El equipo es un fenómeno científicamente inexplicable. Porque juega mal, pero gana.
Edgardo Martolio
Los fenómenos científicamente inexplicables se denominan ‘paranormales’. Uno de esos fenómenos es la Selección de Alejandro Pachorra Sabella. Por cuarta vez, en dieciséis participaciones, una selección argentina gana cuatro partidos seguidos. La primera fue en el arranque de los Mundiales, donde sólo perdió en la Final, su quinto cotejo, frente a Uruguay; la segunda en 1986, tras empatar en el segundo encuentro de Grupo ante Italia: ganó los cinco restantes –récord– y se consagró Campeona del Mundo; la tercera vez fue hace cuatro años, en Sudáfrica, cuando el equipo dirigido por Maradona venció los tres partidos de la Primera Fase y el siguiente de Octavos, antes de la goleada alemana. Y ahora, en 2014. Equipos nacionales muy superiores a este tuvieron peores campañas aunque, es cierto, casi siempre se debatieron con algunos rivales mejores que los que nos midieron hasta hoy en Brasil. Pero esas selecciones eran ‘normales’. Esta no lo es.
La de Sabella es una Selección paranormal porque juega mal pero gana. Por algún raro motivo los adversarios cambian su modo de jugar cuando la enfrentan. Influye la tradición de la camiseta y, mucho más, la presencia de Messi adentro de la cancha. Adversarios como Irán preferían llevarse un recuerdo de Leo antes que la victoria. La propia Suiza apostó a una táctica diferente de la que había ensayado, con suerte dispar, en los tres partidos anteriores. Volvió a la idea que plantó en 2006 y 2010. A cuidar su arco y olvidarse de atacar. Apostó a los penales. ¿Por qué no le dio compañía a Shaqiri cuando tenía aire y piernas? Nadie lo sabe. Argentina agradecida.
Este equipo “no es compatible con la norma de las percepciones, de las creencias y de las expectativas referentes a la realidad”, como subraya una de las tantas definiciones que intenta aclarar los fenómenos paranormales. El propio técnico entra en esa descripción; no tiene la energía de Sampaoli, el argentino de Chile, o la linda locura del mexicano Herrera, ni la experiencia de Fabio Capello, pero los va dejando a todos en el camino. Las creencias del entrenador nacional parecen poco convincentes pero no cambia nada, como si de verdad ‘se jugara’ por lo que muestra y con lo que muestra, sin ases en la manga. Y no envuelve a nadie en sus expectativas porque siempre son moderadas, diferentes de lo que la gente pide, quiere y exalta.
La de ‘Pachorra’ es una selección paranormal porque tiene una mala defensa que, sin embargo, sólo tomó tres goles, menos de uno por partido. No es necesario compararla con las de otros países, importa hacerlo con ella misma, principalmente con su juego: endeble, confuso, agujereado. Pero ‘anormalmente’ la atacan tan poco que con algo de suerte, los palos a su favor y Romero inspirado se basta para no hacer los papelones pronosticados. Lo primero que cualquier técnico debería hacer cuando enfrenta a los once de Sabella sería anular a Messi, no dejarlo recibir, y lo segundo aprovechar su flaqueza defensiva. Nadie lo hizo, nadie lo hace.
Un especialista dijo no hace mucho que la para-normalidad es “el estudio científico de experiencias que, si son lo que parecen ser, están, en principio, fuera del dominio de las capacidades humanas tal como en el presente están conceptuadas por los científicos convencionales”. ¿Hablaba de Messi? ¿O acaso se anticipaba a este extraño equipo? Y agregó “así, estos fenómenos señalan ostensiblemente la actuación de factores por lo común no conocidos o no reconocidos por la ciencia ortodoxa, a los que solemos referirnos como factores paranormales”. Tal vez, también se refería a la selección de Costa Rica, otro fenómeno poco previsible, nada conocido, del vigésimo Mundial que de ortodoxo posee cero.
La de Sabella es una selección paranormal porque –todos–, discutimos a Sergio Romero, en la titularidad del arco, durante tres meses. Aquél Romero, un pibe de Racing, que fue campeón mundial juvenil en Canadá parecía extinto: ¿Cómo puede haberse transformado en suplente de cualquiera en todos los clubes por dónde pasó? Una vez, todo bien; dos… pero más de dos siembra incertidumbre hasta en su papá. No obstante, Romero se convirtió en protagonista en casi todos los partidos. Por más que lo hayan exigido poco, tuvo defensas que le cambiaron la historia a este equipo. Sin él la Argentina no estaría preparándose para disputar Cuartos de Final en Brasilia ante Bélgica.
