Tres de los equipos más grandes de la Liga tienen entrenadores nacionales: el Barcelona (Martino), el Atlético (Simeone), y ahora el Valencia (Pizzi). Los buscan sobre todo por su llegada a los jugadores.
Quienes hayan visto el último partido del Torneo Inicial argentino entre Vélez Sarsfield y San Lorenzo, habrán notado que el lateral del equipo que resultara campeón, Walter Kannemann, salió con un vendaje en uno de sus brazos unos minutos más tarde que sus compañeros. En ese vendaje (y en el hecho de que minutos más tarde haya disputado una pelota trabando literalmente con la cabeza) quizás el lector encuentre una de las explicaciones del artículo que sigue y una de las causas que explican por qué tres de los cuatro equipos más importantes de España, dos de ellos punteros de la liga de aquel país, el Barcelona (Gerando Martino), el Atlético de Madrid (Diego Simeone), y ahora el Valencia, con Juan Antonio Pizzi, hayan contratado a técnicos argentinos.
Sí, Kannemann salió con un vendaje. Es que previo al último partido, el hoy ex técnico del Ciclón decidió pasarles a sus dirigidos un “video motivador”. En él, los afectos de los jugadores mandaban sus mensajes de aliento antes de la final que sobrevenía. Un mensaje que produjo un efecto tan poderoso que el jugador le dio un puñetazo a un vidrio antes de salir al campo de juego, lo que motivó su herida y posterior vendaje. Tan poderoso que lo llevó a trabar con la cabeza. El mismo método del “video motivador” que fue usado por el propio Simeone, aquí, en la Argentina, antes de final que su Estudiantes le ganó a Boca 2 a 1 en diciembre de 2006. Formas de llegar al jugador, directamente. O sea, técnicos que demuestran “tener calle”. Eso es algo que los tres elegidos tienen en común y que explicaría por qué dos de los últimos campeones de un fútbol tan justamente criticado como el nuestro son elegidos por un sistema tan hiperprofesional como es la Liga española.
Más Bielsa que Bilardo. Tres técnicos argentinos en los clubes más importantes de España. Tres dirigiendo a cinco de las selecciones sudamericanas clasificadas para el Mundial (Sabella, Sampaoli –Chile–, Pekerman –Colombia–). Uno en el campeón peruano (Angel David Comizzo). A eso hay que sumar el prestigio de nombres como Marcelo Bielsa –que llevó al Athletic de Bilbao a la final de la Europa League, donde perdió precisamente con el Atlético de Madrid de Simeone–. Los técnicos argentinos están, definitivamente, de moda. Tanto es así, que apenas renunciado esta semana a Vélez, el propio Ricardo Gareca, en declaraciones radiales dijo: “Es un gran momento para nuestra profesión y hay que aprovecharlo. Si me llaman de alguna selección (n. de la r.: las versiones lo vinculan a la paraguaya), creo que se debe a que muchos están reconocimiento los méritos de mis colegas”.
Pero, ¿cuáles son esos méritos? Dejemos que lo conteste un futbolista. Un futbolista que ahora es mánager del Valencia, Roberto Fabián Ayala. La respuesta la dio en el momento en que su colega Mauricio Pellegrino fue nombrado como técnico del equipo, allá por 2012. En declaraciones al diario El País, dijo: “El Flaco te hace pensar y hoy el jugador necesita eso, que el técnico le dé las armas para resolver los problemas”.
