Perdio 2-1 con patronato y sigue de siesta: gano solo dos partidos de nueve.
Al estadio de Patronato deberían rebautizarlo el Nuevo Cementerio de los Elefantes. Anoche, el equipo entrerriano le ganó 2 a 1 a River y mantuvo su invicto en Paraná: allí ya le había ganado a Rosario Central y Belgrano, y empatado con San Lorenzo y Arsenal.
El partido, al menos en el primer tiempo, se movió de un lado al otro. Llegaba Patronato, y respondía River. Llegaba River, y respondía Patronato. En la medianía por la que en general transita el fútbol argentino, ese ida y vuelta merecía una reivindicación. Aunque después, como siempre, hubo particularidades que eclipsaron ese escenario entretenido. Esta vez llegó por el árbitro Vigliano. En realidad, por el juez de línea, que en un centro que cayó al área de River vio una supuesta mano de Álvarez Balanta. Nadie entendía nada, sobre todo porque el mismo línea había marcado córner en un principio.
Bértoli, el arquero y héroe de Patronato, concejal de la ciudad y confeso hincha de River, convirtió el penal en gol. Pero el festejo duró poco: seis minutos después, D’Alessandro advirtió el letargo de la defensa local, tiró un córner corto y Mora, que esperaba en el primer palo, igualó.
En el segundo tiempo bajó la intensidad. En parte por el cansancio acumulado, y en parte porque la fricción le ganó al juego. Y River, encima, se encontró con un temor esperado: la inexperiencia de Batalla, el arquero debutante, que ayudó a que Carrasco pusiera el 2 a 1. Después, es cierto, se rectificó tapándole un mano a mano. River apostó al juego aéreo, sobre todo con el ingreso del uruguayo Alonso. Estuvo cerca de empatarlo, pero se fue, como casi todos los que llegan a Paraná, con las manos vacías.