La llegada del programa Automovilismo para Todos aporta millones de pesos, pero la categoría más popular perdió pilotos y rating.
Lo que llegó como la promesa de convertirse en un automovilismo para todos, la realidad lo transformó en un automovilismo para pocos. En el Autódromo del Centenario, provincia de Neuquén, el Turismo Carretera inicia hoy su tercera temporada, con el acompañamiento del programa nacional Automovilismo para Todos, que desembarcó en febrero de 2012 para hacerse cargo de la transmisión televisiva a cambio de 100 millones de pesos por cada uno de los cuatro años de contrato.
Con perfil bajo y lejos de las desprolijidades que giran alrededor del Fútbol para Todos, la transmisión fierrera se mantuvo sin mayores cambios, conformada en buena parte por técnicos y periodistas que trabajaban en Carburando, la productora del Grupo Clarín que tenía monopolizadas las transmisiones.
Aquella apuesta de una mayor popularidad gracias a una transmisión televisiva “que llegue a todos” no pudo ser cumplida. El rating de los domingos de la TV Pública rara vez supera los 5 puntos (hace cinco años el TC solía hacer picos de dos dígitos). Los números son aun peores los sábados, cuando la pantalla que reproduce las imágenes de la principal categoría es la de Crónica TV. El problema parece haberse trasladado también a las divisiones que logró retener Carburando. En la pantalla del 13, el Súper TC 2000 o el Top Race suelen medir la mitad que el TC.
Números en rojo. La realidad muestra al automovilismo argentino sumido en una crisis de la que parece costarle salir. Son muchos los pilotos, los que le dan un sentido a la Asociación Corredores Turismo Carretera (ACTC), que aseguran que la entidad que fiscaliza y organiza la categoría más popular no distribuye el aporte económico que recibe del Estado.
El ApT también prometía aliviar las dañadas economías de los protagonistas del automovilismo, pero en el amanecer de la temporada deportiva la situación es delicada, como no sucedía desde hacía varias décadas. Incluso tiene aristas más complicadas que en 2002.
Por caso, hasta Neuquén viajaron apenas 43 pilotos a disputar la primera fecha de 2014. Es la cifra más baja para un comienzo de año desde la apertura de 1983, en Mendoza, cuando hubo 32 anotados. Hay motivos: este año los más destacados protagonistas del TC deberán gastar unos 300 mil pesos por fecha (en esta cifra está incluido el alquiler del auto y del motor). Además, al llegar al autódromo neuquino debieron desembolsar alrededor de 50 mil pesos en efectivo para abonar, entre otras cuestiones que maneja la ACTC, el alquiler de las carpas, los neumáticos y la licencia anual para competir.
Las cuestiones económicas de la ACTC son manejadas a través de la Fundación del Automovilismo Deportivo de la República Argentina (Fadra), una entidad que sigue siendo encabezada por Oscar Aventín, el polémico dirigente que presidió la ACTC hasta octubre pasado. Al mes siguiente, su hijo Diego conquistó su primer título en la categoría El Puma Aventín se corrió de la presidencia pero no cedió poder: desde Fadra maneja la economía con un perfil más bajo.
La ACTC, en contraposición, transita uno de sus mejores momentos económicos. Al acuerdo con el Gobierno y los generosos aportes de los pilotos (a los de TC, por ejemplo, podría sumarse la treintena de volantes que participan el mismo fin de semana en el TC Pista, la división “hermana”) se les suman los convenios con los gobiernos provinciales, que son capaces de pagar hasta 3 millones de pesos para contar con una fecha de TC en su distrito. Esta es la parte del negocio que marcha sobre ruedas.
(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario Perfil.