Hay gente a la que le gustan las películas que se entienden, y hay gente a la que le gustan las que dejan espacio para que el espectador sueñe. A mí me gustan las que permiten soñar”, dice David Lynch.
Me encanta enamorarme de una idea y ver cómo se transforma en el proceso de filmación, para luego redefinirse en el montaje. Escribir una miniserie, conseguir producirla ganando un concurso del Ministerio de Planificación, planearla, filmarla, editarla y finalmente lograr una pantalla tan competitiva como Telefe es algo que me llena de orgullo.
Había ideado una historia junto a mi equipo de autores, Romina Rissolo, Ramiro San Honorio y Julia Scarone, en la que consideré que la riqueza de los personajes residía en que ellos mismos eran oxímoron andantes. Seres contradictorios: “Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”. Personajes que eran capaces de cruzar sus propias fronteras en cuanto a lo emocional y lo profesional. La serie en definitiva habla sobre qué es el amor, la vocación y cómo se pueden correr los límites de las creencias propias. Me apasiona contar historias donde los personajes están preparados para salvar vidas, pueden todo lo complejo pero no pueden con las situaciones mínimas de cotidianeidad. No pueden mantener una relación, se acobardan, todo es inmenso y al mismo tiempo pequeño. Creo que siempre estoy contando lo mismo, pero cambiando los contextos. Y los contextos son los que de alguna manera potencian ese conflicto y lo profundizan.
Hace unos años gané el primer concurso de miniseries con El paraíso, que en su momento fue estrenada por Canal 7, y estuvimos ternados como Mejor Miniserie en el Martín Fierro 2012. Era una serie que transcurría en una sala de atención primaria en el conurbano bonaerense. En el caso de Fronteras, decidí duplicar la apuesta haciendo una serie “de médicos” pero esta vez desarrollando más los conflictos y generando tramas secundarias sólidas. Elegí problemáticas naturales de la zona misionera y otras que se replican en todas partes, lamentablemente, como el trabajo esclavo, la trata, la corrupción, la explotación de menores y la donación de órganos, por citar algunos.
La serie se hizo enteramente con el premio, con fondos del Estado. Es por eso que tengo una voluntad de que el producto tenga una función social, pero también de que encuentre la ecuación de ser popular, de alta calidad y con un tratamiento cinematográfico. Cualquiera que vea un cuadro de Fronteras puede darse cuenta de que hay una mirada de autor; la luz no es de estudio, y las actuaciones van mas allá de un falso naturalismo. Hay un tempo, hay miradas, respiraciones,
encuadres con planos muy cortos y otros con paisajes en exteriores maravillosos, como los que pudimos filmar en Misiones.
La miniserie cuenta con actores muy queridos, reconocidos, de oficio, pero ellos mismos, al igual que los personajes, “corrieron sus límites”. Esta serie fue posible porque había un presupuesto fijo y la totalidad de los libros estaban escritos previo al rodaje. Armamos un diseño de producción a la manera de las telenovelas brasileñas o las series americanas. Esto es: arrancar sabiendo todo lo que va a suceder en la temporada. Es fundamental trazar un sistema de poder ver el todo antes (al menos lo más posible) y no estar sujetos a los avatares del rating.
Hoy en día se habla de las telenovelas extranjeras y su producción. Acá claramente podemos hacerlo. Estos concursos han demostrado que muchos directores y productoras están en condiciones de diseñar productos competitivos y originales. Algunas ficciones extranjeras son buenas, y otras no me gustan. Pero hay público para todo, y cada canal tiene en su pantalla aquello que considera lo representa mejor en ese momento. Creo que este verano está competitivo como nunca, y confío en que Fronteras encontrará su público porque es una apuesta diferente con actores queridos y con temáticas nuestras.
La serie tiene una ventana de comercialización de 24 meses para el productor pensando en el extranjero; esto se hace mediante distribuidores. En el país los derechos son del Bacua (Banco de Contenidos Universales Argentinos), o sea que el “dueño” es el Estado, y como tal puede emitir en los canales públicos o adheridos, de acuerdo con el convenio por espacio publicitario o canje de contenidos. El productor de alguna manera lo que gana es la concesión o la prestación para realizar el producto. Claramente es parte de una política de Estado mediante la cual se han incluido no sólo temáticas sino nuevas caras, técnicos y productoras de todo el país, democratizando el mapa audiovisual. En mi caso, con Fronteras logramos entrar a una pantalla como la de Telefe a fuerza de calidad y de tener un producto competitivo, demostrando que hay apertura para cosas nuevas.
*Directora en cine de Eva y Lola; en televisión, de El paraíso y Fronteras, que esta noche estrena por Telefe.