Campazzo, Laprovíttola, Delía, Bortolín y Gallizzi son parte del recambio de la Generación Dorada. Sus historias.
Claudio Gómez
El vestuario del Palacio de los Deportes de Madrid será, una vez más, el lugar de encuentro entre dos generaciones. Pibes y veteranos. Juventud y experiencia. Mientras Julio Lamas ofrezca las últimas indicaciones, mientras los jugadores intenten calmar la ansiedad porque ya arrancan los octavos de final del Mundial, la Generación Dorada será minoría.
De los doce integrantes de esta selección argentina quedan cinco de aquel plantel que se armó en 2002 y dos años después ganó el oro en Atenas. También estarán Selem Safar y Marcos Mata, que se podrían ubicar en una generación intermedia. El resto son pibes.
Facundo Campazzo, Nicolás Laprovittola, Marcos Delía, Matías Bortolín y Tayavek Gallizzi: entre los cinco promedian 22 años. Son el recambio, la continuación, lo que viene. Cuando en los Juegos Olímpicos de Río 2016 se despidan los últimos jugadores de la Generación Dorada, estos pibes son los que se van a cargar la sucesión de la mejor selección nacional de básquet de la historia.
La historia más curiosa es el de Tayavek Gallizzi. El pibe, 21 años, santafesino, jugador de Quilmes de Mar del Plata, fue convocado hace unos meses para integrar un equipo para que entrene la Selección. Ahí se cruzó con Manu, con Scola, con todos sus ídolos. Hasta tuvo que reprimir el impulso de sacarse autofotos con ellos. Iba con el teléfono en la mano, prendía la cámara, pero no se animaba. Cuando Lamas lo incluyó entre los doce mundialistas no lo podía creer. Nunca había jugado para la Selección y el debut con la celeste y blanca iba a ser en un Mundial. De sparring a España. Un sueño.
Además de Tayavek, otros dos pibes que ahora disputan el Mundial juegan en la Liga Nacional. Los dos juegan en la zona pintada: Matías Bertolín, de Atenas, y Marcos Delía, de Obras. El resto de la nueva generación ya arrancó su carrera en el exterior: Nicolás Laprovittola, hijo de la diputada Margarita Stolbizer, juega en Flamengo de Brasil, mientras que Facundo Campazzo es la flamante incorporación nada menos que del Real Madrid.
Más allá del resultado de hoy y del destino del seleccionado en España, este Mundial marcará un punto de inflexión en la historia del básquet nacional. Quedará en la memoria como la competencia en la que aquellos grandes les pasaron la posta a estos pibes.
(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario PERFIL.