Cuando atarlo con alambre queda en evidencia

Cuando atarlo con alambre queda en evidencia Dos tiras extranjeras ganan la pantalla a partir de contenidos desarrollados de manera totalmente opuesta a la forma de producir en Argentina. Los autores protestan, los productores se defienden. Cuando atarlo con alambre queda en evidencia

Si los productores tienen razón, si es cierto que los números mandan, el rating que alcanzan Avenida Brasil y Pablo Escobar: El patrón del mal estaría desnudando un presente en crisis de las ficciones locales. No porque en otros lugares del continente estas novelas no hayan triunfado, sino porque retratan una manera de generar contenidos que aquí hoy casi no existe. Conjuntamente con la millonada que destinaron Globo y Caracol en locaciones y actores, ambas cadenas invirtieron mucho tiempo y dinero en guiones para intentar garantizar (si eso es posible) un producto que no sólo tuviera un alto encendido, sino que además fuera de calidad (dentro del límite de sus géneros respectivos). Tanto en los estudios colombianos como en los cariocas hay seguimientos y controles sobre lo que se escribe, pero después de los pasos obligados queda explícita una gran confianza sobre la historia. Tan es así que nada se ve en pantalla previo a terminar las grabaciones, muchísimo menos sin tener los libros terminados, algo impensado para la TV local.

“Nadie asegura nada. Con el mismo sistema que se produce Pablo Escobar… se hacen otras que son un fracaso”, cuenta Esther Feldman. Sin embargo, la autora de Lalola y Okupas y responsable de la adaptación local de En terapia asegura que “Argentina trabaja como no lo hace ningún país del mundo: con cinco o diez capítulos escritos se empieza a producir o a grabar, con lo cual no hay posibilidad de hacer cambios. En toda Latinoamérica se escribe entre el 60 y 80% antes de que empiece la producción, y el total antes de que empiece el rodaje; ni hablar de la emisión”. El tiempo de elaboración de un guión en nuestro país es de un mes o a lo sumo dos, en los que se trabajan la sinopsis, el perfil de los personajes y los primeros dos o tres libros. Pero el problema no estaría tanto ahí, sino en que se graba y escribe al unísono”.

“Es cierto que hoy esos dos contenidos son exitosos y funcionan mejor que los productos nacionales, pero todo tiene una raíz económica. Desde hace tiempo en la tele argentina reina la idea de que hay que hacer la mayor cantidad de guita lo más rápido posible”, dice Jorge Maestro. Entonces, tiempo implica inversión y por lo tanto más dinero en autores dedicados a crear. “Con dos puteadas y un arma no se construye un drama. Nosotros estamos de tanto en tanto cayendo en eso, en algo rápido y barato, pero no bueno, por más profesionales que seamos, por más experiencia que tengamos”, grafica el redactor de los textos de Mis amigos de siempre y de decenas de tiras y unitarios desde los 80 hasta hoy. La cuestión aparentemente pasa por los riesgos a tomar, por apostar a un producto del que se desconoce el día a día, en desmedro de la improvisación, cuyo mayor valor es pegarla con un personaje que funcionó y darle más minutos dentro de un libreto.

Ni siquiera en la originalidad de la historia estaría la clave, ya que ni la novela de las tardes de Telefe ni la serie que emite Canal 9 muestran algo que no se haya visto antes. Su fuerte está en cómo lo cuentan. “Va más allá de la creatividad. De todos modos, Avenida Brasil fue un suceso en todas partes del mundo, como lo fue Graduados hace un año, y se replicó en otros países como Chile. Existen los fenómenos de audiencia y son puntuales”, relativiza Pablo Culell, director de contenidos de Underground. A su vez, uno de los responsables de lo que sale de la productora de Sebastián Ortega reconoce que “acá hay mucho talento pero se planifica poco. Por cuestiones de presupuesto no se trabaja con demasiada antelación, salvo excepciones”.

En eso coincide Mario Segade (autor de Farsantes, El Puntero y Resistiré). No tiene dudas de que hay capacidad de igualar o superar las ficciones extranjeras, pero hace hincapié en que no es lo mismo Globo que la televisión argentina. “Ellos solos facturan tres veces lo que todos los canales de acá juntos. A veces los niveles de producción con los que uno cuenta no son tan monstruosos, pero eso jamás me condicionó. Al contrario, me desafía a ponerme más creativo”, explica.
Una muestra de quiénes son las estrellas de las ficciones de la pantalla chica la dio Jean Pierre Noher. El actor, que participó en varios capítulos de Avenida Brasil y lleva diez años de trabajo en el país vecino, fue consultado por PERFIL acerca del éxito del culebrón que presenta Virginia Lago a la hora del té. Lo central para él pasa por los guiones: “Los grandes jerarcas de la industria son los autores, no los productores. Se las llama por el nombre del autor, se dice ‘la novela de Carneiro’, o ‘de Negrao’”. Lo mismo que sucedía aquí con los programas escritos por Alberto Migré, por ejemplo. Hoy cualquier ficción local comienza contándonos quién la produce. De hecho, cuando arranca una tira todos hablan de la nueva ficción de Telefe, Pol-ka o de Sebastián Ortega. Difícil saber de movida quién está detrás de la parte creativa. “Eso es lisa y llanamente ignorancia. Una persona jurídica no escribe, salvo que los canales sean personas”, ironiza Maestro.

“Se minimizan la tarea del guionista y el poder de la historia. La mayor inversión de los productores está en la artística. Prefieren tener a un actor famoso antes que a uno un poco menos conocido y jugarse en la producción. A lo mejor habría que redistribuir el dinero”, propone Feldman, y grafica: “Si alguien no hubiese querido correr riesgos, no habría existido Breaking Bad, no existiría la historia de alguien que tiene cáncer y produce metanfetamina. Las productoras van a las fórmulas que ya les dieron éxito. Los entiendo, porque producir es cada vez más caro. Pero eso también empobrece a los contenidos. Minimizás los riesgos, pero también las posibilidades de impacto”.

Culell cree en los riesgos sobre una base de melodrama clásico. “Si hablamos de tiras diarias para el gran público, nosotros siempre tratamos de hacerlo. A Los Roldán lo protagonizaba una travesti, o Graduados, con gente de 40 representando sus 18 más el bullying como tema en una comedia blanca. Vale el riesgo, pero no a cualquier costo”, contesta.

 

El colmo de la televisión improvisada

Es indiscutible que sin autor no hay historia. Sin embargo, en los últimos días la tira de Telefe Somos familia apareció sin autores en los créditos, lo que llevó a que Argentores pidiera   mediante una carta documento que se prohibiera la emisión del programa. Desde el canal corrigieron el error, pero el daño ya estaba hecho.
La grosera omisión mostró otro síntoma de lo que está sucediendo. “Es el punto máximo del ninguneo, yo no me creo el olvido. Es inadmisible que el autor no figure en un lugar privilegiado en los créditos, como el que tienen el productor o el director”, afirma Feldman. Jorge Maestro tampoco acepta la idea de que se les pasó, y coincide en que también se ningunea al guionista porque en general en las producciones nadie habla de la historia en sí. “Se arma un programa con un germen de idea, con algunos actores y algún leve diseño de cómo son los personajes, nada más. Así, el público se está yendo a ver otros contenidos más elaborados y con personajes bien trabajados.
Sigo con lo mismo: tratan de hacer la mayor cantidad de guita en el menor tiempo posible.”