Hasta ahora, la Argentina sólo tuvo globos de ensayo.
Edgardo Martolio
Si queremos engañarnos podemos ir al cine y ver una historia de amor hollywoodiano donde el final será, inapelablemente, feliz. Si queremos ser realistas convengamos en que ahora y recién ahora, comienza el Mundial y que el final será infeliz para 15 de las 16 naciones clasificadas en Octavos de Final. Al menos comienza para la Selección Nacional porque otros países ya jugaron con dos y hasta tres campeones del mundo (es el caso de la zona de Costa Rica y las campeonísimas Inglaterra, Italia y Uruguay). Chile ya se debatió con el último titular, España, y con la poderosa Holanda. Portugal se midió con la gran candidata, Alemania. Otros enfrentaron a Francia y algunos nada menos que al anfitrión y pentacampeón Brasil. La Argentina sólo tuvo globos de ensayo.
Si queremos engañarnos podemos decir que somos una de las contadas selecciones que cosecharon los nueve puntos en disputa. Además, es cierto. Pero, si queremos ser realistas, aceptemos que no jugamos contra nadie. Enfrentamos al único país debutante en un Mundial, Bosnia y Herzegovina; al plantel más barato de todos, Irán, donde su técnico, el portugués Carlos Queiróz, acumula tres meses sin cobrar; y por cuarta vez en una Copa cotejamos con nuestro principal cliente: Nigeria, selección a la que siempre derrotamos por un gol de diferencia y siempre con –por lo menos– un gol de ‘pelota parada’.
Si queremos engañarnos podemos festejar los seis goles argentinos que las estadísticas registran, porque no estaríamos faltando a la verdad. Pero, si queremos ser realistas, no dejemos pasar por alto que cuatro los hizo Messi (sí, ya sé que Messi es argentino), uno fue en contra y el otro un afortunado rebote en la rara rodilla de Marcos Rojo. De los cuatro de Messi tres fueron desde larga distancia y uno de ellos de tiro libre (sí, también sé que valen igual), pero la advertencia es porque casi no hubo concepción en esas conquistas y eso debe ser motivo de preocupación.
Si queremos engañarnos podemos decir que en Porto Alegre le ganamos al rival más difícil del Grupo, que además es el campeón africano y que le metimos tres goles. Pero, si queremos ser realistas, observemos que Nigeria solamente nos marcó dos tantos a nosotros. En sus dos partidos anteriores pecó de falta de gol: no le convirtió ninguno a Irán y le anotó solamente uno a Bosnia (a nuestro favor es que a Nigeria ninguno de esos adversarios le convirtió goles).
Si queremos engañarnos resaltemos que, contra todas las previsiones, Marcos Rojo es el lateral que mejor funciona aunque su lado es por donde menos nos atacaron todos los rivales enfrentados hasta ahora. Pero, si queremos ser realistas, aceptemos que el único del fondo que daba cierta tranquilidad previa, Pablo Zabaleta, es un colador, probablemente el peor del equipo; por su sector nos desbordaron todos y nacieron la mayoría de las jugadas que terminaron en gol o salvó Romero. Sabella no puede darle más chances, tiene que experimentar con Hugo Campagnaro.
Si queremos engañarnos podemos manifestar alivio porque Messi jugó su mejor partido, sin dudas muy superior a lo hecho contra Bosnia e Irán, no apenas por que duplicó su cantidad de goles, sino porque se movió más, se soltó de las marcas (más débiles y elásticas) y dejó por lo menos tres veces a sus compañeros en posición de remate a gol. Pero, si queremos ser realistas, discutamos si Agüero, en caso que esté recuperado físicamente, debe seguir jugando o no, antes de que la gente comience a pedir a Tevez y complique el ambiente: Agüero, en tres partidos fáciles, no hizo nada, ni individual ni colectivamente. Lavezzi parece una mejor opción, al menos física y psicológicamente y en el aprovechamiento de las puntas (ojo con Lavezzi: puede ser un segundo Luis Suárez, es menos serio que una película de Olmedo y Porcel).
Si queremos engañarnos resaltemos que los zagueros centrales, especialmente Garay, ganaron algunas pelotas altas en las áreas adversarias. Pero, si queremos ser realistas, percibamos y pidamos su corrección, que en el área argentina, especialmente Federico Fernández, no ganó nunca ni por arriba ni por abajo. Sabella no perdería nada si prueba a José Maria Basanta, lo peor que puede pasar es cambiar seis por media docena, más de los mismo. Lo único que no se puede hacer es dejar el fondo tal como está.