Leyendo un poco se encuentra que para que algo se declare paranormal “debe presentar efectos, además rasgos propios, muy específicos, que los distingan y aparten de los fenómenos naturales, tanto normales como anómalos, cuyo dinamismo se ajusta a las relaciones de variables conocidas o utilizadas por la ciencia oficial”. Encaja también con este equipo argentino que ya ganó la misma cantidad de partidos que España, Italia, Inglaterra y Uruguay, los cuatro campeones del mundo, sumados y que este martes miraron a la Argentina por televisión. Iniesta, Piqué, Pirlo, Balotelli, Rooney, Gerrard, Godín y Cavani están en casa mientras Fernández, Rojo, Zabaleta caminan hacia un sueño que, en una de esas, se les da. ¡Es anormal! Mejor, ¡Paranormal!
La de Sabella es una Selección paranormal porque quien suponíamos el mejor defensor, Zabaleta –aunque no le fue mal con Suiza– es quien peor rendimiento registró hasta ahora. Y Marcos Rojo, claramente el punto más débil, no desentona, hasta se luce dentro de la pobreza exhibida, claro está. Su lateral es muy poco agredido por los adversarios, lo que le permite subir constantemente y sacar unos centros formidables, lo que mejor hace (pero es defensor). Los dos centrales de a poco evolucionan, especialmente Garay que tiene un juego aéreo bastante sólido; Federico Fernández participa menos que cualquier lector, lo que no está mal porque así se equivoca menos, pero disparadamente es el gran ausente del fondo: no está nunca donde debe estar y poco aparece cuando tiene que hacerlo. Es el zaguero más alto que menos cabecea. Igual, sólo nos hicieron tres goles…
El universo paranormal es abrumador, alguien comenta que “es característico del hecho metapsíquico, cualquiera que sea, aquello que parece ser debido a una inteligencia desconocida (humana o no humana), comprendiéndose en las mismas los sorprendentes fenómenos intelectuales de nuestras inconsciencias, que determinan los presentimientos, las telepatías, los movimientos de objetos sin contacto, las apariciones y ciertos fenómenos mecánicos y luminosos, no parecen ser ciegas e inconscientes”. De Messi eso ya lo sabemos. Pero, ahora, empiezo a creer que el palo derecho de Romero, en el último suspiro de la prórroga ante Suiza, se movió. Y si se movió es un fenómeno paranormal que Joseph Blatter deberá estudiar para que no se repita en el futuro de la FIFA. Lo cierto es que la pelota no entró (como no entró el tiro de Pinilla ante Brasil ni el penal de Jara que devolvieron los palos y enterraron las ilusiones chilenas).
La de Sabella es una Selección paranormal porque el mediocampo no fue sofocado como creíamos que lo sería, sus componentes están cumpliendo su misión. De los muchos jugadores de todos los países que se lesionaron (feo) antes de la Copa, Gago es el que mejor se recuperó. Otros, como Colombia, perdieron a su pieza clave, Falcao García es un buen ejemplo y Ribery otro en Francia; la Argentina de Sabella, en cambio, lo recuperó a Gago sin problemas: su bajo nivel no tiene que ver con la lesión. Ya lo observábamos desde antes de regresar de Europa a Vélez y lo ratificó en el Boca de Bianchi. Mascherano, que era una gran duda para muchos, porque en el Barcelona jugó toda la temporada en otra posición y mal, al ponerse la camiseta celeste y blanca, una vez más, se transformó en el dueño de su sector, ejerciendo presión, recuperando, mordiendo (no como Suárez, claro) y, al igual que ante Nigeria, volvió a ser figura contra Suiza. Finalmente Di María, sin palabras. Ganó el partido de Octavos y ratificó que no es Messi pero está ahí de serlo. Otro fenómeno paranormal.
Otro científico dice que “en realidad, lo más asombroso de este nuevo tipo de casos es que demuestran ser totalmente independientes del tiempo, tanto los espontáneos como los experimentales, que no podría esperarse que el tiempo ejerciera una influencia limitativa, si el espacio no lo hace”. Se puede aceptar o no, pero es indesmentible que la Argentina de los primeros tiempos, cuando en general ataca más, convierte menos. Y algo opuesto le sucede en el final, cuando ya pide la hora, los penales y cualquier otro recurso: allí mete los goles que van alimentando la ilusión argentina. Sabella maneja los tiempos de la para-normalidad. Creámoslo aunque parezca una broma.
