La realidad con respecto al maltrato animal nos obliga a hablar nuevamente del como estamos respeto a este tema.
Una yegua preñada, utilizada para traccionar un carro, agonizó por más de 18 horas en un descampado y lo más lamentable es que su agonía fue aún más puesto que al llegar el veterinario municipal, y dictaminar algo que se sabía de antemano, el profesional no tenía los insumos para eutanasearla. Por ende, las proteccionistas, en este caso de “Manos por patas”, tuvieron que llamar a un veterinario particular y pagarle el doloroso servicio. Esta estampa nos revela lo que nos ocurre, tenemos el departamento municipal de Zoonosis acéfalo, el cual, ausente de su cabeza, no tiene un ínfimo ni, aunque sea mediocre botiquín para atender estos casos, ni veterinario que se especialice en grandes animales como lo son los equinos. ¿Será que no hay plata para esta sección municipal?
Mientras tanto el Municipio gastaría unos 140.000 pesos para cambiar el piso de un club social de nuestra ciudad, le pagaría mensualmente $50.000 al historiador E. Lazzari para hablar de una ciudad tan ajena a él, le otorgaría un subsidio de $30.000 a una facultad privada para mejoras edilicias y podemos seguir enumerando otros gastos superfluos para lo que es el bien común de la ciudadanía de Concepción del Uruguay. Ésto ocurre mientras que un grupo ínfimo de la sociedad – individuos que además de su trabajo diario actúan como proteccionistas que a fuerza de la colaboración de parte de la ciudadanía que ayuda por medio de alcancías distribuidas en muchos negocios, rifas, bonos a beneficio, donaciones de insumos, alimentos y plata – trata de paliar la grave situación que acarrea la desatendida problemática animal en ésta. Labor ad honorem, si las hay. Este “servicio” es prestado a una Municipalidad que no actúa desde el Departamento perteneciente a Secretaría de Salud, el cual – sabemos – se mantiene activo pues hay personal que cobra por lo que NO hacen, ese personal que tendría que abocarse a gestionar y / o solucionar estas problemáticas. Esta es la paradoja – alguien que no recibe aportes y hace y un organismo municipal que cobra y no se mueve. ¿Hay partida presupuestaria destinada a Zoonosis? La hay, pero no se da a conocer a la comuna. Se niegan a hacerlo. A buen entendedor, pocas palabras.
Hablando del NO y volviendo al ejemplo de este infortunado animal, el cual fue víctima, una vez más, de lo que NO se hace con aquellas personas que ejercen el maltrato, a los cuales también les tendría que caer la vara de la ley. El no, lo prohibido, lo vedado es parte cultural de una ciudadanía. Esa variedad del NO están penados por leyes y ordenanzas en donde el incumplimiento o infringirla se traducen a penas monetarias o efectivas, y ellos, esos maltratadores no tendrían que estar exentos del castigo.
¿Por qué un dueño maltratador de ese caballo – figura de otros tantos – no fue castigado? El dejar a un animal, sea perro, gato, equino al rayo del sol por horas, bajo las inclemencias de tiempo, en invierno, por ejemplo, está multado por la Ordenanza 4277, la 5329 que habla sobre la Tenencia Responsable de animales.
¿Cuál es la causa que no se castiga fehacientemente a un seudo dueño que deja morir a un no ser humano? Doble pena para él: al no haber marcas no se sabe el origen (dudoso) de éste, el desprecio a la vida de un animal tan noble como lo es, el otro y tal castigo está contemplado en la Ley 14346.
¿Por qué si nos labran multas, por ejemplo, por mal estacionamiento se hace la vista gorda a un carro que bajo muchas aristas infringe ordenanzas 4277, Ley de Tránsito y llamada Ley Sarmiento? Más allá de pensar del peligro que lo es para nuestra seguridad vial
El dejar un caballo libre, suelto en la vida pública sabiendo que es un peligro inminente, también tendría que estar penado. Ordenanzas son las que sobran. Ganas de imponerlas, falta hasta coraje.
Y como en esa película llamada “El huevo de la serpiente” sabemos, muy bien sabemos que el origen de esto está en las NO acciones por parte de los que ostentan el poder político en nuestra comuna, está también en las promesas incumplidas, en el endeble compromiso, en faltar a la palabra.
Y en el mientras tanto, estamos nosotros, los proteccionistas, la Policía de Entre Ríos – Comisaría Segunda – que nos acompaña en cada urgencia que la requerimos, la ciudadanía comprometida que denuncia, mirar hacia donde está el maltrato y comunicarlo. Esperemos que en un corto plazo algo cambie, que se actúe ante la problemática animal desde las altas esferas y que quede tan solo en un título el film de I. Bergman.
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