El equipo de Bianchi se puso 1-0 con gol de Sánchez Miño de tiro libre, y luego empató Maidana. El Cata Díaz y Cavenaghi fueron expulsados.
No hay arena ni músculos duros ni mate ni nada de todo lo que pasa en cualquier pretemporada. En este rato, Boca y River entran en otra dimensión y derriban los postulados de Mar del Plata. Entonces Hernán Grana la revienta cuando hay que hacerlo y pasa al ataque para mostrar credenciales de Negro Ibarra. Al final del primer tiempo se va encima del árbitro Germán Delfino, a protestar por la expulsión de Cata Díaz, como si fuera un caudillo de siempre y no el lateral que acaba de jugar sus primeros 45 minutos en Boca. La intensidad con que se juega el partido tiene escenas replicadas por todos los rincones. También se evidencia que no es un bocadito light cuando Cavenaghi, a los cinco minutos, se adueña de la pelota para patear un tiro libre; muestra la chapa ante el rival que hay que marcar la cancha. El mensaje es, principalmente, para sus compañeros. Ramón Díaz mira y advierte que el nueve será su líder; River necesita esas referencias para reconfigurar su confianza.
Boca, sin Riquelme, proyecta la primera parte en la rapada cabeza de Luciano Acosta, un joven bautizado por su primera pretemporada. El chiquito es eléctrico y corre más rápido de lo que debería. Bianchi lo mira y lo alienta, pero lo saca en el entretiempo. El Virrey prueba y busca un equipo sin el corset de Riquelme. Sabe que ante River cuenta con la mejor oportunidad para ensayar en serio. Mientras, Estudiantes levantó la primera copa del verano. Tampoco ese detalle se inmiscuye en la dimensión de Boca y River.
Espejos. Gago es el jugador que no escatima méritos para ser parte del staff de Sabella. Es el cinco y a veces también el diez de Boca; un jugador precarizado, que tiene que cumplir varias tareas. En la mejor jugada del equipo de Bianchi, combinó con Gigliotti, que se la devolvió de taco. Después, su remate salió alto. Por entonces, Boca ya jugaba con uno menos. Diez minutos después, River sacó fotocopia de su rival. Teo Gutiérrez, con un taco, dio señales de vida en un partido en el que, hasta ahí, sólo había bajado de cabeza una pelota cuando debió definir él. El que pateó desviado fue Cavenaghi.
Era el momento en que River debía asumir el rol protagónico. Sin embargo, le faltó decisión para llevarse el partido. Insinuó con alguna llegada por derecha de Carbonero y alguna intervención de Kranevitter. Hubiesen sido clave para darle cuerpo a sus ataques los pies de Lanzini. Sin el enlace encendido, River fue partecitas y no un todo amalgamado.
Al final, los dos parecieron conformes. Si bien Boca ganaba y fue superior en el primer tiempo, tuvo que aguantar sin Cata Díaz. River llegó al empate con un gol que debió invalidarse por infracción de Maidana a Orion. Anécdotas del partido aparte, distinto. Ese que, incluso en verano, puede dejar sin entrenador a alguno de los equipos.