La de don Alejandro es una Selección paranormal porque Higuaín, la esperanza de gol (para eso está ya que no resuelve nada más que no sea en la definición), no encuentra el arco ni cuando está libre. Pero Argentina tiene gol, por lo menos gol suficiente para ganar todos sus partidos. Agüero, que en tesis le disputaría el trono de segundo de Messi, a todos los demás, desapareció; pobre, sumó todas las desgracias juntas: además de soportarlo a su exsuegro, Maradona, no encontró el arco y se lesionó. No aportó ni el 3% de lo aguardado. Palacio, que se suponía era el primer suplente de cualquier atacante, no lo es, perdió esa prioridad ante un Lavezzi que no pierde el humor ni mirando jugar a su equipo. Cosa de locos. Paranormal, digamos.
El propio fenómeno entra en contradicciones porque en algún libro está escrito que “es cosa evidente, bastante concluyente, como para no dejar lugar a dudas, que estamos tratando con principios y procesos no físicos”. Si físico se refiere a cuerpo, objeto, los que escribieron eso no lo vieron a Mascherano apareciendo en varios lugares a la vez en el Itaqueirão de San Pablo. Si físico se refiere a desgaste, uso, ida y vuelta, nunca entregarse, transpirar de principio a fin, pedirle a las piernas un paso más, un remate extra, los autores tampoco vieron a Ángel Di María metiendo su primer gol en el Mundial número veinte cuando el partido paranormalmente ya había terminado aunque nadie se diese cuenta.
La de Pachorra es una Selección paranormal porque lo tiene a Messi, obviamente, que no es de esta Tierra porque, aún abajo del nivel de las temporadas 2011/2012, resuelve. Con goles como fue en los encuentros anteriores o, en el minuto más desesperado de toda esta historia, dándole una asistencia perfecta a Di María para que mande a los suizos a ajustar sus relojes y no pierdan el avión de regreso a Ginebra. Messi, en Octavos, volvió a hacer poco, como ante Bosnia y Herzegovina en el debut y como ante Irán (había mejorado bastante en Porto Alegre frente a Nigeria), pero… su toque entre dos defensores para que Di María meta el zurdazo definitorio valió su actuación y el precio de la entrada. Y cualquier creencia en cualquier fenómeno normal o no.
Hay que creer que la de Sabella es una Selección con una energía extra, porque cuando la física se estaba agotando, apareció ese ‘algo más’ que la para-normalidad describe más o menos así: “El único rasgo distintivo de esta energía psíquica reside en el hecho de que funciona sin relación restrictiva de ninguna clase (que por lo menos se conozca) ante los criterios de espacio-tiempo-masa. Pero eso es solo repetir que esa energía no es física”. A mí, en cambio, no me extrañaría que la Selección repita ante Bélgica aunque después se quede en Semifinales.
La Selección de Sabella es una selección paranormal desde el sorteo de Grupos: no es lógico quedar entre los ocho mejores sin haber enfrentado a nadie. Es paranormal porque no se desgastó en ninguna sede de esas que liquidaron a otras naciones, las que jugaron en la absurda temperatura de Manaos, por ejemplo. Es paranormal porque no hubo ningún error arbitral decisivo como sucedieron en algunos otros partidos. Es paranormal porque es de las poquísimas que llegó al Mundial sin deserciones por causa de lesiones o suspensiones, algo muy común en el primer semestre de este año. Es paranormal porque define siempre en el final, cuando los rivales ya no pueden reaccionar por falta de tiempo. Es paranormal porque no le gusta a nadie pero todos la apoyan.
Como únicamente se puede explicar mediante una amplia revisión de los principios de base de la ciencia, la de Sabella, señores, es una Selección paranormal. Con ella sucede todo lo que nadie espera, lo que está fuera de lógica, lo que no resiste un examen científico, un análisis coherente. Por ello no debe extrañar si derrota a Bélgica, un buen equipo europeo que se parece a la Argentina: no juega bien pero gana; es otro que ganó todos sus partidos con una defensa sin laterales, que ofrece vulnerabilidad, con su principal estrella Eden Hazard muy bajo y angustiando a sus hinchas porque, al igual que los once de Pachorra, casi siempre resuelven cuando ya no queda más tiempo. Bélgica, como Argentina, en este sorprendente Mundial también pertenece al campo de las experiencias inexplicables. ¿Y Costa Rica? ¿Y Argelia? ¿Y…?.
IN TEMPORE: Por primera vez en Octavos de Final cinco partidos debieron jugar tiempo extra, hasta 2014 la historia registraba apenas una prórroga en esta instancia por Copa (cuando la hubo). Paranormal es este Mundial si eso le sirve de consuelo a Sabella…
(*) Director Perfil Brasil; creador de SoloFútbol y autor de Archivo [sin] Final.