Parque cobró “una buena plata” gracias a su acuerdo con Boca. “Con eso se compró la casa de al lado y se empezaron a planificar las refacciones. Lo que pasa es que los pagos no eran al contado, sino financiados. Y se comenzó una obra que en un principio valía un número que luego, con el tiempo, fue otro, y no alcanzó la plata.”
¿Y ahora? Para salir adelante, César La Paglia –que se formó en Parque– se acercó junto con un grupo inversor para avanzar en la recuperación del club. Los socios afirman que al principio miraban esa chance con recelo. “Uno no se bancaba que el club sea gerenciado, pero al estar Leche, que es de la casa, las cosas se están acomodando. Y estaban muy desordenadas: no había un responsable, un referente. Administrativamente, nunca se dejó de cobrar, pero hay un déficit que se soluciona rápido porque tenemos muchos jugadores en Boca”, dice Cerdán.
El plan, entonces, es hacer seis canchas, con un estadio enorme de futsal. Se espera que el proyecto, que prevé la creación de cocheras, un bar modernizado y vestuarios más cómodos, esté listo para 2015.
El presidente Hermida dice que quieren conservar la parte del gerenciamiento del club y que el grupo inversor participará de algunos convenios con los jugadores. “Lo estamos haciendo por necesidad: si el día de mañana no hay un rescate a los clubes de barrio, van a tener que conformar grupos inversores todos.”
Las obras, entonces, serán explotadas por el grupo inversor por algunos años y después quedarán para Parque. “El club, como institución, queremos que se siga manejando de la misma manera.” La idea es que la fachada de la calle Marcos Sastre sea, en un tiempo, sólo un feo recuerdo