La más reciente obra de la coreógrafa Roxana Grinstein es un dúo femenino que, entre otras posibles lecturas, gira en torno a las acciones mecánicas en las que las sociedades viven inmersas. ¿Cuántas veces al día, a la semana, al mes, al año repetimos acciones irreflexivamente? En esta pieza de danza, tres, al menos, son los elementos que metaforizan esta suerte de piedra de Sísifo que puede ser la vida humana.
El primero es el título mismo: Lub Dub. Con esas sílabas, la medicina asocia los dos sonidos que se producen en cada latido de corazón. Así pues, la condición biológica del ser humano también está marcada por ruidos persistentes que bien pueden ser emotivo signo vital o persistencia enloquecedora.
El segundo es la utilización de las tablas de multiplicar, a través de una canción infantil. Se trata de la recitación de las tablas, por el mexicano Juan José Castillo Rodríguez, mejor conocido como “Juan Pestañas”, un cantante y animador de los 70 y 80. La cinta es repetitiva hasta el hartazgo; se enfatiza con un pianito sintético que conspira contra los nervios de cualquiera. La pesadumbre parece querer ser engañada con ineficaces frases como “la tabla del seis es muy bonita también así que vamos a repasarla”.
El tercer elemento es el repertorio de los pasos básicos de la danza clásica ejecutados con zapatillas de punta. Por la precisión que estos pasos requieren para su perfecta realización, los bailarines de ballet saben de las incontables veces que en calentamientos, clases y ensayos pueden tener que hacer un plié, un tendu, un degagé …
Así, las intérpretes Carla Rímola y Julia Gómez llevan adelante esta obra de danza contemporánea.
Los mayores desafíos y la mayor intensidad en escena están a cargo de Rímola. Ella, fibrosa, corpulenta y enérgica, soporta estoicamente las indicaciones de la enjuiciadora Gómez. Al ritmo de dos por uno, dos; dos por dos, cuatro, etcétera, Rímola mueve sin descanso pies, brazos, torso, y ella misma musita y hasta grita el mecánico listado. Sólo hay una pausa en su frenético, solitario, absurdo hacer: cuando Gómez la abraza, ella rompe en un sollozo. Después de este intermedio de alivio, todo recomienza con momentos de denso silencio y otros, con la banda de sonido de Martín Ferrés, que retoma ecos de Juan Pestañas. Entonces, son las dos bailarinas que se obligan la una a la otra al ritmo imparable como el de sístole-diástole. Las metáforas de la vida disciplinada, asfixiante se proyectan de una intérprete a la otra y, así, a todo el público. Quien no se sienta reflejado, que arroje la primera piedra.
Coreografía y dirección: Roxana Grinstein
Intérpretes: Carla Rímola y Julia Gómez
Música: Martín Ferrés
Iluminación: Alfonsina Stivelman
Escenografía: Ariel Vaccaro
Funciones: sábados a las 21 en El Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034)