El olor nauseabundo invade el aire. Caminar por el barrio San Francisco de Asís, en Colón, sin taparse la nariz, es una odisea. Así lo cuentan los 1300 vecinos que “sobreviven” entre la contaminación y el abandono.
Las 180 viviendas que conforman el barrio empezaron a levantarse en 2011 con la inyección de fondos que la Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Nación le giraba directamente al municipio, o a través del Ministerio de Planeamiento, Infraestructura y Servicios de Entre Ríos para atender la demanda de hogar de familias sin techo. En 2011, primer gobierno de Sergio Urribarri, el presidente del IAPV era Alfredo Francolini. Posteriormente fue reemplazado por Oscar Marelli, amigo personal de Urribarri y «socio» en varios emprendimientos inmobiliarios, como por ejemplo, la compra de departamentos de la familia del exgobernador en Punta del Este.
Pero la promesa de “Vivir Mejor”, como refería el título de uno de los convenios, y que parecía poder cumplir el sueño de la casa propia, se volvió una pesadilla. El Estado eligió hacer el barrio exactamente en el terreno fiscal que quedaba libre entre las piletas de oxidación cloacal y el basural municipal, a donde van a parar los desechos de los 30.000 habitantes de Colón.
Con la promesa de trasladar las piletas de cloaca de la zona, fueron mudando a las primeras familias. Pero el tiempo pasó y ocho años después la situación se agravó. Casi todos los adultos y niños del barrio padecen diferentes patologías asociadas al drama de la contaminación: asma, problemas en la piel e infecciones.
Leandro Marco (MP 5261) es alergista y especialista en Salud Pública. Atiende a Uriel González, un niño de 11 años que padece alergias crónicas y que vive en el San Francisco de Asís, frente al basural municipal. Contra todos los pronósticos, el médico sugirió suspender el tratamiento hasta tanto su familia no se mude a otro lugar.
El jueves pasado volvió a repetir el diagnóstico que ya había dado en febrero: “El paciente presenta un cuadro hiper reactivo de tipo alérgico crónico, agravado por la presencia de diversos contaminantes del aire en el entorno próximo de la vivienda”.
El drama de Johana Villa es similar. Vive en el barrio desde 2014, a 50 metros de las piletas cloacales. Sus hijos de 6 y 3 años sufren problemas en la piel, que dejan marcas. “Nos sentimos abandonados”, cuenta y agrega que al momento de entregarles la vivienda, la “promesa del municipio siempre fue mudar la cloaca y el basural en seis meses”.
Piletas de decantación cloacal sin tratamiento
Rodolfo Matías Leyes es profesor de historia e investigador de Conicet. En julio del año pasado denunció ante la Fiscalía 2 de Colón “el abandono del mantenimiento de las piletas de oxidación cloacal” por lo que los desechos de toda la ciudad “se vuelcan sin tratamiento al Arroyo de La Leche”, a pesar de que el Concejo Deliberante en 2017 autorizó la ampliación presupuestaria de la Secretaría de Obras Públicas en 4 millones de pesos.
La respuesta del municipio
Gaspar Rebord, director de Ambiente y hermano del intendente Mariano Rebord, habló con Telenoche y aseguró que la situación se desenvuelve con total normalidad. “Yo me he metido al arroyo y está todo dentro de los parámetros normales”, contó.
A la hora de explicar por qué se les prometió a los vecinos que sacarían las piletas de tratamiento cloacal, Rebord expresó: “Ante la necesidad habitacional que había y siendo todas obras financiadas por Nación, o sea que al Municipio no le representaba ningún costo, se hicieron porque eran los terrenos que había disponibles”.
Fuente gentileza Análisis Digital.