“Hacer pensar” a los jugadores es precisamente una de las improntas del estilo Marcelo Bielsa, alguien que influyó decisivamente a Simeone, Martino… y a Josep Guardiola. Sí, el gran técnico que hoy está en el Bayer Münich también puede ser considerado –por vía indirecta– como de los primeros en alertar sobre los méritos de esta nueva camada de técnicos argentinos. Si bien reconoce que la escuela holandesa, especialmente el fútbol de Johan Cruyff, fue definitorio en sus gustos profesionales, fue la “filosofía” futbolística de Bielsa y Ricardo Lavolpe (a quien conoció cuando estuvo en México) los que marcaron su estilo. El técnico que revolucionara al Barça alguna vez escribió sobre el argentino que dirigiera a México: “Ricardo La Volpe ha escogido que su defensa salga jugando (…) para que jugadores y pelota avancen juntos al mismo tiempo. Si lo hace uno solo no vale, han de hacerlo juntos, como lo hacen los novios cuando salen juntos”, firmó un Guardiola fascinado.
Aquí tenemos otras claves. La “mano” de Guardiola puede verse en esta tendencia (no olvidar el hecho señalado previamente en PERFIL de su amistad de años y familia con Pizzi), pero también el hecho de que los técnicos que eligen los españoles es gente con muy buena llegada pero minuciosos al detalle, curiosa en lo táctico y capaz de ir más allá con las reglas.
Los 46 puntos con que llegan al receso del fin de año el Barcelona y el Atlético de Madrid (fruto en ambos casos de 15 ganados, un empate y tan sólo una derrota), la diferencia que ambos sacaron sobre el otro grande, el Real Madrid (también dirigido por un no español, pero de otra escuela, el italiano Carlo Ancelotti), la actualidad de ambos equipos en la Champions League, lo que dicen jugadores como Andrés Iniesta, Xavi o Diego Costa parece darles la razón a quienes los han elegido. Martino, además, ha demostrado bastante “cintura política” para lidiar con una prensa bastante mal predispuesta. Diego Simeone es tan ídolo en el Aleti que parece destinado a romper ese esquema de “una liga aburrida, sólo para dos”, de la que él mismo hablara, quizás incluso, con un campeonato.
Gente que “te hace pensar” y que representa una generación distinta de la de los campeones del mundo, César Menotti (que dirigiera el Barcelona), Carlos Bilardo (que estuvo en Sevilla) e incluso del campeón Intercontinental Carlos Bianchi (en el Atlético de Madrid). Ninguno de ellos resultó ser tan “europeo” como para triunfar definitivamente en un mundo donde los códigos –tan mentados en nuestro sistema futbolero– son otros.
Como en el cuento de Roberto Fontanarrosa (que sabía mucho de fútbol y que era rosarino, como Messi, Bielsa, Martino, y compartía el amor centralista de Juan Antonio Pizzi), los técnicos argentinos elegidos en España son capaces de conducir un vuelo espacial y, para conseguirlo, son capaces de “atar con alambre” cuando es necesario. O darles a sus jugadores el envión anímico como para pegarle un puñetazo a un vidrio o trabar una pelota con la cabeza.
Ya se puso la bufanda
Cuando se consagró campeón, Juan Antonio Pizzi dijo alegrarse por todos los hinchas de San Lorenzo, pero que no se lo dedicaba a todos. Algo no andaba con algunos miembros de la CD (no con Matías Lammens ni con Marcelo Tinelli), que, según él, pusieron palos en la rueda que giró hasta el título. Quizás fue eso, o su deseo de vivir en España, el hecho de tener como mánager a Roberto Ayala, o la mejor propuesta económica, la que lo llevó a irse sorpresivamente y ser presentado el jueves como DT de Valencia.
Pizzi, en su primera conferencia de prensa dio algunas claves: “Era la mejor solución después de lo que habíamos conseguido, trabajar en un club de España como el Valencia”. Luego sintetizó su paso por Boedo: “Hicimos las cosas que correspondían. Le dimos la estabilidad necesaria. Llegamos y, en 14 meses, el equipo salió campeón y jugará su segunda copa internacional. Se promovieron chicos. Estoy feliz, orgulloso de haber dirigido a uno de los más grandes de Argentina”.
Lo espera un duro desafío: el club que toma marcha undécimo, con 20 puntos. A sólo cinco de las posiciones de descenso.