¿Se puede borrar un flojo rendimiento en un instante? algo asi hizo el capitan, que arrastro su sombra todo el partido por el mineirao. hasta que…
Noventa minutos de Mr. Hyde enterrados por Dr. Jekyll en cinco segundos. Noventa minutos de Juan Pérez y cinco segundos de Leo Messi. Noventa minutos de un discreto delantero, entre distraído y desganado, por cinco segundos del mejor futbolista del mundo.
En esa contradicción flotó ayer el capitán argentino por el Mineirao de Belo Horizonte, ausente en largos tramos, presente en ese instante que convirtió en maravilloso. Un momento, el del final, que borró de un zurdazo las reminiscencias del Messi de antes, cuando jugar en la Selección le resultaba una tortura.
Mr. Hyde. El sostenido abrazo con Gago, apenas antes de empezar el partido, fue el único encuentro amable del día entre los que se suponen los mejores socios del equipo. Porque la presencia del volante como titular debía activar al genio que había dormitado un tiempo en el Maracaná. Pero no. Higuain y Agüero delante suyo debían darle las referencias que necesitaba, para descargar o distraer marcas. Pero tampoco. Un rezongo a
Mascherano por una pelota que no le pasó, un remate rebotado, otro remate rebotado, un tiro libre muy alto: el minuto a minuto del primer tiempo del crack fue un pico de rating para abajo.
En el segundo, la involución se aceleró. Se estacionó en tres cuartos de ataque, de a ratos encerrado entre los carceleros iraníes. Si hasta parecía
entregado, con largos tramos en los que ni siquiera participaba del juego. La peor versión de Messi con la camiseta de la Selección había vuelto.
Dr. Jekyll. El premio al mejor jugador del partido esperaba por el despliegue de Dejagah, o quizá por las manos seguras de Haghighi. Seguro que no por él.
Hasta que volvió a ser Aladino y sepultó la burda imitación de sí mismo que había sido durante noventa minutos.
Después, lo de siempre: los brazos abiertos como el Cristo Redentor, que tal vez lo espere en Río de Janeiro el domingo 13 de julio, los abrazos, las fotos, los premios.
Y todo por cinco segundos, los que marcan la diferencia entre Mr. Hyde y el Dr. Jekyll