PERFIL entrevistó en México a tres de los protagonistas de la serie que producen Steven Spielberg y Stephen King. El éxito.
Amanece en el pequeño pueblo. Breves salpicones de ese universo: un pájaro que sale a buscar alimento a través del bosque, las luces exteriores de las casas todavía encendidas, una pareja que se despide haciendo el amor. Alguien escucha una explosión, el comisario retoza en una celda vacía, un hombre que se apresura a cavar un foso para ocultar allí un cadáver fresco. Hasta que, de pronto, un campo magnético envuelve el lugar formando una cúpula que ya nadie podrá atravesar. Chocan contra ella camiones, un avión. Una vaca queda cortada a la mitad. A partir de entonces, el aislamiento, la lucha por sobrevivir allí encerrados y, sobre todo, intentar salir. Algo parecido a Lost, pero en tierra firme. Para que este proyecto televisivo pueda concretarse, fue convocado el guionista Bryan C. Vaughan, el mismo de la tragedia de los bonitos isleños. Es Under the Dome, el último estreno más visto en los Estados Unidos (alrededor de 13 millones de espectadores) que ahora se transmite para Latinoamérica los lunes por TNT. Entre los productores: Steven Spielberg y Stephen King. Under the Dome tiene un elenco prolijo, con algunas caras reconocidas de otras series, donde sobresale Dean Norris, aquel agente de Breaking Bad. Pero el personaje más enigmático, por lo menos en los primeros capítulos, es Dale “Barbie” Barbara, interpretado por Mike Vogel. Es quien arranca enterrando el cuerpo de un hombre, a quien acaba de matar. Sin embargo, escena a escena va construyéndose, ocupando el lugar del héroe. El no es del pueblo, estaba allí de paso. “Bueno, bueno, eso de asesinar a un tipo es una manera de decir… Hay que ver lo que va sucediendo en los siguientes capítulos, lo que pasó realmente”, propone con cierta intriga. Y aclara: “El no es un malvado”. Y la escena de la pelea fue algo muy divertida de hacer, la disfruté mucho. Yo amo mi personaje, tiene muchos secretos.
—¿Es lo que más te atrajo del proyecto?
—La verdad, cuando leí el guión, lo primero que vi fue el nombre de Steven (Spielberg) y el de Stephen (King). Yo sé que antes Spielberg hizo cosas que no funcionaron y que King escribió películas que tampoco anduvieron. Sabía que sólo sus nombres no garantizaban un éxito, que se necesitan otras cosas más. Y afortunadamente todo eso estuvo.
—¿Steven Spielberg fue al rodaje?
—No, todavía no lo pude conocer.
—Es curioso: nadie lo conoce cuando produce…
—Jaja. Yo ya trabajé tres veces para Dreamworks y jamás pude verlo, es cierto. ¡Es como un fantasma! Pero él está realmente muy comprometido con el programa.
Otro de los actores jóvenes, de los galanes, digamos, es Alexander Koch, quien tuvo en esta serie su gran debut televisivo. Su rol es el de Junior Rennie, el hijo del comisario, un chico bastante atormentado. Y que tampoco ha visto a Spielberg en el set: “No, Steven nunca fue”. Pero Stephen King sí fue una vez. Vino y yo estaba muy nervioso de tener allí a mi ídolo. Crecí leyendo sus novelas y lo imaginaba como un tipo raro por lo que escribe. Amo sus cuentos, todos sus libros.
—Tu personaje arranca como el malo de la historia.
—Lo sé. Pero una de las cosas fascinantes de la propuesta es la evolución de los personajes, cómo se van descubriendo, desarrollando. La de mi personaje es una historia de redención. Durante los procesos de audición yo estuve muy nervioso. Recuerdo que me pasé la Navidad leyendo el libro, esperando que me llamaran… Cuando me confirmaron, lo primero que hice fue ponerme a investigar en su corazón, de dónde venía su dolor.
—“Under the Dome” tiene éxito. ¿Cómo lo viven?
—Mi vida personal no ha cambiado. Crecí en Michigan y amo el rock. Me gusta ir a conciertos, estar con amigos… y lo sigo haciendo.
Para Michael Vogel no es tan simple. Con varios trabajos ya hechos en televisión, el panorama para él es distinto y se anima a comparar la vida en Hollywood con la cúpula de Under the dome: “Es que vivir en Los Angeles, California, precisamente, es muy diferente al resto del país, y es como una burbuja. La realidad es mucho dinero, mucho todo. Excesos que hacen que la gente pierda el sentido de la realidad”. Por eso, para protegerse, confiesa que decidió alejarse: “El año pasado me fui de allí con mis hijos para Tennessee. No quería que crecieran allí, que piensen que esa es la vida real de todo el mundo. Quise que aprendieran a montar un caballo. California es un lugar extraño, donde los sueños se vuelven realidad para mucha gente, pero no para todos. Asusta bastante.
*Desde México.