El miércoles termina el culebrón, en el que Guillermo se reencuentra con Pedro, Gaby se casa con Antonio, Marcos promete fidelidad a Isabel, Alberto sigue preso y Fabián lo convierte en abuelo. El balance de Chávez y de Vicuña.
Sólo quedan dos capítulos para que finalice el culebrón Farsantes (El Trece), ficción que rompió el molde de las típicas historias de las tiras y apostó a una relación homosexual entre Guillermo (Julio Chávez) y Pedro (Benjamín Vicuña). ¿Qué sucederá en las últimas escenas? ¿Habrá final feliz? ¿Aparecerá Pedro? (ver recuadro).
El 20 de diciembre, Julio Chávez grabó la última escena de Farsantes. “Fue a las 11.20 de la mañana. Nunca lo olvidaré –subraya–. Fue una experiencia de pura ganancia para mí”, dice a PERFIL el actor, que debió alternar el epílogo de la telenovela y los ensayos de Rojo, obra en la que se luce sobre el escenario de la sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza.
En este nuevo proyecto laboral que lo devolvió a la cartelera porteña luego de La cabra, Chávez combina sus dos pasiones: la actuación y la pintura. En la historia escrita por el dramaturgo estadounidense John Logan, Chávez interpreta a Mark Rothko, un talentoso pintor comunista que se ve en la dicotomía de vender su arte a un mundo capitalista. Estudioso, lector, pedagógico, exigente, Chávez tiene un atelier en su casa donde pinta al óleo y una estantería en la que descansan libros sobre Durozoi, Picasso, Van Gogh, Visconti, Velázquez.
—Los actores intentan erradicar el sonido de los celulares de las salas. ¿Qué te produce cuando estás en una escena y escuchás que suena?
—Me sucedió en una función de prensa en un momento muy especial de la obra. Y yo pensaba “me está estropeando el momento”. Si hubiera seguido un ratito más iba a parar la función y le iba a decir algo. Estamos en la era de los celulares, están metidos en nuestras cabezas, y si llegás a hacer como en Inglaterra que dentro de la sala no hay línea te pueden hacer juicio. No hay solución. Gente guaranga hubo, hay y habrá.
—En la obra personificás a un pintor que es contratado para hacer murales para el Four Seasons y debe comercializar su arte y sus principios con una multinacional. ¿Qué pensás de la relación entre la ideología política y obra artística?
—Hubo matrimonios excepcionales y otros matrimonios que fueron fatales entre esas dos partes. Pueden congeniar el arte y la ideología política. Incluso entre mecenas y pintores, reyes y artistas, la Iglesia y los artistas. Y hubo otros momentos de rispidez.
—¿Y en la actualidad?
—Se puede mantener la mirada artística y a la vez realizar contratos estupendos, como sucedió con Josephson cuando filmó con Bergman y cobró muy bien. El tema son los principios de Josephson para analizarlos, y cada cual tendrá los suyos.
—¿Y los principios de Julio Chávez? ¿Qué harías vos en esa situación?
—El personaje piensa que un artista debe morirse de hambre, debe ser miserable, y yo no creo que un artista deba morirse de hambre.
—¿Hasta qué punto se puede resignar lo ideológico en pos de lo artístico? ¿Vos tuviste que resignar mucho en tu carrera?
—Yo no tuve que resignar nada en mi carrera. No puedo decir eso de mí. No tengo ninguna ideología política.
—¿Nunca militaste?
—No. Sí he establecido un vínculo con determinados principios con el trabajo y puedo decirte que no los he roto. Por el contrario, los he fortalecido, comprendido, revalidado, reestructurado, repensado. Sigue siendo discutido si la vida de un artista fue comprometida políticamente o no. A mí eso no me interesa.
—¿Cómo pesa el dinero ante el hecho artístico? ¿Alguna vez transigiste por dinero?
—No. En todo caso lo vivo como una persona que está atravesada por un sistema determinado. Será cuestión de mi conciencia y hacerme la pregunta de qué hago frente a esa situación.
—Hay muchos colegas tuyos comprometidos con este gobierno. ¿Qué opinión te merece?
—Es un hecho, no hay nada que pensar o analizar. Es válido. No es de estos últimos años. Toda mi vida muchos compañeros han sido pertenecientes a agrupaciones, militancias, gobiernos, por eso muchos durante la dictadura se tuvieron que ir del país. Siempre sucedió que hubo y hay actores comprometidos.
De regreso a la TV, fue la primera vez que Chávez se vio envuelto en una polémica interna que trascendió en los medios. Facundo Arana terminó yéndose y Alfredo Casero muy enojado, según dijeron ambos, por la manera de trabajar de Chávez. En cambio, en declaraciones exclusiva a PERFIL, Benjamín Vicuña dijo que el balance de Farsantes fue “absolutamente positivo, enriquecedor, y conocí un elenco muy potente del cual aprendí muchísimo. Fuimos todos muy buenos compañeros”. Vicuña hará la serie Sitiados, producido por Fox para Moviecity, que debutará en marzo. Vuelve Vicuña sobre su interpretación del joven abogado gay: “Pedro me dio la posibilidad de componer un personaje exquisito y agradezco la libertad para hacerlo”, dice Vicuña, quien gentilmente responde las preguntas desde sus vacaciones junto a su esposa Carolina “Pampita” Ardohain y sus dos hijos, Bautista y Beltrán.
—Julio, Casero dijo a PERFIL que, ante los problemas dentro del elenco que te incluían, le daba bronca “que no se supo trabajar en equipo, que un actor no puede dirigir a otro actor” y que la culpa era de Pol-ka.
—Es una manera de entender el viaje. Yo soy un hombre adulto, y quizá tengo otra visión que la de él, que quizá quiera que sea el jardín de infantes y que todos vayamos de la mano. Soy un hombre de 57 años, he visto mucho, cómo no voy a entender que uno tenga su mirada de las cosas. Y si ésa es la opinión de Casero, me parece perfecto, que así articule su vida. Tampoco se vivió una cosa de bandos en Farsantes, o una cofradía. Yo tuve que grabar 2000 escenas, trabajo mucho para eso, por lo que no tengo tiempo para el resto.
—¿“Farsantes” fue tu mejor performance, incluso que las de “Tratame bien” y “El puntero”?
—No. Acá tenía un volumen de trabajo mayor que en Tratame bien y El puntero. Fue más exigido, muchas escenas, entre 20 y 24 escenas por día, y se trabaja a libros abiertos, lo que te hace estar más concentrado. Es bien gratificante para el oficio si te tomás el trabajo en serio. Salís fortalecido, con mucho aprendizaje y gratificación, Nos fue muy bien y marcó una huella en lo que es la historia de las tiras y eso me da orgullo