En un semestre clave para Boca, el DT y el referente deben salir campeones para continuar.
Campeonato exprés, urgencias, un club impaciente, un Mundial que apura los tiempos y un entrenador que tiene que refrendar sus pergaminos. Cien días para que Boca se reinvente con Bianchi y Riquelme o sobrevenga el revisionismo histórico. El torneo corto como un tuit pone en jaque al técnico más ganador de Boca. Sin título no habrá paraíso. Y el fin del Virrey puede pulverizar otra era: Riquelme es el otro apuntado por una dirigencia que ya maneja planes B y C. En ambos casos, enemigos del diez.
¿Nuevo Boca? Desde que les escribió una carta a los hinchas tras la derrota 1-6 ante San Martín en San Juan, Bianchi abrió la puerta de los perdones para la tribuna. Otras dos derrotas posteriores a aquella goleada en abril del año pasado precipitaron nuevas disculpas. Síntoma del que no encuentra el camino ni las respuestas adecuadas en el plantel. El Virrey desconfía de algunos futbolistas e intenta mandar mensajes que lo tranquilicen. Los jueves, cuando no haya fecha entresemana, Boca se entrenará en doble turno. Se trata de su intento por agrandar el compromiso de un plantel que no responde a sus expectativas. Cierta desconfianza mutua se traduce en los sistemas de juego.
Durante todo un verano sin triunfos, Bianchi probó un 4-2-3-1. Hoy ensayará un 4-4-2. Apenas vuelva Román (tal vez en la segunda fecha, contra Belgrano en una Bombonera vacía) será un 4-3-1-2.
Más que variantes, entre los dirigentes huelen desorientación. Bianchi está convencido de que el presidente lo apoya. Sin embargo, allegados al DT le sugieren la fragilidad del respaldo. Y aseguran que el famoso contrato publicado en los medios trascendió por un hombre ligado a Daniel Angelici.
Bianchi, en tanto, no puede ni ver a directivos de peso, como Marcelo London, pro tesorero; César Martucci, vocal titular, y Juan Carlos Crespi, vicepresidente segundo. El lunes pasado Martucci fue sugestivo cuando explicó la cláusula que indica que a los 18 meses de la firma de Bianchi, Boca podía disponer qué hacer con el otro año y medio: “En junio podemos revisarlo”, aventuró el presidente. Para entonces, el único paracaídas que puede salvar al entrenador es una vuelta olímpica. El mismo paraguas que pondría a salvo a Riquelme, cuyo contrato vence mientras se juega el Mundial de Brasil. Hasta ahora, nadie negoció con el diez. Los dirigentes apuestan a que la eventual llegada de Guillermo Barros Schelotto o Martín Palermo, en ese orden de prioridades, desplace a la contracorriente macrista: Riquelme, que para esa época cumpliría 36 años, quedaría fuera de juego.
Resultadistas. Durante la gestión Angelici, Boca no ganó campeonatos ni títulos internacionales. Apenas consiguió una Copa Argentina, un trofeo menor para el imaginario colectivo del hincha. Por eso el presidente de Boca quiere conquistas inmediatas o cambiar antes de que sea tarde; a fines del año que viene habrá elecciones en el club. Su apuesta es mantener el doble comando futbolístico Bianchi-Riquelme. Si fracasan, ellos pagan.
Guillermo es el muchachito de la película. Idolo del club, perfil ganador, exitoso en su primer club como entrenador, 40 años (la edad que pondera Mauricio Macri) y afín a la dirigencia. Con él adentro de Boca, se iría Riquelme, que en su momento se pronunció: “A algunos les va a costar más llegar”. El diez por ahora decidió esconder su discurso entre el silencio. Agotadas las palabras, quiere hablar en el terreno que puede redimirlo. Martucci lo conminó a que se salve en la cancha: “Quiero que juegue y que rinda”.
“Bianchi está preocupado, pero convencido de que puede sacar al equipo adelante”, le confía a PERFIL alguien cercano al DT. El orgullo es una de las características salientes de su personalidad. Más allá de su bronce, Bianchi pretende irse de Boca por la puerta principal. Quiere ganar y demostrar hacia afuera y también hacia adentro que no perdió la brújula. Que sigue vigente y que aún es posible inculcarle identidad a este equipo. Mientras, repican en el aire las palabras de Angelici de hace dos meses y medio: “Sin títulos es muy difícil renovar, aunque sea Bianchi”. La historia misma bajo la lupa.
(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario Perfil.