Sociedad 03/02/14

SANTORAL

San Blas, obispo y mártir. Era obispo de Sebaste, en Armenia, durante el siglo IV. Murió en el año 316. No es mucho lo que se sabe de su vida, pero después de su muerte su culto llegó a ser popular en Occidente, debido a numerosos milagros obrados por su intercesión. Entre esos milagros se cuenta el haber librado de morir ahogado a un joven que estaba atragantado con una espina de pescado. Por ello se lo declaró protector contra el mal de la garganta, y también, por extensión, patrono de los locutores. Por tal motivo se realiza este día la ceremonia de la bendición de la garganta, que se hace con dos cirios bendecidos el día anterior -fiesta de las candelas-. San Oscar, obispo.

 

Conocido también con el nombre de Ansgario es el apóstol del Norte de Europa -Dinamarca y Suecia-. Nació en Francia, en la corte de Carlomagno, el año 801. En su juventud se hizo monje de la abadía de Corbie, de donde fue enviado a evangelizar los países de los normandos y las «regiones de los hielos eternos», según la orden de su abad. Sus discípulos llegaron hasta Islandia y se cree que hasta América antes de Colón. San Oscar fue luego obispo de Hamburgo, y murió en Bremen, Alemania, el 3 de febrero del año 865. Santos Simeón y Ana. Eran dos ancianos que servían en el Templo de Jerusalén y tuvieron el privilegio de conocer a Jesús hace poco nacido. Lo cuenta el evangelista San Lucas en el capítulo 2, donde dice que al ver al Niño, Simeón exclamó: «Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, porque mis ojos han visto la salvación!». De Ana, dice que era profetiza y que tenía 84 años. Al ver al Niño «se puso a dar gracias a Dios y hablaba del Niño Jesús a todos los que esperaban la redención».