El martes empieza la NBA y el escolta no encuentra motivación. Su cabeza, más en Bahía que en San Antonio, esta en el futuro.
¿Qué motiva a un hombre de 37 años que ya ganó todo a exponer una vez más su intachable reputación? ¿Qué lo empuja, si viene de ser campeón? ¿Por qué sigue si el cuerpo ya le duele después de los partidos y las lesiones le pesan y los viajes lo agotan? ¿Qué más necesita conseguir una persona que ya consiguió todo lo que podía conseguir? ¿Lo empuja el contrato firmado o la incertidumbre de no saber para dónde encarar en el futuro? Todas estas preguntas giran alrededor de Emanuel Ginóbili a días de comenzar su decimotercera temporada en la NBA.
Desgaste cantado. Nada fue sencillo para el bahiense en los meses posteriores a la adjudicación de su cuarto anillo personal con San Antonio Spurs. Porque a partir de ahí, en la franquicia le impidieron jugar el Mundial con la Selección argentina por una lesión, la relación se enfrió notablemente y lo que parecía una historia de amor con final cantado entró en cortocircuito. Manu se sintió maltratado y expuesto. A tal punto que por primera vez manifestó públicamente un sentimiento reprobatorio hacia la dirigencia. Fue el día del reencuentro con los medios en el inicio de la pretemporada. Dijo: “Estuve enojado y aún lo estoy”. Pero el profesionalismo y la racionalidad una vez más lo sostuvieron en el camino de la diplomacia. También el deseo de seguir ratificando vigencia, individual y colectiva, acaso su principal motivación en estos momentos. Acaso la única. Todo lo demás le pesa: los viajes, el desgaste del calendario, la recuperación física, el hecho de no poder pasar tiempo completo con sus tres hijos y su mujer Marianela, y la imposibilidad de seguir bien de cerca la evolución de dos proyectos que le interesan: Asociación de Clubes y Confederación Argentina de Básquet.
Lejos de casa. Durante el último período, Ginóbili se ha involucrado como nunca antes en la renovación dirigencial de las dos entidades madre del básquet argentino. Ha acompañado desde el principio cada una de las movidas de manera activa. Todo lo que le interesa, o al menos buena parte de ello, está pasando lejos de Texas: la participación de Weber Bahía en la Liga Nacional con su hermano Sebastián como DT, la de Bahiense del Norte en el Torneo Federal (la tercera categoría) con su otro hermano como dirigente y las mencionadas revoluciones en AdC y CABB. Tal vez, y de manera paradójica, se pueda deducir su momento de mayor desarraigo en más de una década. Y todo, a días de empezar a defender el título con los Spurs. Es factible que cuando la pelota empiece a rodar, todas estas disyuntivas personales se diluyan en la intrascendencia, por su inefable hambre de gloria, reciclable en el tiempo y siempre a prueba de todo tipo de imponderables. Es posible incluso que todo lo que ahora pareciera pesarle lo transforme en fortaleza para volver a crecer en la adversidad. Y que una vez más su inteligencia y experiencia lo encumbren en la mejor liga del mundo. Pero ahora, ahora mismo, Manu camina por la cornisa del vacío motivacional.
¿Spurs candidatos?
En un mercado intenso para algunos equipos, los Spurs no han hecho movimientos fuertes. Sólo conservaron la base del plantel campeón renovando a Boris Diaw y a Pattrick Mills. Los pronósticos sobre lo que pueda hacer el equipo difieren. Para algunos medios estadounidenses, les falta una ficha fuerte que potencie el roster; para otros, los texanos siguen siendo tan candidatos como siempre. En la votación de los General Manager de todos los años, por ejemplo, salieron favoritos. Viejos, desgastados o como se los quiera describir, han logrado implementar un estilo de juego que excede los nombres. Y en ese punto, Ginóbili, este Ginóbili actual, sale favorecido. ¿Potenciales rivales en el Oeste? Oklahoma (cuando retorne el lesionado Kevin Durant), Clippers, Golden, Portland y Houston.
En el Este hubo dos equipos que apostaron fuerte. En Cleveland festejan porque volvió LeBron James de los Heat, y porque sumaron al canadiense Andrew Wiggins, 2,03 m y 19 años, el número uno del draft. Y en Chicago las expectativas están puestas en su nueva cara: Pau Gasol.