Así se confesó el portorriqueño antes de presentarse ante una chance por el título mundial pluma OMB. Al final, perdió, pero quiere revancha.
Las señales las fue entregando sin pausas durante doce años. Al principio, como una simple idea futura, sin especificar demasiado se lo contó a su familia. Después, cada vez con más frecuencia, fue tocando el tema con los amigos más íntimos. Hasta que, como si se tratara de una medida de sus deseos, decidió ponerse en guardia y romper con los estamentos machistas que blindaban al boxeo en más de un siglo: “Gente, hoy quiero contarles que soy un orgulloso hombre gay, un boxeador capaz de llorar por el amor de otro hombre”.
Aquella noche, sobre un ring en las afueras de San Juan de Puerto Rico, la confesión de Orlando Cruz encerró un almanaque de estaciones pasadas y primaveras presentes. Alguna vez le dijeron que debía abrir surcos en tierras desconocidas, de rabiosos gladiadores. Y el muchacho lo hizo. Rompió con los tabúes. Hoy se sienta frente a su pasado y a un costado de su memoria y se presenta orgullosamente como el primer boxeador gay en la historia del pugilismo mundial.
Este muchacho de 31 años, hijo de una familia humilde de Puerto Rico, acostumbrado al sufrimiento, al dolor y al amargo sabor de la sangre en la boca, afrontó cara a cara una de las peleas más duras de su vida. Aquel 4 de octubre de 2012, Cruz se convirtió en el primer púgil en declararse abiertamente gay. Hoy, un año después, su nombre adquirió notoriedad mundial porque en Las Vegas le tocó afrontar una pelea mucho más sencilla: combatió frente al mexicano Orlando Salido por la corona mundial pluma OMB. Aunque el resultado deportivo fue una contundente derrota, el boricua se bajó del ring del Thomas & Mack Center con la enorme satisfacción de haber vencido todos los prejuicios. “Ahora me siento libre para centrarme en el boxeo. Ya no combato más contra dos rivales, y es un gran alivio”, comentó.
En una entrevista con NY Daily News, confesó que su primera relación con un hombre fue en 2000, después de competir en los Juegos Olímpicos de Sidney, cuando tenía 19 años. “¿Estoy loco? ¿Hice algo malo?”, se preguntaba. Pero con el tiempo supo que había elegido el camino correcto. Fue así que en 2010 le reveló el secreto a su entorno (en 2000 ya le había avisado a sus padres) y en 2012 se abrió al público. Ahora, en cada presentación luce vestimenta con los colores del arco iris que identifican a la comunidad gay y sus guantes son de color negros con detalles en rosa. “No quiero esconder ninguna de mis identidades. Quiero que las personas me vean por el ser humano que soy”, adujo.
El Fenómeno, como lo apodan, el 14 de agosto colgó un vídeo en Facebook pidiéndole matrimonio a su pareja, José Manuel –ex boxeador y compañero de gimnasio–, quien posteriormente aceptó la propuesta. A raíz de eso, la vida de este púgil que actualmente es campeón pluma latino de la OMB y posee un record de 20 triunfos (10 KO), tres derrotas y un empate, ha cambiado radicalmente, ya que el ambiente, lejos de marginarlo, le brinda constantemente su apoyo. “Estoy muy contento con lo que hice, mi vida ha cambiado y quiero seguir escalando montañas y no mezclar lo personal con el deporte”, resaltó.
Si se lo compara con otras disciplinas, el índice de homosexualidad en el boxeo es muy bajo. Muchos de los que fueron o son señalados en el ambiente como homosexuales nunca tuvieron el valor que sí tuvo Orlando Cruz al admitir su condición de gay estando en plena actividad. El caso más emblemático fue el de Emile Griffith, quien blanqueó su homosexualidad en 2008. Ex rival de Monzón fue acusado de “maricón” por Bennie Kid Paret en la previa de un combate, en 1962, y éste, en venganza, le propinó una furibunda paliza que terminó pagando con su vida. “Mato a un hombre y la mayoría lo entiende y me perdona. Sin embargo, amo a un hombre y esa misma gente lo considera un pecado imperdonable. Aunque nunca fui a la cárcel, he estado en prisión casi toda mi vida”, confesó Griffith en su biografía.
“Esta pelea es por Emile porque él nunca tuvo el respaldo y el apoyo que yo he tenido”, afirma Orlando Cruz, quien tiene pensado casarse con su novio en Argentina. Como se ve, también en boxeo hay homosexualidad. Como en la sociedad toda. Eso sí: continúa siendo un tema tabú. Tanto, que de esto nadie habla. O casi nadie habla. Porque Orlando Cruz rompió todos los estereotipos y se animó a demostrar que el boxeo es un verdadero deporte de machos y homosexuales, pero por sobre todo de guapos.