La actriz estrenó en cine Una noche de amo, mientras se prepara para radicarse en Washington acompañando a su marido, Martín Lousteau.
Por Alejandro Lingenti | Publicado en la edición impresa de Diario Perfil
En Una noche de amor, Paola, el personaje que encarna Carla Peterson, está en un momento de cambios importantes: la maternidad la mantuvo ocupada unos cuantos años, la obligó a relegar a un segundo plano su profesión de terapeuta y, quizás, a descuidar un poquito su matrimonio con Leonel (Sebastián Wainraich). Tiene unos cuantos planes en la cabeza, pero de repente aparece uno que, en principio, pinta muy simple y termina complicándose hasta extremos hilarantes. Una cena con una pareja amiga queda cancelada imprevistamente y de ahí en más una serie de desafortunados sucesos se va desplegando a toda velocidad hasta desatar una pequeña crisis. En el amor, no todo es placer y disfrute, se sabe.
Hernán Guerschuny define su segunda película como “una historia de amor con problemas de sincro“. También como “una comedia antirromántica“, citando en este caso a un cineasta que admira, el veterano Woody Allen. Después de un buen debut con El crítico, el director al que Wainraich confió un guión que inicialmente había trabajado en solitario tendrá la chance de un lanzamiento importante: distribuida por Disney, la película se estrenará en sesenta salas de todo el país. Uno de sus productores es el actual director del Incaa, Alejandro Cacetta.
“Paola es una mujer que intenta llevar adelante con su pareja esa empresa siempre complicada que es la familia –dice Peterson–. En ese sentido, hay unas cuantas cosas en común con mi propia vida, es algo que conozco bien”, señala la actriz, casada con el actual embajador argentino en los Estados Unidos, Martín Lousteau, con quien tiene un hijo de tres años, Gaspar.
“Hay muchas cosas que me resuenan, pero intento despegarme de lo cotidiano porque si no me aburro. Creo que la gente se va a identificar con muchas cosas que pasan en la película. A Paola le toca el rol de rearmar su matrimonio, de revitalizar una pareja de doce años con dos hijos, una tarea ardua. Es una mujer que dedicó mucho tiempo a la crianza de esos chicos y que ahora quiere ponerse a trabajar en lo suyo, a tener sus primeros pacientes, y que también empieza a hacerse preguntas sobre su propio matrimonio que no se había hecho hasta ese momento”, explica Peterson, muy solvente en su rol en la película, como es habitual en ella.
Ganadora dos veces –consecutivamente, además– del Martín Fierro a la Mejor Actriz Protagónica en TV, por sus trabajos en Lalola (2008) y Los exitosos Pells (2009), Peterson se mueve como pez en el agua cuando le toca en suerte la comedia. Se siente cómoda en el género, aunque prefiere que no la encasillen y ha dicho alguna vez que “la comedia dramática es lo que más se parece a la vida real“.
—¿Hay cosas que le pasan a Paola que te pasaron a vos?
—Sí, hay cosas que me pasaron y hay otras que seguro me pasarán, nadie está exento. Pero mi vida es diferente a la de este personaje. Yo empecé a trabajar en lo que quería de muy joven, pude elegir y dedicarme a ser actriz.
—Ya llevás más de veinte años de carrera. Hiciste en todo ese tiempo seis películas y mucha televisión. ¿Tenés alguna preferencia o se dio así?
—Ahora empiezo a filmar otra con Jorge Marrale y Rodrigo de la Serna, dirigida por Marcos Carnevale. La verdad, me gustan las dos cosas, la televisión y el cine. En el cine hay más tiempo para trabajar un personaje. Y más tiempo de espera también… Pero esos tiempos muertos siempre se terminan aprovechando. Yo los uso para ir preparando la próxima escena, por ejemplo. Está claro que son dos lenguajes diferentes, que en la televisión vas resolviendo en base al oficio y a la repetición de recursos que sabés que funcionan. Pero eso te sirve como entrenamiento también, no es descartable.
—Muchas veces es difícil mantener un estándar de calidad porque se van modificando situaciones o importancia de los personajes de acuerdo al rating.
—Hoy ya no se toma en cuenta solamente el rating. También cuentan las ventas al exterior, por ejemplo. El éxito de un programa no dice nada sobre su calidad, además. Hay programas que están buenos y les va mal y otros que no están buenos y tienen un rating alto. Lo mismo en el cine. Yo intento elegir cosas que creo que pueden ser buenas para mí, más allá de los resultados que obtengan. Elijo un proyecto cuando me gusta de entrada ser parte de él.
—¿Cuáles son tus debilidades, los aspectos que sentís que podés mejorar como actriz?
—Soy exigente conmigo, pero por lo general me gusta lo que hago. Cuido mucho con quién trabajo. Elijo. Si tengo que pensar en una debilidad, diría que me cuesta mucho estudiar la letra. No me gusta y me cuesta. Y desde que soy madre, mucho más. Es uno de los trabajos individuales que el actor debe hacer para rendir bien. Antes estudiaba sola en mi casa y ahora ya no porque tengo un hijo, así que me arreglo como puedo.
—¿Pensaste alguna vez en otra profesión, hay alguna otra cosa que te gustaría hacer?
—Siempre quise ser actriz, de muy chiquita ya. Pero de repente estoy viendo una revista de decoración o veo un edificio que me gusta y sueño con ser arquitecta. La docencia también me gustaría. Y cantar. La música me gusta mucho y me dan ganas de cantar, pero hay que tener tiempo y prepararse para hacerlo bien.
—Hay muchas actrices que se han dedicado a cantar: Rita Cortese, Soledad Villamil, Gloria Carrá…
—A Gloria la escuché hace poco y me encantó. Está buenísimo verla cantar en vivo. Pero es una exigencia importante hacer los temas, armar una banda y organizar los shows. Tal vez más adelante…
—Se viene discutiendo bastante sobre la Ley del Actor. ¿Tenés opinión sobre el tema?
—Me parece bien que haya una ley que proteja a los actores. Sinceramente, no la conozco al detalle. Pero creo que si se pone en práctica, podríamos ver cómo funciona y analizar si se deben hacer ajustes.
—Ahora vas a vivir en Washington. ¿Cómo imaginás la experiencia?
—Conozco la ciudad y es muy linda. Puedo aprovechar que hay mucho teatro hispano y mucha actividad cultural. Cosas para hacer sobran. Y tendré tiempo también para ir pensando en el regreso, porque es algo temporal. Martín no va a ser embajador toda la vida. Mi casa está acá, en Argentina. Y mi trabajo también.