Según la medicina, si se hace una especie de clasificación, existen 13 manifestaciones que indican que la persona está sufriendo una crisis de pánico.
El ataque de pánico (o crisis de pánico) es un tipo de trastorno de ansiedad que aparece súbitamente y que ocurre con frecuencia sin que haya sido precedido por algún hecho desencadenante. ¿Cómo son los ataques de pánico? Un miedo repentino e inesperado se apodera de la persona, con múltiples sensaciones en el cuerpo y pensamientos de catástrofe que lo hacen pensar que está a punto de perder el control o de sufrir un trastorno de salud grave. Los síntomas son muy diversos y se dan varios a la vez en medio de una crisis. Es muy importante saber qué hacer cuando sucede, ya que es un trastorno para el que hay tratamientos muy claros y eficientes. El ataque de pánico se desata en apenas unos minutos y suele durar más de 10 en su totalidad. Está acompañado de al menos cuatro de los siguientes síntomas físicos y cognitivos: dificultad para respirar; dolor o molestia en el tórax; palpitaciones o variación de la frecuencia cardíaca; temblores; sudoración; náuseas o malestar abdominal; sensación de mareo o inestabilidad; sentimiento de irrealidad; escalofríos o calor repentino; hormigueo en las piernas o entumecimiento; miedo a estar sufriendo un infarto; temor a perder el control o volverse loco; miedo intenso a morir. Una persona que sufre una primera crisis de pánico suele quedar muy marcada y con la preocupación constante de que esos ataques aparezcan nuevamente. Empieza a darse lo que se llama el “miedo al miedo”. La idea de un infarto, un ACV o incluso la muerte pueden volverse recurrentes en quien ha sufrido este tipo de ataques. Pero ninguna de esas sensaciones representan un peligro real para la persona sino que son parte o continuación del miedo que ha sufrido durante el ataque de pánico. Pese a que el pánico es un trastorno muy estudiado en el mundo, se desconocen las causas que lo ocasionan. Se sabe que hay factores que pueden influir, como la propia genética o un alto nivel de estrés. El médico psiquiatra y psicoterapeuta Hugo Bab Quintela señala que “muchas veces disparan ataques de pánico pacientes que sufren de agorafobia (angustia a los espacios abiertos) o claustrofobia (angustia a los espacios cerrados). Y hay factores de riesgo que pueden predisponer a estos episodios como los conflictos familiares, los laborales, los trastornos del sueño, el tabaquismo, la cafeína, el alcohol o drogas mucho más duras como la cocaína”.
¿Cómo ayudar a esas personas? Si estamos ante alguien que está sufriendo un ataque de pánico, es ideal contenerlo, no abrumarlo con preguntas complicadas sino hablarle de manera simple y directa, demostrándole que lo estamos apoyando, que lo que está haciendo está bien, y que pronto logrará superarlo. Los especialistas consideran que es clave para el paciente mentalizarse en que el peligro de muerte que se experimenta no es real. Esto puede trabajarse con tiempo con una terapia adecuada, pero también existen técnicas de relajación que pueden ponerse en práctica en el momento en que se sufre la crisis.