Si queremos engañarnos podemos destacar que el arquero Sergio Romero, aunque recibió dos goles ante Nigeria y fue vencido en dos de los tres partidos, despejó cualquier duda de las muchas que, por causa de su larga inactividad, había sembrado antes del inicio de la Copa. Pero, si queremos ser realistas, miremos también el arco que está frente a él, donde las dificultades para marcar son enormes: Higuaín ya tuvo tres partidos, no los aprovechó, jugó muy mal el segundo, no tanto el tiempo que entró en el primero y se movió mejor en el último, pero desperdició todas las oportunidades –algunas relativamente buenas– que le fueron servidas para anotar. Rodrigo Palacios merece salir como titular por lo menos una vez, la próxima.
Si queremos engañarnos no escondamos que el mediocampo tuvo, frente a los nigerianos, su mejor partido tanto individualmente (Di María en el primer tiempo y Mascherano los noventa minutos) como colectivamente, de modo especial en lo concerniente a recuperación de pelota. Pero, si queremos ser realistas, continuemos insistiendo para que los de adelante ayuden un poco más, retrocedan por lo menos hasta la mitad de la cancha no apenas para colaborar con un Gago, en alza pero aún muy bajo, sino para fabricar espacios, cosa que no se supo hacer en los dos primeros cotejos, especialmente ante Irán.
Si queremos engañarnos podemos convencernos de que llenar la cancha de gente y banderas celestes y blancas ayuda, empuja al equipo. Si queremos ser realistas pensemos que la historia no consagra necesariamente a quienes más apoyo popular tienen, ni siquiera a los dueños de casa de forma sistemática. El mejor ejemplo de eso es Brasil que ganó sus cinco campeonatos fuera de su país. Naciones como España sufrieron su peor actuación en su propia casa. El público, a veces, no es más que presión, lo que no es bueno para nadie, mucho menos para un equipo inseguro como el argentino que sólo avanza ayudado por los milagros de Messi.
Si queremos engañarnos comentemos que ya atravesamos casi medio Mundial y que nos va bien, pasamos de ronda. Si queremos ser realista dejemos en claro que el Mundial, el verdadero, comienza ahora y que la fortuna, como viene sucediendo desde el sorteo de Grupos, continua favoreciéndonos. Enfrentar en Octavos de Final a Suiza es una dádiva extra. Esta Suiza no debería ganarnos; diferente de la que jugó las dos Copas anteriores, la actual no está estructurada defensivamente; no fue por acaso que Francia le hizo cinco goles: casi le mete tres la floja Honduras. Tiene un mediocampo muy eficiente, ese es su fuerte, pero a la defensa Messi puede perforarla con más facilidad de lo imaginado. Atacando crecieron y saben que somos vulnerables. Quizá sea un partido de muchos goles. Se puede ganar 4 a 3, por ejemplo, pero eso no indicará nada.
Si queremos engañarnos después que superemos a Suiza, podemos pensar que estar en Cuartos de Final es muy meritorio, cosa que es, aunque no tanto por cómo se habrá llegado. Pero, si queremos ser realistas, no permitamos que el árbol nos impida ver el bosque: todo lo que se habrá conseguido hasta allí será confianza –muy importante– y tal vez, si Sabella se atreve, haber usado más variantes de las ya utilizadas hasta hoy. Pero será insuficiente. Bélica, nuestro probable siguiente rival, no es un cuco pero será, por primera vez, un rival de fuste a enfrentar, con ellos aparecerá el primer escollo –auténtico– a vencer.
Si queremos engañarnos festejemos lo que seguramente se conseguirá el martes. Pero, si queremos ser realistas, pensemos que hasta ese escalón llegamos en los dos últimos Mundiales, 2006 y 2010. Y que en esos mismos Cuartos de Final nos despachó Alemania (ahora sólo la encontraríamos en la Final en caso que elimine a Brasil en las Semi); pensemos que de esa instancia nos volvimos con las manos vacías y con la sensación de derrota, tanto que Pekerman y Maradona dejaron el cargo de entrenadores en ese retorno. ¿Por qué sería diferente ahora? ¿Porque la Argentina está peor social y económicamente y ahora necesitamos creer que llegar a Cuartos de Final es una gran cosa? No, eso no sucederá. Argentina, como Brasil, sólo será feliz si gana la Copa. Cualquier otra posición será frustrante para ambos.
Por eso seamos realistas, el Mundial comienza ahora y puede terminar, para nosotros, dentro de una semana. Ojalá que no, pero… no nos engañemos.
IN TEMPORE: Luis Suárez, el goleador que literalmente muerde, es el Maradona uruguayo; su actitud, su sanción y su exclusión del Mundial, significará para los hermanos orientales, el mismo shock que abatió a la Argentina en los Estados Unidos en 1994. Una gran pena. Suerte que, y como de un modo u otro el favorecido será otro sudamericano, ahora quien va a pasar a Cuartos es Colombia que, por causa de Pekerman, nunca fue tan argentina como este año.
(*) Director Perfil Brasil, creador de SoloFútbol y autor de Archivo [sin] Final.