La disparada inflacionaria de enero, con picos de casi cinco puntos en alimentos y bebidas, sigue desvelando al Gobierno, al punto de forzarlo a pensar en medidas de corto, mediano y largo plazo para hacer accesibles los bienes de mayor demanda social. Entre ellos la carne, tan característica de la dieta de los argentinos.
Tras lograr un acuerdo con frigoríficos exportadores de carne vacuna para retrotraer precios de una decena de cortes populares, la Casa Rosada conformó una mesa interministerial para atacar los problemas de fondo del sector cárnico y trabajar en un cambio radical de la producción y comercialización del ganado para llegar a los comercios de barrio con precios al alcance de la población.
Cambio estructural
El pasado miércoles, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, hizo de anfitrión para la primera reunión de una mesa interministerial integrada por el ministro de Agricultura, Luis Basterra; representantes de la Cancillería, como órgano promotor de las exportaciones, y el Servicio de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa).
Aunque los partícipes fueron reacios a comentar los objetivos del encuentro, Kulfas aseguró que las áreas involucradas van a «diseñar un cambio estructural en la forma de producción y comercialización de carne» con el objetivo de «aumentar la capacidad productiva, potenciar las exportaciones y garantizar cortes a precios accesibles».
Disparada de precios
Según pudo saber El Cronista por fuentes oficiales y del sector, la mesa interministerial recoge el guante de las negociaciones que hace semanas el Gobierno mantiene con los actores del campo y su cadena de valor para atacar la disparada en los precios de los alimentos, que en parte responde a la suba pronunciada de las commodities en los mercados internacionales.
El tironeo, con cierre de exportaciones y una rápida vuelta atrás luego de un paro de 72 horas de tres de las cuatro entidades rurales, culminó días atrás en una reunión cara a cara del presidente Alberto Fernández con los dirigentes patronales donde se abordó, entre otros temas, los aumentos en la carne.
Terminar con la media res
Uno de los ejes de la discusión técnica pasa por lograr que los frigoríficos abandonen la venta de la media res a las carnicerías de barrio y pasen al troceo, que es la práctica habitual para la exportación y la venta de carne en grandes cadenas y supermercados.
Este cambio radical en la comercialización permitiría al carnicero abastecerse con los cortes que le demandan sus clientes, y así evitar que le bajen «un poco de todo», como ocurre con la media.
En zonas de nivel socioeconómico bajo y medio bajo, ciertos cortes premium carecen de demanda, mientras otros «populares» corren la misma suerte en barrios de alto adquisitivo. En la práctica, el carnicero debe compensar la pérdida que le generan los kilos no vendidos inflando los valores de los cortes con mayor rotación y así salvar sus márgenes de ganancia.
Favorecería el stock
Por el contrario, la venta por troceo favorecería cubrir de una forma más pertinente la demanda de los consumidores finales, daría por resuelta la necesidad de cubrir las pérdidas por cortes no pedidos con mayores aumentos y, a su vez, dejaría un stock remanente de cortes con demanda cubierta o no demandados en el mercado local para la exportación a otros destinos. Todo esto forma parte de una vieja idea que arrastra el canciller Felipe Solá desde su época como ministro de Agricultura, en la época del difunto expresidente Carlos Menem.
Bajar la informalidad
Asimismo, la mesa interministerial tiene pendiente buscar incentivos internos para bajar la informalidad en la comercialización y, así, la evasión impositiva, y generar mecanismos para favorezcan el crecimiento de la población vacuna en pie, como así también rebajar las retenciones a las exportaciones según cortes.
La transformación de la comercialización de la carne no es una tarea que se pueda concretar de la noche a la mañana, sino que demandaría al menos dos años para su implementación. Asimismo, supone mayores resguardos para asegurar la seguridad alimentaria, siendo que el troceo de la res, rompe con las barreras naturales para el ingreso de bacterias nocivas para las personas, y exige normas sanitarias y fitosanitarias más exigentes.