El equipo santafesino perdió y se complicó en la tabla que más le importa: la que define los descensos.
La noche gris, con lluvia incluida, era perfecta para que la historia de este increíble Colón que lucha contra todo para mantenerse en Primera tuviera otro capítulo épico. Sin embargo, el villano de turno fue demasiado para un equipo que, aunque parezca mentira, cuando terminó el partido era líder y que a la vez puede terminar la fecha igualado con Godoy Cruz en su lucha por la permanencia.
La Fortaleza del Gran Buenos Aires era el escenario de un nuevo combate de esta Cenicienta en la que se convirtieron los dirigidos por Diego Osella. Un equipo que desde el vamos se encontró con una nueva piedra en su ardua lucha para salir de la zona roja del descenso. El centro/tiro al arco de Ayala en la primera jugada del partido se encontró con una marea de piernas que no tocó la pelota, nubló la vista de un Germán Montoya que reaccionó tarde y terminó adentro.
Con el panorama cambiado los visitantes tardaron en acomodarse en una cancha que soportó muy bien el aguacero que cayó durante todo el día. Y no es un dato menor el estado de la cancha, porque en un campo con dificultades fue el Granate el que supo amoldarse mejor a lo que pedía el partido. Los de Barros Schelotto dejaron de lado ese buen trato de pelota que suelen tener habitualmente para convertirse en un equipo vertical, que no necesitaba tener la posesión para lastimar con Pereyra Díaz y Astina.
Colón mostró las mismas armas que lo llevaron a la cima, y apoyado en el enorme nivel de Ezequiel Videla, fue encontrando las maneras de inquietar al siempre seguro Marchesin. Pero fue demasiado horizontal el visitante y no supo cómo romper el candado local, por lo que la mayoría de sus ataques terminaron en un remate desde fuera del área.
En el complemento, las dos más claras para el Sabalero las tuvo Lucas Alario, que no tuvo la mira calibrada en todo el partido. Lanús hizo lo justo y necesario para calzarse el traje de verdugo. Y si no lo ganó por más diferencia fue culpa de la pésima noche de Ismael Blanco. Los minutos finales tuvieron a Colón yendo con el corazón y al local aguantando. El cierre de la historia no fue el deseado para la Cenicienta y los que festejaron fueron todos sus rivales: los que pelean la punta y los que no quieren irse al descenso