Cómo cuidar la salud mental de los adolescentes

Prevenir la depresión y ansiedad en los adolescentes y adultos jóvenes es el primer paso para asegurarles una vida adulta sana. Conocer y entender los signos y síntomas precoces debe ser la prioridad en hogares con preadolescentes y adolescentes, ya que son muy vulnerables a padecerlas. Este año la Organización Mundial de la Salud se abocará a la temática de “LOS JÓVENES Y LA SALUD MENTAL EN UN MUNDO EN TRANSFORMACIÓN” para generar consciencia sobre los cambios producidos a nivel emocional en la adolescencia y los primeros años de la edad adulta. El Hospital Británico brinda Grupos de manejo del estrés a través de su Plan de Prevención de Salud, generando acciones integradas para que el individuo se mantenga sano, mejore sus hábitos y disfrute de un estilo de vida. Estos grupos de ayuda para el stress están orientados a quienes no pueden lograr controlarlo por sí mismos.

La mitad de las enfermedades mentales comienzan antes de los 14 años: pero en la mayoría de los casos no se detectan ni se tratan. La depresión en los adolescentes se encuentra como la tercer causa de morbilidad, siendo el suicidio la segunda causa de muerte entre los 15 y los 29 años. A esto se suma el uso nocivo del alcohol y de drogas ilícitas entre los adolescentes, que se ha transformado en un gran problema en muchos países.

Crear resiliencia mental es el mejor paso proactivo: es decir, generar las herramientas y mecanismos necesarios para sobreponerse a las adversidades emocionales, es la clave para una sociedad más saludable. Es importante fomentar la resiliencia desde las edades más tempranas, para lograr hacer frente a los retos que plantea el mundo actual.

 

¿Cuáles son los síntomas de depresión en adolescentes?

Prevenir la depresión y ansiedad en los adolescentes y adultos jóvenes es el primer paso para asegurarles una vida adulta sana. Conocer y entender los signos y síntomas precoces debe ser la prioridad en hogares con preadolescentes y adolescentes, ya que son muy vulnerables a padecerlas. Entre los síntomas a tener en cuenta se encuentran: Pérdida de energía. Cambios en el apetito. Necesidad de dormir más o menos de lo normal. Ansiedad. Disminución de la concentración. Indecisión. Inquietud. Sentimiento de inutilidad. Culpabilidad o desesperanza. Pensamientos de autolesión o suicidio. Para los adolescentes es muy difícil establecer confianza y sentir que pueden hablar de sus sentimientos sin sentirse juzgados o ser expuestos a regaños. Por lo tanto solicitar ayuda profesional es un paso que muchos adolescentes y adultos jóvenes evitan. Contar con un médico de cabecera que acompañe es un buen punto de partida. Frente a los sentimientos que motivan el aislamiento es importante como amigo o familiar continuar fomentando el vínculo cercano de cariño y comprensión. Motivar al adolescente o adulto joven a salir de su casa a caminar, sentarse en un parque o hacer juntos ejercicio regularmente, es una manera de continuar en contacto de forma positiva. Así mismo velar porque mantenga hábitos regulares de alimentación, sueño y las actividades lúdicas que son de su preferencia aunque no muestre interés. Es importante remarcar que la ansiedad y depresión ponen a los adolescentes y adultos jóvenes en riesgo de ingesta excesiva y adicción al alcohol y drogas – elementos que lejos de solucionar el problema, suman complejidad al frágil estado emocional. Remarcar los logros y aspectos buenos de su personalidad, y acompañar en los momentos en que el adolescente se siente atrapado por pensamientos negativos y autocríticos persistentes. Es importante como adulto a cargo recordar que la depresión es una enfermedad mental y posicionarse como ayuda y soporte emocional es clave para la recuperación.