En lo emocional este triunfo fortalece y es importante porque hay mucho por crecer. El análisis de un especialista.
Claudio Marangoni
En un partido durísimo, cuando todo hacía presentir que terminábamos en la lotería de los penales, Argentina venció con angustia a una Suiza que nos complicó toda la tarde.
Messi armó una jugada más, una genialidad esta vez como asistidor, y Di María la definió con su sello indiscutible: ojos bien abiertos, mente fría y exacto gesto técnico del mejor jugador del partido.
Repasemos el encuentro:
En el aspecto físico se nota una mejoría en casi todos los jugadores, a excepción de Gago, Higuaín y Fernández. En defensa de los tres, hay que decir que están haciendo un esfuerzo enorme por ponerse a tono con el resto, son jugadores muy importantes y de mucho peso como para prescindir de ellos.
En este rubro hay que destacar a Mascherano -jugó su mejor partido hasta ahora- Di María, Messi, y Rojo.
Sigue faltando, en la mayoría, esa chispa y aceleración para jugar en corto y desequilibrar ante esas marcas tan pegajosas que ejercen los rivales. Tenemos que esperar y desear que los 120 minutos jugados no hayan dejado lesionados y un cansancio excesivo a esta altura del torneo.
En el aspecto táctico-estratégico, todo el mundo sabía que Suiza iba a esperar atrás abroquelada, en un 4-4-2, bien trabajado, en bloque, con atenciones especiales para no dejar recibir a Messi y armarle esa famosa jaulita que armó Simeone en el Atlético Madrid y tanto resultado le dio.
Fueron muy malos los primeros 45 minutos de Argentina. Con sólo observar que Romero fue la figura del equipo ya está todo dicho.
Mejoró el equipo en el segundo tiempo, reaccionó, tuvo mayor circulación de pelota, no se desesperó, buscó más por afuera; mejoró Gago, Di María siguió encarando y Messi tuvo más con quien jugar. De todas maneras, con esas mejoras nos fuimos al alargue, con una incertidumbre que a esa altura era insoportable.
Ya en el segundo período del alargue, cuando Argentina se quedaba sin ideas y sin resto para seguir buscando, Suiza empezó a tocar la pelota y a hacer algunos lujos para delicia del público brasilero. Pensó que estaba para más y se adelantó en el campo por primera vez en el partido. Una Suiza cerebral y metódica se confundió de rol y le dio paso a otra más emocional, que intercambiaba golpe por golpe pensando que lo podía ganar. Es así que quedó mal parada por primera vez en casi 115 minutos , y la pelota en poder de nuestro genio, que como un sabio la armó y se la sirvió en bandeja al MVP de la tarde y Di María no perdonó: Argentina 1 – Suiza 0.
En lo emocional este triunfo fortalece y es importante porque hay mucho por crecer. Se mejora la autoestima individual y grupal para afrontar bien armados lo que viene, que es cada vez más exigente.
La patria futbolera contenta en resultados pero preocupada por el nivel mostrado hasta ahora, no deja de creer, y no nos queda más que encomendarnos a Messi para que siga frotando su lámpara en cada partido y nos lleve un paso más allá.
(*) especial para 442