Las culpas, los no dichos, el poder y otras yerbas que enturbian las finanzas en común. ¿Cómo implementar estrategias de colaboración mas sanas?
En las primeras fases de las parejas suele ser necesario el “enamoramiento”. Este estado interior está más relacionada con lo ideal que cada uno ve y desea que con la realidad. Sin embargo, esta sensación de fascinación y necesidad del otro, por más que no sea nada racional, es fundamental para poder luego en el “amor” llevar a cabo todos los planes que nos propongamos en el vinculo. En el compartir de la vida, a medida que van apareciendo proyectos y vamos creciendo, también van sumándose dificultades. Por más que desde la expectativa deseemos que todo vaya bien, es indudable que habrá vaivenes internos y externos que harán temblar la estructura de pareja al punto de producir algunas fisuras en ella e incluso, en algunas circunstancias, tirarla abajo. Quizá se pueda reconstruir, quizá no. El dinero y su manejo, suele ser un tema difícil para todas las personas y, por lo tanto, también es una cuestión complicada en los vínculos amorosos. En ese sistema son dos personas, cada una acostumbrada a su manera de administrar su economía, quienes tienen que acordar cómo van a manejar los gastos y decidir la manera más efectiva y menos contraproducente para lo que cada uno venía haciendo cuando decidía solo por sí mismo. Además, ya sabemos que aunque se lleguen a acuerdos, el dinero no sólo tiene que ver con la economía, sino que a través de él suele jugarse el poder y muchas veces hasta se usa como una manera de demostrar enojo y tantas otras emociones que trascienden ampliamente el uso de la plata como fin para adquirir bienes y servicios. Tanto cuando sobra como cuando suele escasear plantea desafíos al vínculo. Claro que cuando hay plata en abundancia, los problemas suelen ser distintos, como por ejemplo, temas de poder y disposición de quién lo genera sobre el otro. Cuando escasea suelen aparecer emociones que tienen que ver con la realidad concreta: cuando lo que producimos no alcanza para cubrir nuestros gastos, empezamos a desesperarnos, allí aparece la angustia, esa sensación conocida donde sentimos un nudo en la garganta y nos conectamos con la incertidumbre y el desconcierto de no saber qué hacer para palear la situación que aprieta y nos hace colapsar. Suelen echarse culpas mutuamente, sobre todo de quién genera más dinero, sin contemplar muchas veces que en una estructura familiar y de pareja, la productividad no sólo pasa por el dinero, sino también por los quehaceres domésticos y la crianza. Al no ser un trabajo remunerado suele despreciarse, sobre todo en estas situaciones donde la economía se está haciendo muy cuesta arriba y entonces aparecen los enojos, cuestionamientos y los reproches, como si de esa manera realmente se solucionara algo. Cuando una pareja no tiene una buena base, constituida por el enamoramiento, pero también por todo el recorrido juntos, con sus experiencias positivas y negativas, en las que juntos fueron creciendo lo suficiente para hacer frente a todos los vaivenes, es más fácil que ese malestar los haga colapsar. Será clave entonces, a la hora de atravesar momentos económicos complicados, ser un equipo, reconocer mutuamente las preocupaciones y que puedan expresar sus necesidades como pedidos y no como reclamos.
¡Eviten culparse mutuamente! En cambio, háganse responsables de lo que hay que hacer y poner cada cual para salir de ese lugar; la creatividad no surge cuando estamos mal y enojados, sino que aparece cuando podemos tranquilizarnos y apoyarnos para encontrar nuevos recursos, otra forma de organizarnos más afín al contexto que estamos viviendo. Cuando más complejo es el problema, más necesitaremos recurrir a la experiencia juntos. Será vital revisar cómo manejamos nuestra economía hasta ahora y también actualizarla sin pensar que todo siempre tiene que ser igual porque alguna vez fue de una manera y resultó. Es necesario ir cambiando, hasta diría que es saludable para subsistir, porque si pretendemos ser siempre los mismos y utilizar los mismos recursos, vamos a fracasar, sobre todo con una economía tan fluctuante como la que ocurre en nuestro país. Todo el tiempo tenemos que revisar nuestros gastos y ver cómo hacer para que alcance, casi como si fuéramos economistas, aunque a decir verdad, un poco lo somos, cada uno en su hogar, tratando de cambiar las estrategias todo el tiempo a ver si alguna vez podemos estar tranquilos.